Un indigenismo que divide

Intereses transnacionales parecen esconderse detrás de las manifestaciones indígenas con un solo objetivo: poner en riesgo la unidad de Bolivia, tal como advertía el intelectual Andrés Soliz Rada

En estos días de debates entre wiphalas y patujús conviene más que nunca volver a buscar a Andrés Soliz Rada y su interminable reflexión acerca de los Estados inconstituidos, las semicolonias y la influencia de fuerzas endógenas en el boicot permanente para la construcción de la nación. Una de esas fuerzas identificada con meridiana claridad en uno de sus ensayos más célebres: “Pugna de modelos civilizatorios: indigenismo o Estados continente” es precisamente la de las ONG y su concepción indigenista.

Soliz Rada dedicó buena parte de su esfuerzo intelectual a evidenciar las conexiones entre las grandes ONG que operan en Bolivia y los grandes intereses transnacionales, pues son ellas mismas las que dentro del sistema ONU desde la Segunda Guerra Mundial se han encargado de difundir la doctrina y articular nuevos paradigmas desarrollistas en comunión y no en oposición con la banca, las petroleras, tabacaleras y otras empresas que las financian.

En esas, Soliz Rada advertía que el sobre reconocimiento de las naciones indígenas y la sobre dotación de poder acabaría amenazando la soberanía nacional, pues detrás de ellas se acurrucan otros intereses que prefieren negociar a escondidas con grupos pequeños que exponerse en grande. Los ejemplos son casi infinitos, especialmente en una Tarija petrolera como la nuestra.

Jorge Abelardo Ramos, profeta de la Patria Grande y padre de la izquierda nacional argentina - escribía premonitoriamente: “El imperialismo está extendiendo en América Latina un nuevo motivo de división. Con motivo del comienzo de la celebración del V Centenario de Descubrimiento de América, se han multiplicado las manifestaciones, ingenuas a veces, pérfidas otras, de repudio a la España de la Conquista y a la evangelización. Por el contrario, se glorifica a las razas indígenas…Muy noble resulta la tesis de la defensa de los indios. Pero muy sospechoso es el origen. Pues separar a las masas indígenas o negras, de las criollas o blancas de la actual Nación Latinoamericana, es acentuar las condiciones de esclavización general y de la balcanización hasta hoy lograda”.

Otro nacionalista como Marcelo Gullo señalaba con motivo de la muerte de Soliz Rada en 2016 que “Quizás de todas las grandes batallas libradas por Andrés Soliz Rada la que librara contra el “fundamentalismo indigenista”, haya sido la más trascendente. Es por ello que importa resaltar que Andrés Soliz Rada fue el primero en advertir que se estaban sembrando en Bolivia las semillas de su futura fragmentación territorial. Semillas que el imperialismo, oportunamente, regaría para hacerlas germinar cuando lo considerara conveniente”.

No hay que imaginar demasiado para reconocer qué intereses agitan unas banderas en el oriente boliviano de la tierra y la soya; cuáles en el trópico cochabambino, y cuáles en las alturas altiplánicas, ni tampoco para reconocer los bandos que, a poco que se encone la discusión, avanzarán hacia la colisión con un objetivo más o menos identificable: la destrucción de Bolivia.

Urge superar este debate ficticio, sacudirse imposturas y ratificar el compromiso con la Patria en estos tiempos en los que los enemigos se esconden detrás de cualquier bandera.


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