El despropósito municipal

La Alcaldía maneja dos discursos: un supuesto colapso inevitable del puente San Martín y culpar a Cosaalt por no haber arreglado el sistema. Ninguno justifica el hecho de no haber apuntalado y salvaguardado la tubería matriz

Más de 24 horas después, el Gobierno Municipal no puede explicar qué sucedió realmente entre los pilares del puente San Martín, que dejando de lado el puente, del que más abajo nos ocuparemos, acabó derrumbando la tubería matriz que desde hace más de medio siglo transporta el agua potable hasta el depósito de La Loma, que luego lo distribuye en media ciudad.

Las explicaciones de las más altas autoridades se contradicen en el punto esencial, aunque el resultado es evidente: nadie tomó las previsiones suficientes para evitar que la tubería se rompiera y dejara - como ha dejado - sin agua a más de 30 barrios populares en pleno encapsulamiento y en plena batalla contra un virus en el que la única consigna que se repite hasta la saciedad como efectiva es: lávate las manos.

El colapso del puente San Martín parece ser una especie de guinda maldita de una gestión que, por si fuera poco, se viene prolongando más de la cuenta.

El problema del agua vuelve a sacudir Tarija en medio de la pandemia y eso que en lo que va de legislatura, el Gobierno Municipal de Rodrigo Paz ha anunciado dos veces que había acabado con el estiaje en el municipio y que se garantizaba el suministro para cincuenta años, algo que al parecer no es presente, sino futuro.

La primera vez que “arregló” el problema de agua tuvo que ver con los diez tanques de emergencia gestionados en plena campaña de 2014-2015; la segunda, con una inversión faraónica pensada para cuando Tarija quintuplique su necesidad de agua – ojalá no su población -. La cuestión es que ninguno de esos sistemas ha servido para atender la emergencia provocada por la falta de previsión en un momento especialmente delicado.

La Alcaldía maneja dos discursos para justificar la falta de previsión: un supuesto colapso inevitable del puente San Martín y culpar a Cosaalt por no haber arreglado el sistema. Ninguno justifica el hecho de no haber apuntalado y salvaguardado la tubería matriz.

Culpar a Cosaalt cuando llevas toda la legislatura haciendo inversiones en agua y saneamiento resulta una mera excusa. Hablar de la vida útil de un puente inaugurado en 1952 sin presentar un solo documento pericial que lo atestigüe parece tener más que ver con las ansias de justificación.

Cualquiera que pasara por encima del puente San Martín en día ordinario podía sentir sus carencias, pero el mantenimiento básico no tiene que ver con el “cumplimiento de la vida útil”, pues hacer ciudad también depende de cuidar la herencia recibida.

El colapso del puente San Martín parece ser una especie de guinda maldita de una gestión que, por si fuera poco, se viene prolongando más de la cuenta. Rodrigo Paz no movió el botadero, no “ordenó” la ciudad, no ordenó el transporte – aunque sí concedió un alza de tarifa -, no transparentó la gestión, no abrió la segunda circunvalación, no recuperó al compadre río Guadalquivir, subió la recaudación de impuestos y, aunque se empeñó en hacer un puente que nadie pidió, no dejará la ciudad con un puente más sino con uno menos.

Concentrados en lo que estamos, que es la pandemia, tal vez no sea el momento de pedir responsabilidades a nadie, pero las hay. Vaya que las hay.


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