El año escolar y los límites del Gobierno Áñez

La política es el arte de lo posible; gobernar es gestionar situaciones difíciles y alcanzar objetivos. El Ministerio de Educación está tirando un año a la basura por la incapacidad de crear alternativas y adecuarlas al país en el que se vive

Los problemas no son para el Gobierno de Jeanine Áñez. Al menos no los que no se puedan resolver con unos carajazos policiales y la bota militar. Aquellos que requieren estrategia de fondo y capacidad negociadora son sin duda una piedra en el zapato con la que no han sabido lidiar, aunque también podría ser el resultado de una siniestra estrategia de clase.

Ayer, el ministro de la Presidencia Yerko Núñez anunció la clausura del año escolar y la promoción automática de todos los estudiantes sin excepción. También dijo que los maestros fiscales seguirán cobrando íntegramente su sueldo. Es verdad que lo más importante de la escuela no son necesariamente los contenidos curriculares, sino el aprendizaje en comunidad y los valores. En este caso se está transmitiendo que después de cuatro meses de inacción y diez días de prueba, la rendición es una opción.

En la aplicación práctica, los escolares de colegios públicos perderán el año y tendrán que recuperar el contenido curricular en otros cursos, y los más pudientes podrán seguir aprendiendo

En la aplicación práctica, los escolares de colegios públicos perderán el año y tendrán que recuperar el contenido curricular en otros cursos. También algunos colegios de convenio, aunque probablemente los privados sigan avanzando en la currícula en lo que queda del año. Tal vez incluso con menos profesores, porque la “fuerza mayor” permite el despido libre.

La lógica es la misma que se ha impuesto en el tema de la salud y la crisis del Covid. Sin estrategia, negó hasta hace unas semanas las pruebas rápidas para todo como forma de acelerar la identificación y cortar los contagios. Cuando las aprobó, ya las clínicas y los laboratorios habían elaborado sus propios protocolos, con sus precios y todo lo demás. El que tiene, accede, el que no, ni modo.

La decisión es perjudicial para los estudiantes, sobre todo de los cursos altos, y también un problema para las familias, y aun con todo, no es una catástrofe de fin del mundo, pero si una evidencia que pone en cuestión la capacidad de hacer gestión del Gobierno de Jeanine Áñez, que además quiere seguir siendo Gobierno.

No se trata de excusar – sin generalizar -  al gremio del Magisterio, que en demasiadas ocasiones solo ve problemas y muy pocas veces se brinda a crecer y cambiar, pero después de cuatro meses no parece que se hayan hecho los suficientes esfuerzos para lograr que la gestión escolar, para todos, se retomase.

Núñez, como acostumbra, culpó al MAS y a los 14 años de Gobierno, y es verdad que la Ley Avelino Siñani no se ha sabido aplicar y ha sido un fracaso global, pero no se pueden ocultar – porque en cemento se ahorró poco - las decenas de colegios nuevos incluso en lugares remotos; la entrega de computadoras a profesores y a una gran cantidad de alumnos. Es verdad que el internet es un desastre en el país – y que la iniciativa privada nunca ha logrado mejorar -, pero ahí está Entel y un satélite infrautilizado que podían haberse alineado con una estrategia que es de prioridad nacional, porque Bolivia necesita más educación.

La política es el arte de lo posible; gobernar es gestionar situaciones difíciles y alcanzar objetivos. El Ministerio de Educación está tirando un año a la basura por la incapacidad de crear alternativas y adecuarlas al país en el que se vive. Rendirse era la peor opción.

 


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