Montes, siguiente nivel

El año largo en el que ha insistido en la crisis ha sido especialmente indigesto por salir de una pandemia y una crisis política de altas proporciones. Nadie encontró alivio en la austeridad

Con el informe de media gestión, el gobernador Óscar Montes ha cambiado de marcha, o al menos ha dado por finalizada una etapa caracterizada por las muchas lágrimas para entrar en otra en la que se debe priorizar, al menos, el desarrollo de las potencialidades tarijeñas además de la resolución de sus pequeñas miserias que llevan años sin resolverse.

Montes presentó un informe económico en el que la deuda pública se coloca en los 1.656 millones de bolivianos, lo que supone un monto más o menos manejable en el plazo en el que están contratados los créditos, especialmente con los precios actuales de los hidrocarburos. En cualquier caso, el detalle del informe que Montes quiso colocar fue el de que “el endeudamiento se ha detenido completamente”.

Recortar el gasto público en un departamento tan dependiente de los recursos de las regalías intermediados por su Gobernación, tiene consecuencias directas en el empleo y en lo social

Es verdad que sobre esto hay disparidad de criterios. Montes hace referencia a que se han detenidos los gastos corrientes que eran mayores que los ingresos y se ha dejado de liquidar algunas obras, lo que provoca un superávit en sus cuentas, pero que tiene un impacto concreto sobre la economía local, más tomando en cuenta que la Gobernación no es sujeto de retención de impuestos salvo en los asuntos hidrocarburíferos por regalías, y una rebaja en ese sentido no tendría ninguna repercusión en el territorio.

Recortar el gasto público y la inversión pública, especialmente en un departamento tan dependiente de los recursos de las regalías intermediados por su Gobernación, tiene consecuencias directas en el empleo y en lo social, como se evidencia en la calle en el día a día y también en las estadísticas, pues Tarija sigue siendo uno de los departamentos con mayor desempleo y mayor informalidad laboral.

En cualquier caso, Montes cerró esa etapa machacona en la que la crisis ha sido la culpable de casi todo y en base a la cual se han exigido sacrificios a todos los sectores. El asunto es importante en tanto Tarija lleva seis años destruyendo PIB y escuchando a sus dirigentes hablar de esa misma crisis provocada por el sobrendeudamiento en el que incurrió Lino Condori en su interinato 2011 – 2015, cuando no sabía decir que no, y cuyas disponibilidades presupuestarias certificaba el Ministerio de Economía de aquel entonces, cuyas previsiones evidentemente fallaron.

El año largo en el que la Gobernación de Tarija ha insistido en esto después de la última elección ha sido especialmente indigesto por salir de una pandemia y una crisis política de altas proporciones. Nadie encontró alivio en la austeridad. Sin embargo, Montes sigue teniendo rédito político para cambiar el ritmo y dirigirse a algún otro lugar, lugar que por cierto no ha detallado.

Tal vez en el futuro haya que subir otro escalón, buscar un enemigo externo – que con probabilidad será el Gobierno -, acusarlo de limitar las aspiraciones de Tarija y retomar la batalla apelando a lo identitario y lo comunal como han hecho casi todos sus antecesores, pero de momento, el nivel es el de tratar de darle forma a algo, en promover la inversión y estimular la adaptación del sector privado; el de garantizar el bienestar de sus ciudadanos y estimula el empleo.

Es el tiempo de verse en la cancha.


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