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Talión, TSE y unas elecciones sin violencia

La Ley del Talión tiene sus riesgos y quien la aplica debe ser consciente que tiene poco que ver con la justicia. También debe ser capaz de calcular las reacciones, las fuerzas propias y recordar que las legitimidades se ganan en las ánforas

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha dado el paso definitivo y se adentra en su decisión más trascendental hasta el momento. Una decisión que no solo es trascendental para su estabilidad, sino para la estabilidad del país y de la propia democracia. La Sala Plena ha aceptado una de las denuncias contra el Movimiento Al Socialismo (MAS) y hasta este jueves, el partido de Evo Morales y Luis Arce Catacora debe presentar los descargos correspondientes.

El asunto es mucho más complejo que una simple decisión técnica, primero por lo mucho que hay en juego, segundo por la indescriptible presión que los poderes del Estado están ejerciendo sobre el poder electoral.

Evidentemente es tarde para recordar que la norma que prohíbe a los partidos difundir “encuestas internas” tenía el objetivo de evitar difundir bulos y se basa en la concepción general de la democracia en el país que parecen sustentar las leyes en ese sentido: los bolivianos somos ignorantes y perfectamente manipulables por cualquiera.

Esta concepción mezquina del poder político hacia sus gobernados debía ser corregida mediante la educación, ese único bien público capaz de cambiar las estructuras, pero sin embargo ha empeorado: de prohibir la difusión se ha pasado a cuestionar incluso comentarios simples o campañeros.

Así las cosas, el Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido más grande del país y el único con estructura operativa en todos los rincones del territorio, está a punto de perder la personería por los comentarios imprudentes de su candidato.

Será el TSE el que deba definir esta suerte en medio de una fuerte presión hacia su presidente, Salvador Romero, muy preocupado por su legado, y donde el ejecutivo ha empleado a fondo al más excesivo de sus ministros: Arturo Murillo.

Los argumentos y justificaciones de unos y otros están más que claros. Para el MAS solo fue un comentario respondiendo a preguntas de un periodista, en el que tiró un porcentaje pero sin premeditación. Además, dicen, el calendario electoral está suspendido. Para sus contendientes, Arce incurrió en una falta similar a la que en 2015 le costó la elección a UD y por lo tanto, como entonces, no debe haber contemplaciones.

El TSE deberá entrar a valorar precisamente si lo de Arce y lo de UD en 2015 es lo mismo, pero en el fondo, lo que está en juego es mucho más que eso.

La crisis de noviembre se zanjó con un acuerdo interinstitucional y multipolar por la salida democrática con la participación de todos los actores en unas elecciones limpias. Hoy, claro, nadie se acuerda de noviembre.

La Ley del Talión tiene sus riesgos y quien la aplica debe ser consciente que tiene poco que ver con la justicia. También debe ser capaz de calcular las reacciones, y las fuerzas propias. Las legitimidades se ganan en las ánforas, y mientras el proyecto del MAS no sea derrotado en una competencia limpia y justa, la sombra de la sospecha planeará sobre quien quiera ejercer el poder en el país y eso no perjudica a este partido o al otro o al otro, perjudica a todos los bolivianos que solo buscan crecer y vivir en paz.

DESTACADO.- El TSE deberá entrar a valorar si lo de Arce y lo de UD en 2015 es lo mismo, pero en el fondo, lo que está en juego es mucho más que eso.

 

 


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