Setar y el dolor de cabeza

Los vientos de agosto dejaron a la ciudad dos veces a oscuras, en plena pandemia. La época de lluvias se acerca y todo indica que la capital tarijeña seguirá sufriendo de los cortes intempestivos

Han pasado casi cinco años desde que Servicios Eléctricos de Tarija (Setar) tiene su título habilitante bajo el brazo, una condición exigida por la normativa de electricidad que obligó incluso a hacer ciertas concesiones para garantizar que el monopolio de la distribución eléctrica seguía siendo de una empresa departamental.

En todo este tiempo, el fantasma de la intervención ha estado siempre vigente, y por momentos se evidenciaba como la mejor opción. A estas alturas es un camino que nadie puede descartar recorrer.

Servicios Eléctricos de Tarija sigue siendo hoy el mismo mastodonte administrado desde el cortoplacismo y la inmediatez; una empresa incapaz de dar respuestas

La recta final de la legislatura viene a coincidir con una profunda crisis sanitaria y económica que tendrá sus efectos a todos los niveles. Servicios Eléctricos de Tarija, que ha asumido el costo del servicio mientras se concilian cuentas con el Estado y la Gobernación para aplicar sus decretos, será también una de las damnificadas.

Convertida en botín político desde épocas inenarrables, la empresa ha pasado a ser una especie de cadáver asistido por respirador artificial, en este caso, la caja chica de la facturación, que todos los meses reportaba un buen flujo de entrada, además de los infinitos caminos alternativos diseñados para “agilizar” cualquier gestión concerniente a cualquier instalación.

Ni con el anterior gobierno ni con el actual, y a pesar de las perspectivas electorales de unos y otros, se ha logrado avanzar en ninguno de los proyectos que deberían haber contribuido a mejorar el servicio de distribución de energía eléctrica en el departamento. El Sistema Interconectado Nacional sigue cruzando nuestros cielos para llegar al Chaco y conectarse a la Termoeléctrica, pero no existe el sistema para que la ciudad pueda utilizar esa energía. Es ese proyecto que se conoce por el etéreo “anillo energético”.

El problema es que Setar no tiene espaldas financieras para acometer el proyecto por los asuntos antes citados, y mientras no haya un anillo energético sólido y estable, la “empresa de los tarijeños” seguirá funcionando con un sistema obsoleto de cables enmarañados y conexiones precarias, desafiando las inclemencias del tiempo y la naturaleza.

Los vientos de agosto dejaron a la ciudad dos veces a oscuras, en plena pandemia. La época de lluvias se acerca y todo indica que la capital tarijeña seguirá sufriendo de los cortes intempestivos que arruinan máquinas y estropean jornadas por la falta de previsión y la incapacidad en la gestión.

Servicios Eléctricos de Tarija sigue siendo hoy el mismo mastodonte administrado desde el cortoplacismo y la inmediatez; una empresa incapaz de dar respuestas a los tarijeños y que toma decisiones pensando en su supervivencia inmediata, y nada más.

Las facturas vuelven a correr en pocos días y las advertencias sobre los incrementos de tarifas empiezan a acumularse. Es hora de transparentar.


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