Al obrero
Loor a ti valiente obrero que taladras prisionero, de la tierra las entrañas; mientras el alba gozosa tiñe de nieve y rosa; y mientras los pájaros garleros cantan alegrías y tristezas, de amores que vinieron en la noche otoñal, a la venida de un astro...
Loor a ti valiente obrero
que taladras prisionero,
de la tierra las entrañas;
mientras el alba gozosa
tiñe de nieve y rosa;
y mientras los pájaros garleros
cantan alegrías y tristezas,
de amores que vinieron
en la noche otoñal,
a la venida de un astro sentimental.
Loor a ti valiente gladiador,
que, con tu ternura y amor,
conquistas en este mundo de ilusión
el pan para los hijos de tu corazón.
Loor a ti que, con impaciencia loca,
rompes con el pico la roca
y de la fragua al son,
con el martillo en la mano:
modelas el metal preciado
y vences el dolor humano.
Y cual el indio mañanero
que con su arado abre surcos en la tierra
cual arrugas del alma pensativa
vas buscando un alma caritativa,
que consuele tu eterno dolor de ser paria,
de ser esclavo del trabajo;
que, como escarabajo,
en las entrañas de la tierra,
abres surcos y abres grietas
y vives en continuos amores,
cantando como los trovadores,
cantas a las impúdicas coquetas
del taller y de la estancia.
De las entrañas de la tierra
vas votando tu miseria,
por medio de las enlutadas chimeneas,
que como nubes negras y tormentosas
sueltan al viento
tus desgracias hechas dolor;
tus desgracias, todas, llenas de intenso amor.
Y hoy que recuerdas el martirio de tus hermanos
de los masacrados por la libertad;
de todos aquellos que se sacrificaron, como tú,
por la dura ley del trabajo
recibe el saludo,
el oscuro amoroso del astro luminoso,
que al nacer de un nuevo día
a tu frente inmaculada llega.
Loor a ti, valiente obrero
que taladras prisionero,
de la tierra las entrañas.
que taladras prisionero,
de la tierra las entrañas;
mientras el alba gozosa
tiñe de nieve y rosa;
y mientras los pájaros garleros
cantan alegrías y tristezas,
de amores que vinieron
en la noche otoñal,
a la venida de un astro sentimental.
Loor a ti valiente gladiador,
que, con tu ternura y amor,
conquistas en este mundo de ilusión
el pan para los hijos de tu corazón.
Loor a ti que, con impaciencia loca,
rompes con el pico la roca
y de la fragua al son,
con el martillo en la mano:
modelas el metal preciado
y vences el dolor humano.
Y cual el indio mañanero
que con su arado abre surcos en la tierra
cual arrugas del alma pensativa
vas buscando un alma caritativa,
que consuele tu eterno dolor de ser paria,
de ser esclavo del trabajo;
que, como escarabajo,
en las entrañas de la tierra,
abres surcos y abres grietas
y vives en continuos amores,
cantando como los trovadores,
cantas a las impúdicas coquetas
del taller y de la estancia.
De las entrañas de la tierra
vas votando tu miseria,
por medio de las enlutadas chimeneas,
que como nubes negras y tormentosas
sueltan al viento
tus desgracias hechas dolor;
tus desgracias, todas, llenas de intenso amor.
Y hoy que recuerdas el martirio de tus hermanos
de los masacrados por la libertad;
de todos aquellos que se sacrificaron, como tú,
por la dura ley del trabajo
recibe el saludo,
el oscuro amoroso del astro luminoso,
que al nacer de un nuevo día
a tu frente inmaculada llega.
Loor a ti, valiente obrero
que taladras prisionero,
de la tierra las entrañas.