Cuando la estabilidad económica es de lo poco que queda
El gobierno transitorio ha salido a afirmar que se garantiza mantener el tipo de cambio, además de la continuación del pago de bonos sociales y la libre exportación. La intención, definitivamente, es tratar de mantener la tranquilidad sobre la economía. Quizá uno de los pocos aciertos en...
El gobierno transitorio ha salido a afirmar que se garantiza mantener el tipo de cambio, además de la continuación del pago de bonos sociales y la libre exportación. La intención, definitivamente, es tratar de mantener la tranquilidad sobre la economía. Quizá uno de los pocos aciertos en los primeros días del nuevo gobierno.
La situación en el país es extremadamente delicada. Tanto el gobierno como el MAS intentan dar ciertas señales de acercamiento y de diálogo, aunque con retrocesos y contradicciones, mientras en las calles hay excesos absolutamente inaceptables de la fuerza pública y de ciertos grupos, sean manifestantes o infiltrados, o ambos. La violencia se acerca a niveles muy peligrosos.
Ante esta desastrosa situación, una de las pocas buenas noticias en estos días fue el mencionado anuncio del nuevo Ministro de Economía, José Luis Parada, que brinda algo de tranquilidad a la ciudadanía que vive el día a día, al menos en el corto plazo.
La estabilidad del tipo de cambio en momentos como este es crucial. Una devaluación ahora sería crítica, no solo por el hecho en sí mismo, sino por el efecto en cadena que pueda causar.
Ya lo había advertido acertadamente el exministro Luis Arce Catacora: una de las mayores amenazas que conllevaría una hipotética devaluación cambiaria es la inflación consecuente, más aun considerando que el tipo de cambio fijo en un principio estableció como mecanismo de control de la inflación, aprovechado después para apuntalar una mayor y bienvenida bolivianización.
Además, al ser este un gobierno de transición, sería peligrosamente desacertado que asuma medidas que intenten cambiar el rumbo de la economía.La continuidad de los bonos sociales también es un acierto, ya que muchas personas, en particular aquellas que están por debajo de los umbrales de pobreza extrema y moderada, cuenta con estos recursos para garantizar ciertas condiciones básicas de vida.
Bastante se ha criticado a los bonos por ser medidas ortodoxas (aceptadas y promovidas incluso por el Banco Mundial y el FMI) que no atacan las causas estructurales ni históricas de la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, sus efectos sobre la reducción de la pobreza -especialmente extrema- están documentados, y las cifras que Bolivia ostenta en esta materia a nivel internacional hablan por sí solas.
Por tanto, sería un desacierto su eliminación, al menos hasta que se den los pasos adecuados hacia una efectiva transición estructural de la economía.Por ahora, se está garantizando que la población boliviana pueda seguir yendo a los mercados con los ingresos que percibe, a comprar los bienes imprescindibles para su subsistencia, sin verse agobiada por precios exorbitantes y escasez desesperante.Este es un logro de la propia población, pero cuya confianza y medios de vida recaen en las señales mínimas que se den desde la economía. Por ahora se aguanta, pero la violencia amenaza con dinamitarlo todo.
Por eso y mucho más, la condenamos sin importar el bando ni la razón. Bolivia necesita paz.
La situación en el país es extremadamente delicada. Tanto el gobierno como el MAS intentan dar ciertas señales de acercamiento y de diálogo, aunque con retrocesos y contradicciones, mientras en las calles hay excesos absolutamente inaceptables de la fuerza pública y de ciertos grupos, sean manifestantes o infiltrados, o ambos. La violencia se acerca a niveles muy peligrosos.
Ante esta desastrosa situación, una de las pocas buenas noticias en estos días fue el mencionado anuncio del nuevo Ministro de Economía, José Luis Parada, que brinda algo de tranquilidad a la ciudadanía que vive el día a día, al menos en el corto plazo.
La estabilidad del tipo de cambio en momentos como este es crucial. Una devaluación ahora sería crítica, no solo por el hecho en sí mismo, sino por el efecto en cadena que pueda causar.
Ya lo había advertido acertadamente el exministro Luis Arce Catacora: una de las mayores amenazas que conllevaría una hipotética devaluación cambiaria es la inflación consecuente, más aun considerando que el tipo de cambio fijo en un principio estableció como mecanismo de control de la inflación, aprovechado después para apuntalar una mayor y bienvenida bolivianización.
Además, al ser este un gobierno de transición, sería peligrosamente desacertado que asuma medidas que intenten cambiar el rumbo de la economía.La continuidad de los bonos sociales también es un acierto, ya que muchas personas, en particular aquellas que están por debajo de los umbrales de pobreza extrema y moderada, cuenta con estos recursos para garantizar ciertas condiciones básicas de vida.
Bastante se ha criticado a los bonos por ser medidas ortodoxas (aceptadas y promovidas incluso por el Banco Mundial y el FMI) que no atacan las causas estructurales ni históricas de la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, sus efectos sobre la reducción de la pobreza -especialmente extrema- están documentados, y las cifras que Bolivia ostenta en esta materia a nivel internacional hablan por sí solas.
Por tanto, sería un desacierto su eliminación, al menos hasta que se den los pasos adecuados hacia una efectiva transición estructural de la economía.Por ahora, se está garantizando que la población boliviana pueda seguir yendo a los mercados con los ingresos que percibe, a comprar los bienes imprescindibles para su subsistencia, sin verse agobiada por precios exorbitantes y escasez desesperante.Este es un logro de la propia población, pero cuya confianza y medios de vida recaen en las señales mínimas que se den desde la economía. Por ahora se aguanta, pero la violencia amenaza con dinamitarlo todo.
Por eso y mucho más, la condenamos sin importar el bando ni la razón. Bolivia necesita paz.