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La muerte de Carla nos deja...

La muerte de Carla nos deja un abismo en el estómago de quienes tenemos hijos, nos deja el corazón estrujado, la impotencia sembrada y ese miedo absurdo con sabor a nada que sentimos cuando hablamos de seguridad. La muerte de Carla nos deja mil interrogantes sobre el accionar policial, nos...

La muerte de Carla nos deja un abismo en el estómago de quienes tenemos hijos, nos deja el corazón estrujado, la impotencia sembrada y ese miedo absurdo con sabor a nada que sentimos cuando hablamos de seguridad.

La muerte de Carla nos deja mil interrogantes sobre el accionar policial, nos deja el descontento de siempre frente a la actuación de los gobiernos de turno y ese pulsímetro en cero que creíamos avanzar con nuestras cientos de protestas.

La muerte de Carla nos deja frustrados una vez más, pensando si verdaderamente nuestros propios hijos cumplirán sus sueños o nos los arrebatarán antes de tiempo, víctimas no solo de gente enferma sino de un Estado que ignora la emergencia y tras fallar en las pesquisas previas se conforma con dar con los culpables del caso.

La muerte de Carla nos deja la estúpida duda constante de ¿por qué suceden estos delitos? Y entonces nos deja un sinfín de respuestas de quienes con sus tecnicismos culpan a la delincuencia, a la pobreza, al desempleo, a las redes sociales, a todo, pero que nunca resuelven nada.

La muerte de Carla nos deja cifras y estadísticas que lo único que nos dicen es que continuamos sumando- que seguimos muriendo- que mañana puede ser nuestra madre y pasado nuestra hermana. Y otra vez embalsamados en números comparamos los feminicidios de este año con los del pasado año y hablamos de porcentajes hasta el punto de sorprendernos.

La muerte de Carla nos deja negándonos que vivimos en medio de una sociedad, cuya mayoría normaliza la violencia, que lucra y consume en redes sociales las imágenes de las víctimas, que cosifica a las mujeres, que no enseña con enfoque de género y que si no le pasa a su hija entonces no hay problema.

La muerte de Carla nos deja una vez más pensando en las “benditas” leyes, en las fórmulas de luchar contra este delito, nos deja también un poco odiando la política y reclamando atención a lo más importante, a lo más urgente.
La muerte de Carla nos deja aterrorizados, tratando de dar seguridad a nuestros hijos por cuenta propia, inventado mil formas en la cabeza de garantizar que retornen sanos y salvos a casa.

Carla –víctima de feminicidio- cursaba el tercero de secundaria en el colegio 25 de Mayo, era la segunda hija de su familia. Uno de sus principales sueños era celebrar sus quince años con una fiesta, soñaba con todos los detalles de esa celebración. Está de más decir que todo ese sueño inocente le fue arrebatado. El día de su cumpleaños se reunirán todos sus familiares.

Basta este triste pasaje para comprender, al menos un poco, el dolor inmenso de los padres de esta niña, cuya muerte nos deja finalmente encendidos en rabia y apagados cuando vemos el rostro de nuestros hijos y nos preguntamos qué haríamos si les llegara a suceder lo mismo.

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