La crisis que no es crisis

El anuncio de Pil Andina SA de “invitar” a sus trabajadores a acogerse a un plan de retiro voluntario, debido a las dificultades económicas que atraviesa la empresa lechera, da cuenta de la situación de diversas empresas formales en Bolivia, pese a ser en realidad propiedad del Grupo GLORIA...

El anuncio de Pil Andina SA de “invitar” a sus trabajadores a acogerse a un plan de retiro voluntario, debido a las dificultades económicas que atraviesa la empresa lechera, da cuenta de la situación de diversas empresas formales en Bolivia, pese a ser en realidad propiedad del Grupo GLORIA SA, una especie de transnacional regional.

 

De hecho, según el sitio web del Grupo GLORIA, éste se autodefine como un “conglomerado industrial de capitales peruanos” con negocios en Perú y otros países del continente, como Bolivia, Colombia, Ecuador, Argentina y Puerto Rico. Además, las actividades de este conglomerado no se limitan al sector de lácteos y alimentos, sino que incluye también el cemento, papeles, agroindustria, transporte y servicios.

 

No es, por tanto, una empresa boliviana de esas muchas -especialmente pequeñas, micro y medianas- que luchan por surgir y consolidarse en el difícil ambiente empresarial nacional. Al contrario, es una transnacional peruana que goza de un importante margen de maniobra y de economías de escala en distintos sectores productivos, lo que le permite contar con un abanico de opciones a la hora de salvaguardar sus intereses. Incluyendo el “retiro voluntario” de trabajadores.

 

Lo que sí, el comunicado de Pil Andina advierte de algunos de los problemas evitables (no todos) que padecen todas las empresas bolivianas: “la crisis internacional de la leche marcada por la caída del precio internacional; la importación de productos similares a menores precios, más los incrementos salariales impuestos desde 2006”.

 

A esta específica lista se debe añadir el del segundo aguinaldo -que parece no afectar a las empresas grandes y a las transnacionales, pero sí, y mucho, a las micro y PyMEs- y el de la presión tributaria, considerada como una de las más elevadas a nivel internacional.

 

Al respecto, la economista e investigadora Tania Aillón afirma que, “son emblemáticos, en este sentido, los cierres de empresas como Enatex, Punto Blanco, Polar, Cerámica Victoria, la planta textil Hilbo, la

empresa Hitrabol”, así como el caso de los pequeños productores de textiles de Santa Cruz, quienes “en un contexto de recesión económica, no han podido resistir a las cargas laborales, el contrabando de ropa y la venta de prendas usadas”.

 

Para esta experta de tendencia marxista, “los despidos en la fase recesiva del ciclo emergen de un proceso de racionalización en las empresas capitalistas”, y se trata de “una centralización de capitales que aparece como la contrapartida dialéctica del proceso de concentración de capital que se vivió en la fase de auge económico”.

 

Sin embargo, esta opción no está al alcance de la abrumadora mayoría de las empresas nacionales, cuyo declive además viene acompañado del aumento de la informalidad y de la precarización de los trabajos. Las políticas estatales respecto al empresariado privado nacional deben ser cuidadosamente revisadas, y no nos referimos al poderoso sector agroindustrial ni a las transnacionales que operan en el país, que ya gozan de demasiados privilegios, sino de todas las demás. Bolivia se debe construir también desde abajo.

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