La épica del periodismo en Bolivia

Desde hace demasiado tiempo, el día del periodista boliviano se celebra en el gremio cada vez con más rabia, con toda probabilidad porque el oficio tiene cada vez más de épico en esta coyuntura que estamos viviendo en el país, y es precisamente este día en el que nos permitimos hablar un...

Desde hace demasiado tiempo, el día del periodista boliviano se celebra en el gremio cada vez con más rabia, con toda probabilidad porque el oficio tiene cada vez más de épico en esta coyuntura que estamos viviendo en el país, y es precisamente este día en el que nos permitimos hablar un poco más de nosotros mismos.

El negocio de la comunicación ha evolucionado de tal manera, que de tanto adaptarnos a los cambios a velocidades siderales, los periodistas nos hemos vuelto medio locos, medio inseguros, medio raros tal vez; quien más quien menos se ha sentado en un rincón a preguntarse si realmente lo que hace vale la pena y si hay motivos o no para salir al día siguiente a la calle, a la plaza, a hacer horas infinitas de guardia frente al Concejo, frente a la Asamblea, frente al despacho de aquel director que sabes que no va a querer hablar… Peor ahora que quien más quien menos se ha contratado un hermano comunicador – no periodista – que le pone excelentes tuits y singulares post en instagram, y que si es preciso, elabora un comunicado lleno de adjetivos para dar su posición.
Quien más quien menos se ha sentado en un rincón a preguntarse si realmente lo que hace vale la pena y si hay motivos o no para salir al día siguiente a la calle… hasta que habla el Gobierno y queda claro porqué es necesario
Hay momentos en los que se mira alrededor y se paran los pelos; mentiras grosas repetidas decenas de veces en redes sociales y en más de un pseudomedio al servicio de un interés político concreto ganan espacio. El tiempo de la comunicación total y del acceso a la información sin fronteras no nos ha convertido en ciudadanos más críticos ni más informados, sino que ha conformado una especie de sociedad caníbal, que engulle información y cree en lo que realmente quiere creer y desconfía de todo lo demás. Los medios y los periodistas son más necesarios que nunca, aunque nadie lo quiera reconocer.

Y entonces llega el Gobierno y bromea con la libertad de expresión; con lo de la Ley de la Mentira o con la función de unos y otros; y entonces la cosa recupera su sentido. El panorama mediático en Bolivia es especialmente duro por varios factores, pero principalmente porque hemos llegado tarde a la transformación digital y porque el Gobierno/Estado/Partido ha decidido declarar la guerra a cualquier pensamiento crítico divergente que florezca en el país. Una cosa y la otra están íntimamente relacionadas y es probable que la segunda provocara la primera.

El Día del Periodista Boliviano no es un día para lamentarnos, sino para mirarnos los unos a los otros a los ojos, y reconocernos orgullosamente vivos. No es un día para hacer planes de futuro, ni siquiera es para reflexionar sobre los caminos que deberíamos seguir, los proyectos que urge implementar, la necesidad de buscar nuevos cauces de comunicación con el lector/usuario/miembro de la comunidad; no es un día para hablar del periodista/marca, ni de la producción independiente ni de la necesidad de blanquear las líneas editoriales por respeto a un lector que busca sinceridad.

El Día del Periodista es un día para decir que aquí estamos; que somos muchos y que amamos lo que hacemos; y que lo seguiremos haciendo. Es un día para recordarle al poder que siempre habrá locos por este oficio.

Desde la dirección del diario El País les mandamos un fraternal abrazo y muchas felicidades a todos los compañeros periodistas locos que miran a los ojos.

Feliz día del Periodista

 

 

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