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La necesidad de industrializar

Pasan los años, suman las promesas, y la industrialización sigue avanzando a una velocidad excesivamente lenta para lo que se acostumbra y se percibe en el entorno. La falta de decisión en momentos clave ha llevado al plan post nacionalización a una situación de estancamiento, que...

Pasan los años, suman las promesas, y la industrialización sigue avanzando a una velocidad excesivamente lenta para lo que se acostumbra y se percibe en el entorno. La falta de decisión en momentos clave ha llevado al plan post nacionalización a una situación de estancamiento, que ciertamente necesita de una reflexión en profundidad que permita trazar los objetivos reales, pero sobre todo, evitar que caiga en un pantano de cobardías y subordinaciones como las de antaño. El país viene arrastrando las demoras con las que se construyeron las dos plantas separadoras de líquidos, la de Río Grande y la de Yacuiba, que sufrieron escenarios de desestabilización durante todo el proceso, y que costó más de lo previsto sacarlas adelante. Río Grande apenas venía a tratar una sexta parte del gas que se enviaba a Brasil en los buenos tiempos, es decir, una sexta parte de los 30 millones de metros cúbicos de gas que se podían nominar diariamente. Aquella planta, que se inauguró en mayo de 2013 y ha servido para abastecer GLP para todo el país y además, lograr la materia prima para la planta de urea y amoniaco cuya producción incluso es suficiente para la exportación Aquella planta, que se inauguró en mayo de 2013 y ha servido para abastecer GLP para todo el país y además, lograr la materia prima para la planta de urea y amoniaco cuya producción incluso es suficiente para la exportación. Esto solo con el tratamiento de una sexta parte del gas para extraer sus licuables. La planta, sin embargo, recibe furibundos ataques desde diferentes sectores y desde hace demasiado tiempo. Empezando por la ubicación y continuando por una supuesta falta de competitividad, como si la urea china no tuviera que pagar transporte. Lo cierto es que con apenas seis millones de metros cúbicos de gas procesado, se han logrado tapar ciertos servicios como el del GLP e ingresar en una etapa desconocida, pues más allá de lo propagandístico, por primera vez Bolivia está utilizando su gas en su industria. La planta Separadora de Yacuiba, sin embargo, es de una dimensión mucho mayor, pues preveía tratar todo el gas que según contrato se iba a exportar a la Argentina hasta 2026 y que sumaba 27 millones de metros cúbicos diarios. El proyecto es también mucho más ambicioso que producir fertilizantes, que al final incide en la vocación agrícola, sino que preveía generar la simiente de una industria del plástico inédita en el país. Sin embargo, las demoras han ido dejando atrás un proyecto que requería de una inversión grande, evidentemente, pues de lo que se trataba era de cambiar la historia del país. La indefinición ha ido lastrando también el necesario apoyo privado que debía aparecer en forma de iniciativas aprovechando las materias primas industrializadas. El Ministerio hace bien en tomar las previsiones necesarias, en verificar hasta el último dato, y en ese sentido, la nueva licitación de la ingeniería básica parece un paso prudente. Pero los cálculos, sin embargo, necesitan hacerse con una determinada voluntad política que apuesten por una Bolivia digna y soberana, y que a veces se esconde entre tanto griterío.  

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