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Publicidad en redes sociales y las trampas de los políticos

Los políticos creen que inundando las redes sociales con su publicidad insulsa ganan votos; lo cierto es que todos se convierten en sospechosos de evasión de impuestos, y presuntos manipuladores de la información a su antojo

Desde que la prensa se consolidó como bien público imprescindible para la salud democrática de cualquier pueblo, el sueño de cualquier político, salvo honradas excepciones, ha sido siempre eliminarla. Unos han optado por estrategias más amigables, otros por guerras frontales contra los medios de comunicación, otros por la cooptación a través de dádivas económicas y otros por el hostigamiento desde cualquiera de las poderosas patas del Estado.

El ataque continuado del poder contra la prensa libre, unido a algunos desvaríos de la prensa más militante, ha contribuido a generar un caldo de cultivo basado en la desconfianza hacia las informaciones publicadas por los medios “tradicionales”. El político casi siempre sale favorecido en ese cuestionamiento, donde el foco se aparta de su acción y es respaldado por medios ¿modernos?

Las redes sociales vinieron a contribuir como ningún otro invento en esa vieja aspiración del político de llegar a sus electores sin intermediarios, en esa vieja técnica de enlatar su contenido en el envase de mejor apariencia y ponerlo a disposición de los usuarios sin intermediarios, y sin nadie que lo cuestione. La dinámica de las redes permite los comentarios, pero la misma dinámica permite filtrarlos y adulterarlos a través de fuertes inversiones.

A eso se han unido las grandes plataformas tecnológicas, como google, en cuya mediación entre los que generan contenido y lo buscan, ha encontrado un lucrativo negocio colocando publicidad, en este caso política, ajustada exactamente a las características que el político en campaña quiere.

La campaña electoral ha empezado, y la inmensa mayoría de los partidos, incluso aquellos que se llenan la boca con propuestas para “nacionalizar” las compras del Estado para apoyar la economía local, optan por contratar ingentes cantidades de publicidad en redes y google donde promocionarse, sin que nadie les pueda interpelar. Esas empresas no dejan un peso en impuestos y generan apenas media docena de puestos de trabajo en el área comercial, pero en los medios miramos para otro lado para que no nos digan que son celos profesionales u otras excusas.

La semana pasada la propia red Facebook desnudó una de las empresas organizada para generar contenidos de desinformación usando la red azul. Uno de los clientes favorecidos era el actual Gobierno de Bolivia, y que se ha deshecho en desmentidos con escasa credibilidad. El Gobierno también desembolsa millones en Facebook, pero los dueños de esta red saben que su negocio solo lo garantizan los verdaderos generadores de contenido local, que en este caso, somos los maltrechos medios de comunicación locales.

Los políticos creen que inundando las redes sociales con su publicidad insulsa ganan votos; lo cierto es que todos se convierten en sospechosos de evasión de impuestos, y presuntos manipuladores de la información a su antojo, pues el usuario de redes, al que se tilda de ignorante y manipulable, está por demás prevenido.

Sin duda que se viene una campaña intensa donde la desinformación y la mentira está a la orden del día. El País estará en primera línea contándole lo que pasa con honestidad y con acento tarijeño. No se olviden que cuando todo esto pase, ni Google ni Facebook podrán crear contenido local ni contar sus historias.

DESTACADO.- El objetivo siempre es eliminar al medio “tradicional”, ahogarlo o cooptarlo para que no haya ningún intermediario entre el mensaje y el lector, es decir, nadie que lo cuestione


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