Chistes, banderas, campañas, muertas
Por donde se miren, las cifras de feminicidios en Bolivia son aberrantes. Una mujer cada tres días pierde la vida a manos de su pareja o expareja. En un país de apenas diez millones de habitantes la cifra es intolerable y nos sitúa en los promedios más altos del continente. Bolivia suma hasta...
Por donde se miren, las cifras de feminicidios en Bolivia son aberrantes. Una mujer cada tres días pierde la vida a manos de su pareja o expareja. En un país de apenas diez millones de habitantes la cifra es intolerable y nos sitúa en los promedios más altos del continente. Bolivia suma hasta julio 79, Argentina 149, el doble en un país con 40 millones de ciudadanos.
El asunto requiere todas las acciones posibles desde todos los vértices: judiciales, educativas, de gestión, de capacitación y políticas, aunque las que menos necesitamos son las acciones electorales en tiempos de campaña.
La convocatoria de la marcha paceña del pasado viernes tuvo diferentes desinteligencias juntas. Para empezar, se convocó el día en que la ONU ha convocado a recordar y reflexionar para proteger a las víctimas menores de la violencia sexual, un flagelo que en Bolivia es igualmente lacerante al extremo y que aunque en muchos casos comparten raíces y diagnósticos similares para su prevención, no conviene mezclar al calor del momento como si al final todo fuera más o menos lo mismo y por lo tanto, tanto da que da lo mismo.
Pocas veces una activista tan controvertida como María Galindo ha generado tanta empatía entre los bolivianos como cuando se la vio quebrada en la fachada de la Casa Grande del Pueblo condenando la manipulación de un asunto tan delicado y que tanto ha costado posicionar como problema real en Bolivia.
De las “perforadoras perforadas” al “cama adentro Patrón encima” pasando por las “jovencitas preparadas” en el Chapare. Esas, otras y sobre todo, las reacciones posteriores, calculadas, los silencios en todos los estamentos del partido, son las que han indignado una y otra vez a las activistas en la repentina conversión a la causa
Porque ese es uno de los principales problemas en la violencia de género, la normalización absoluta que todavía subsiste en una gran mayoría de las familias bolivianas y que se transmite de generación en generación; el sentimiento de que son asuntos domésticos o peor, el de que alguien se lo había buscado.
No tardó en circular el video compendio de las muchas frases y gestos machistas de ningún gusto que el presidente y sus aliados han ido “regalando” en sus años de gestión, hasta hace bien poco. Bien bien poco. De las “perforadoras perforadas” al “cama adentro Patrón encima” pasando por las “jovencitas preparadas” en el Chapare. Esas, otras y sobre todo, las reacciones posteriores, calculadas, los silencios en todos los estamentos del partido, son las que han indignado una y otra vez a las activistas en la repentina conversión a la causa.
La ola feminista recorre el mundo y se ha convertido en una de las banderas más intensas de estos tiempos. Difícilmente el MAS podrá convertirse en un partido feminista a estas alturas. Tampoco es seguro que lo pretenda, pues por el país circulan otras muchas banderas que en ocasiones son contrapuestas, pero clamar contra los feminicidios es un gesto de riesgo cero.
Nadie puede dudar tampoco de que el mensaje que manda Evo Morales tomando esta bandera, sobre todo para sus leales, para aquellos que viven del día, que no están en debates de paraninfo… es poderoso. Una especie de parteaguas que, seguramente, hubiera caído mejor después de un acto de constricción.
Ojalá el gesto haya sido producto de una reflexión profunda del sector feminista del MAS hacia su jefe supremo y que venga acompañado de medidas reales – que se miden en términos de presupuesto, no de asistentes -, pues de lo contrario la ficción explotará como un boomerang.
Solo hay que esperar al próximo chiste para saber si algo ha cambiado.
El asunto requiere todas las acciones posibles desde todos los vértices: judiciales, educativas, de gestión, de capacitación y políticas, aunque las que menos necesitamos son las acciones electorales en tiempos de campaña.
La convocatoria de la marcha paceña del pasado viernes tuvo diferentes desinteligencias juntas. Para empezar, se convocó el día en que la ONU ha convocado a recordar y reflexionar para proteger a las víctimas menores de la violencia sexual, un flagelo que en Bolivia es igualmente lacerante al extremo y que aunque en muchos casos comparten raíces y diagnósticos similares para su prevención, no conviene mezclar al calor del momento como si al final todo fuera más o menos lo mismo y por lo tanto, tanto da que da lo mismo.
Pocas veces una activista tan controvertida como María Galindo ha generado tanta empatía entre los bolivianos como cuando se la vio quebrada en la fachada de la Casa Grande del Pueblo condenando la manipulación de un asunto tan delicado y que tanto ha costado posicionar como problema real en Bolivia.
De las “perforadoras perforadas” al “cama adentro Patrón encima” pasando por las “jovencitas preparadas” en el Chapare. Esas, otras y sobre todo, las reacciones posteriores, calculadas, los silencios en todos los estamentos del partido, son las que han indignado una y otra vez a las activistas en la repentina conversión a la causa
Porque ese es uno de los principales problemas en la violencia de género, la normalización absoluta que todavía subsiste en una gran mayoría de las familias bolivianas y que se transmite de generación en generación; el sentimiento de que son asuntos domésticos o peor, el de que alguien se lo había buscado.
No tardó en circular el video compendio de las muchas frases y gestos machistas de ningún gusto que el presidente y sus aliados han ido “regalando” en sus años de gestión, hasta hace bien poco. Bien bien poco. De las “perforadoras perforadas” al “cama adentro Patrón encima” pasando por las “jovencitas preparadas” en el Chapare. Esas, otras y sobre todo, las reacciones posteriores, calculadas, los silencios en todos los estamentos del partido, son las que han indignado una y otra vez a las activistas en la repentina conversión a la causa.
La ola feminista recorre el mundo y se ha convertido en una de las banderas más intensas de estos tiempos. Difícilmente el MAS podrá convertirse en un partido feminista a estas alturas. Tampoco es seguro que lo pretenda, pues por el país circulan otras muchas banderas que en ocasiones son contrapuestas, pero clamar contra los feminicidios es un gesto de riesgo cero.
Nadie puede dudar tampoco de que el mensaje que manda Evo Morales tomando esta bandera, sobre todo para sus leales, para aquellos que viven del día, que no están en debates de paraninfo… es poderoso. Una especie de parteaguas que, seguramente, hubiera caído mejor después de un acto de constricción.
Ojalá el gesto haya sido producto de una reflexión profunda del sector feminista del MAS hacia su jefe supremo y que venga acompañado de medidas reales – que se miden en términos de presupuesto, no de asistentes -, pues de lo contrario la ficción explotará como un boomerang.
Solo hay que esperar al próximo chiste para saber si algo ha cambiado.