Los dos tercios y el ruido como denominador común

La inoportuna modificación de los artículos procedimentales enrarece una transición que parecía ser modélica pese a los pedidos de Golpe de Estado y marca la tónica del inicio de la legislatura

El cierre de la legislatura más convulsa de la historia de Bolivia ha acabado con traca final: el MAS ha cambiado la exigencia de los dos tercios de apoyo en varios artículos procedimentales sobre el reglamento de debates en la última sesión, aprovechando para ello los dos tercios que tiene y que ya no tendrá.

En la letra muerta, los cambios hacen a los aspectos sobre el orden del día, las posibilidades de introducir leyes a último momento, cuestionar a un homólogo, etcétera. También la de ratificar embajadores y los ascensos de Fuerzas Armadas, Policía, que en la última gestión se hicieron por decreto. Todos es procedimental y los asuntos de fondo están protegidos en la Constitución Política del Estado (CPE), como la de los juicios de responsabilidades, nominaciones de altos funcionarios, cambios constitucionales y demás, en cualquier caso, el asunto cayó como bomba dentro de un proceso de transición/recuperación del mando que pretendía ser modélico y que venía cargado de buenos deseos mientras pequeños grupos vociferaban en las puertas de los cuarteles pidiendo Golpe de Estado.

La oposición ensaya argumentos para afrontar los próximos cinco años de legislatura sin caer en la irrelevancia

El asunto es altamente inoportuno en tanto enrarece el ambiente después de una contundente victoria del Movimiento Al Socialismo (MAS) que no requería de más explicaciones, y vuelve a dar argumentos a aquellos que dudan de su apego a la democracia liberal, pero tampoco debe llevarse a error: el MAS tiene la mayoría suficiente para aprobar las leyes ordinarias que desee durante toda la legislatura sin necesidad de acudir a negociaciones de fondo, ni tampoco a la ordinaria compra de votos en la que suelen derivar estos equilibrios desequilibrados más allá de los dos tercios.

El poder se ejerce, de la misma manera que lo ejerció Jeanine Áñez con la Gaceta Oficial del Estado y las amenazas constantes, pero todo tiene consecuencias. El MAS opta por entrar a una nueva legislatura con los ánimos algo más exaltados de lo que los había dejado el contundente resultado del 18 de octubre, pero también es cierto que es en esos escenarios de confrontación es donde el Instrumento se mueve a las mil maravillas.

A quien la decisión ha obligado a salir de su zona de confort ha sido al aún jefe de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, que hace diez días prometió quedarse como jefe de la oposición por muy difícil que esto parezca al no tener ni un curul en la Asamblea. Mesa cuestionó la decisión y se jugó el primer órdago de la legislatura: si el MAS no repone las exigencias de dos tercios, CC no asistirá a la posesión de Arce. Mesa ensaya así una posición que otros opositores han utilizado en otros países y que no ha logrado resultados, como en el caso de Venezuela, de presentar un Gobierno aislado.

Quien sale reforzado, nuevamente, es Luis Fernando Camacho y su discurso más extremista de oposición excluyente. Creemos busca razones para iniciar una ruta política independentista y todo apunta a que no le van a faltar excusas.

Quedan muchos meses por delante con una crisis sanitaria, social y económica que será difícil de enfrentar, ojalá los políticos puedan estar a la altura del desafío y no perderse en las ramas del procedimiento ni del silenciamiento. Es tiempo de trabajar por sacar a Bolivia adelante. 


Más del autor