Entender Tarija

El Gobierno sigue sin entender las pulsiones elementales de un pueblo “libremente asociado”, rebelde ante la autoridad y que ha sacrificado territorio, medio ambiente y salud por un país que apenas lo conoce por sus tópicos

Una semana de alta emotividad entra en su recta final. Acabaron las elecciones, pasó el 15 de Abril, y ya se cuentan las horas para que el departamento empiece a andar con los nuevos equilibrios y lógicas que han impuesto los ciudadanos con su expresión de voto, sin embargo, los prolegómenos no parecen anticipar un cambio sustancial en la relación hoy por hoy más clave.

Entre el cierre de campaña del Movimiento Al Socialismo (MAS) - con su anecdótica amenaza de llevar vacunas “para el pueblo y no para los oligarcas tarijeños”, que finalmente no fue anécdota sino un elemento movilizador clave – y el discurso presidencial de la sesión de Honor por el 15 de Abril, ha venido a quedar patente la falta de conexión entre el Gobierno Nacional y las fibras sensibles del tarijeñismo.

Urge un reinicio en la relación desde la modestia, la humildad y la voluntad del reconocimiento, pues la conquista, sin duda, es imposible.

En la Asamblea, Arce dedicó apenas dos párrafos a describir el hecho histórico de la batalla de La Tablada como hito de la Independencia, para después decir que en el país hubo muchas iguales y pasar inmediatamente a describir lo mucho que su Gobierno hace por Tarija.

En su breve alocución – y en el tiempo dedicado también se expresa el cariño – no hizo una sola referencia a lo que Tarija aporta al país, a sus particularidades, a su lealtad o a su creatividad. Arce no habló de una Tarija que integra el país – desde el sacrificio, se podría añadir – y ni siquiera de un esfuerzo conjunto por el desarrollo de este lugar del mundo, tampoco de un Gobierno presente, sino de un Gobierno llegador cargado de regalos para entregar a uno de sus hijos más díscolos.

Este año, además, los “regalos” ni siquiera fueron generosos, 1.512 millones de bolivianos distribuidos en contrapartes y proyectos antigüísimos, como la doble vía Yacuiba – Villa Montes, que ahora es Yacuiba Pajoso (de tres kilómetros, no de ochenta), porque evidentemente la pandemia está golpeando duro, aunque el Gobierno prefiera adjudicar el problema al Gobierno de Jeanine Áñez, que evidentemente resultó nefasto pero que en estas cosas del populismo regalador no se podían encontrar diferencias entre unos y otros.

15 años después y a pesar de los muchos esfuerzos realizados desde Tarija, donde su votación ha ido creciendo lentamente, pero creciendo, el Gobierno sigue sin entender las pulsiones elementales de un pueblo “libremente asociado”, rebelde ante la autoridad y que ha sacrificado territorio, medio ambiente y salud por un país que apenas lo conoce por sus tópicos.

Es el MAS Tarija y, sobre todo, el ejército de comunicadores y estrategas a sueldo que ha mantenido por años el que tendría que haber explicado ya estas pulsiones básicas que permitieran cortar esta viciada relación y avanzar de verdad desde el reconocimiento mutuo, pero parece que demasiados viven cómodos en un pulso infinito que no suma nada, salvo en las cuentas familiares.

Urge un reinicio en la relación desde la modestia, la humildad y la voluntad del reconocimiento, pues la conquista, sin duda, es imposible.

 


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