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La debilidad del sistema eléctrico en Tarija

El SIN llegó a Tarija hace algo más de un lustro no por la necesidad de conectar estas tierras a la alta tensión, sino para que los cables llegaran hasta el Chaco, donde se instaló una planta termoeléctrica que quema gas tarijeño a cambio de casi nada

La situación de Servicios Eléctricos de Tarija (Setar) en Cercado no ha cambiado demasiado en tantos años de bonanza, y tampoco en los últimos de miserias. Cada lluvia más o menos intensa, los fusibles saltan y una buena parte de la ciudad se queda sin luz. Normalmente se encuentran excusas focalizadas: un interruptor, un cable, un poste que cayó, etc., aunque lo cierto es que simple y llanamente, el sistema no sirve.

Recordar el penoso papel de Setar en todos estos años no alivia la situación. Setar se construyó prácticamente a pulso en aquellos años en los que llevar los servicios básicos a los departamentos periféricos era una misión titánica, y por ende, olvidada por los políticos del centralismo, que nunca tuvieron voluntad heroica. De aquellos esfuerzos vienen los amores por una empresa, que sin embargo, ha dejado de dar el servicio deseado: el romanticismo no alumbra.

Sin entrar a valorar asuntos de corrupción, que siempre ha sonado, Setar ha sido sin duda un gran botín político para los administradores de la departamental desde siempre, tanto por la liquidez de su caja chica como por la enorme cantidad de puestos de trabajo con sueldos jugosos que se han ido creando.

Sin recursos, no hay plan de renovación sostenible que permita a la empresa ser viable en su rubro, el de la distribución de energía, ni siquiera siendo un monopolio, como lo es.

El problema, como con casi todas las empresas públicas mantenidas desde lo sindical, el gasto operativo de funcionamiento se ha ido comiendo cualquier provisión de futuro. Sin esos recursos, no hay plan de renovación sostenible que permita a la empresa ser viable en su rubro, el de la distribución de energía, ni siquiera siendo un monopolio, como lo es.

El Sistema Interconectado Nacional (SIN) llegó a Tarija hace algo más de un lustro no por la necesidad de conectar estas tierras a la alta tensión, sino para que los cables llegaran hasta el Chaco, donde se instaló una planta termoeléctrica que quema gas tarijeño a cambio de casi nada.

En Tarija lo vimos pasar y a algunos de nuestros políticos apenas se les ocurrió pedir regalías extraordinarias en lugar de algún plan que facilitara la instalación de empresas industriales al pie de la Termoeléctrica, donde se aprovecha la energía generada casi al 100%, y no a miles de kilómetros, donde buena parte se pierde en la transmisión. Como nada pasó, el SIN se acabó y ni siquiera se logró que las capitales principales quedaran conectadas a la red principal.

Una corriente de opinión trató de posicionar que Tarija estaba mejor sin el SIN, y también siempre se puede encontrar peores ejemplos: Bermejo es una tortura simple y llanamente, pero lo real es que es necesario acabar con esta incertidumbre a la que se somete a industrias y ciudadanos, y que cada año genera miles de bolivianos en pérdidas silenciosas o silenciadas.

Es preciso que todo el departamento cuente con un sistema de distribución eléctrica de garantías antes de empezar a pensar en otros grandes proyectos. Ojalá no se pierda otra campaña electoral entre promesas vacuas y compromisos escasos. 


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