La inestabilidad de YPFB
YPFB necesita una dirección concreta y una necesaria institucionalización que la proteja de las manos de corruptos y avivados para tratar de crecer y dar un servicio a la nación
En menos de once meses de Gobierno, YPFB ha cambiado cuatro veces de Presidente. Uno salió en medio de críticas, como el primer posesionado José Luis Rivero, al que no se le ocurrió otra cosa nada más asumir el cargo que decir que la mayor empresa de Bolivia “estaba quebrada”; otro en medio de escándalos de corrupción, que han dejado media docena de denuncias pendientes, como Herland Soliz y el último sale con la renuncia por asuntos de Salud, pero con el país sumido en la escasez de combustible, como Richard Botello.
La inestabilidad es una de las características más marcadas del Gobierno de Jeanine Áñez, que apenas mantiene en sus cargos a cinco ministros de los nombrados en noviembre – Murillo en Gobierno, López en Defensa, Coimbra en Justicia, Guzmán en Energía y, curiosamente, Víctor Hugo Zamora en Hidrocarburos.
La estabilidad del Ministro del área, que es además Presidente del Directorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), contrasta con la de la empresa, que no solo ha cambiado de Presidente Ejecutivo, sino también infinidad de Vicepresidencias, Gerencias y Direcciones de todos los colores y rubros.
La inestabilidad es una de las características más marcadas del Gobierno de Jeanine Áñez, que apenas mantiene en sus cargos a cinco ministros de los nombrados en noviembre: Murillo, López, Guzmán, Coímbra y, curiosamente, Víctor Hugo Zamora
Cuando la transición se preveía corta, la inestabilidad era anecdótica; cuando el Gobierno se convirtió en candidato empezó a preocupar un poco más, por la permanente instrumentalización, y cuando se retiró se encendieron las alarmas, por el sistema opaco con el que se maneja su actividad.
Soliz y Botello – el paso de Rivero fue tan fugaz que no cabe ni ponderación – eran básicamente dos Presidentes acomodados desde el poder empresarial. Soliz, hijo político de Rubén Costas, crecido en la Cainco, y Botello en una de las empresas prestadoras de servicios que se han enriquecido con la actividad de YPFB, especialmente después de su nacionalización, debido a su escasa institucionalización.
Los escándalos de los últimos meses en YPFB han tenido que ver con lo mundano: contrataciones a dedo de seguros de actividad; licitaciones de alimentación a precios desorbitados y compras de combustibles a precios superlativos que la Justicia, a su ritmo, recién empieza a indagar; pero también con lo divino: La YPFB transitoria ha enterrado la planta petroquímica de Yacuiba y ha negociado un anexo al contrato de exportación con Brasil que aún hoy, se mantiene secreto, pero que de lo que se sabe redujo las cantidades a entregar y asumió el coste de transporte hasta la frontera, perdiendo millones de dólares en la transacción.
Afortunadamente, las “amenazas” de Zamora de reflexionar y reorientar el sector han quedado en nada, pero once meses de estado catatónico con un sector en plena transformación y un mercado mundial en crisis se puede acabar pagando caro.
YPFB necesita una dirección concreta y una necesaria institucionalización que la proteja de las manos de corruptos y avivados para tratar de crecer y dar un servicio a la nación. Esperemos que, además, sea la correcta.