Gobierno Constitucional
El país vuelve a la senda constitucional por la vía democrática que zanja una de las peores crisis políticas de la historia, pero que ha servido para que el país madure: el pueblo es hoy más soberano que nunca
Hoy arranca en Bolivia un nuevo ciclo constitucional después de una temporada en la que la letra muerta del texto adoptado por todos los bolivianos se convirtió en objeto interpretable. El Movimiento Al Socialismo (MAS), con un candidato legítimo y legal como Luis Arce Catacora, volvió a cosechar un triunfo rotundo en unas condiciones adversas.
Bastó un año de gestión de un Gobierno derechista como el de Jeanine Áñez y sus Demócratas como para que casi un 10% de los bolivianos que en 2019 optaron por dar un voto castigo al MAS retornara a las seguridades del proyecto nacional popular, huyendo de aventuras basadas en la subordinación a la ortodoxia liberal.
El ciclo deja enseñanzas importantes para los políticos y afirmaciones aún más importantes para el pueblo: cuando las ánforas hablan, los políticos deben atender a sus resultados y no pretender acomodarlos a sus circunstancias e intenciones, pues Bolivia es lo suficientemente digna como para hacerse escuchar.
Queda un buen precedente para la nación, los políticos deben honrar su palabra y escuchar al pueblo, pues la historia de la Patria se ha escrito casi siempre en sus calles.
El MAS se equivocó al subordinar el proceso de cambio a la figura de Evo Morales, que sin restarle mérito a sus logros, acabó haciendo enojar a una buena parte de la población que dijo basta. Sin embargo, la interpretación del “basta” que hicieron los partidos de oposición no se ajustó a la realidad del clamor popular. El Gobierno de Jeanine Áñez ha estado once meses criminalizando a más de la mitad de la población y hablando de un país que no existía, y los ciudadanos lo han puesto en su lugar a través de las ánforas.
El país está en crisis, pero al menos el origen político de muchos de sus males debe quedar zanjado. Por mucho que insista el grupo ruidoso que no acepta los resultados, las especulaciones sobre un fraude son “fantasiosas”, como dijo Salvador Romero, y todo el trabajo de las misiones internacionales así lo indica.
Queda un buen precedente para la nación, los políticos deben honrar su palabra y escuchar al pueblo, pues la historia de la Patria se ha escrito casi siempre en sus calles.
La palabra la tiene ahora Luis Arce Catacora, un Presidente que en su gestión como Ministro de Economía fue bastante moderado y muy keynesiano, pero que en su campaña ha explotado un perfil izquierdista, con el impuesto a las grandes riquezas, y el nacional popular, reivindicando la producción nacional como palanca de cambio.
El propio partido que sustenta al Gobierno ha comprometido una regeneración y un compromiso con los pilares fundamentales del proceso de cambio, lo que sin duda requiere de una atención pertinente. El MAS está a punto de garantizar una continuidad ejemplar del proyecto por encima de las personas, algo que no se ha dado en la mayoría de los países del entorno.
Nadie puede decir que todo lo vivido en estos últimos años ha sido en vano. Bolivia es hoy un país más maduro y más consciente de sus propias capacidades y fortalezas, un país que sigue caminando sobre su propio destino y que ambiciona su soberanía y su bienestar. Bolivia hoy es más libre.