Presión injustificada para un crédito innecesario
El Concejo Municipal de Cercado debe definir hoy si continua en la senda del endeudamiento de la ciudad, dando vía libre a un crédito insuficientemente justificado y eminentemente caro en comparación con cualquiera de los que se ponen a disposición por entidades multilaterales que promueven...
El Concejo Municipal de Cercado debe definir hoy si continua en la senda del endeudamiento de la ciudad, dando vía libre a un crédito insuficientemente justificado y eminentemente caro en comparación con cualquiera de los que se ponen a disposición por entidades multilaterales que promueven el desarrollo; o por el contrario hace prevalecer el principio de prudencia en un momento en el que los grandes pronostican zozobra internacional y los locales, como poco, incertidumbre creciente en el sector financiero tras 13 años de relativa estabilidad.
El Gobierno Municipal insiste en aprobar un crédito de 36 millones de bolivianos con la banca privada para completar dos hospitales con los que lleva haciendo campaña desde 2015 y un colegio, resultado de una promesa fruto de otra ejecutada con claros perjuicios para los estudiantes del barrio en cuestión. Un crédito al 5 por ciento de interés a cinco años – lejos del 1% por ciento a 20 años con el que el Banco Mundial está financiando una veintena de infraestructuras en Bolivia – para un objetivo rutilante: licitar más cemento.
La presión no deja de ser una forma de violencia, pero sobre todo, es una medida supuestamente desesperada, que en estos casos donde el asunto no es trascendental, más parece responder a intereses perversos de aquellos a los que les apura el tiempo.
Ninguna de las obras estará, evidentemente, construida antes de las elecciones de 2020 y ninguna de las obras justifica la urgencia de una manera tal que no pueda programarse en el calendario de inversiones de los próximos dos, tres o cuatro años en Tarija.
Salud y educación son temas que se prestan a la demagogia, pero lo cierto es que llevamos una vida sin hospitales de segundo nivel, por lo que nada hace dos o tres años más, y por colegios, hay en estos momentos colegios enormes y vacíos cuyos tiempos se han acomodado a agendas políticas. Por otro lado, nada es más importante para la salud y la educación que los profesionales que se encargan de ellos, algo que no está contemplado en el crédito, que se dedicará íntegramente a cemento, y cuya gestión de ítems será otro largo recorrido.
Sin embargo, y aun suponiendo que hay un interés quijotesco y altruista en la urgencia de tal tramitación, lo que no parece de recibo es que su gestión se realice en medio de presiones, amenazas, movilizaciones y hasta absurdas huelgas de hambre, como si de ello dependieran derechos fundamentales o el mismísimo fin del mundo.
La técnica de movilizar ciudadanos contra otros ciudadanos o directamente contra los legisladores es algo que el Gobierno Municipal ha puesto en marcha en esta gestión en diferentes momentos. Hubo tensión entre vecinos para que se aprobara el puente 4 de Julio y hubo presiones a concejales para que se aprobara la operación de las luces led. Hubo movilizaciones para decir que los camiones del campesino debían irse a otro mercado en la otra punta de la ciudad, y ayer se anunció que había estudiantes pasando clases en el piso – los que esperan beneficiarse con el colegio nuevo – y que la Fedjuve – ojo – empezaba una huelga de hambre.
La presión no deja de ser una forma de violencia, pero sobre todo, es una medida supuestamente desesperada, que en estos casos, donde realmente lo que hay en juego no es la vida o la muerte y ni siquiera un asunto trascendental para la mayoría, más parecen responder a intereses perversos de aquellos a los que les apura el tiempo.
Tarija es una ciudad honesta, el departamento en conjunto es tierra de tercos querendones, muchas veces obstinados, pero siempre idealistas. No conviene tratar de contaminar eso para ganar tal o cual batalla.
El Gobierno Municipal insiste en aprobar un crédito de 36 millones de bolivianos con la banca privada para completar dos hospitales con los que lleva haciendo campaña desde 2015 y un colegio, resultado de una promesa fruto de otra ejecutada con claros perjuicios para los estudiantes del barrio en cuestión. Un crédito al 5 por ciento de interés a cinco años – lejos del 1% por ciento a 20 años con el que el Banco Mundial está financiando una veintena de infraestructuras en Bolivia – para un objetivo rutilante: licitar más cemento.
La presión no deja de ser una forma de violencia, pero sobre todo, es una medida supuestamente desesperada, que en estos casos donde el asunto no es trascendental, más parece responder a intereses perversos de aquellos a los que les apura el tiempo.
Ninguna de las obras estará, evidentemente, construida antes de las elecciones de 2020 y ninguna de las obras justifica la urgencia de una manera tal que no pueda programarse en el calendario de inversiones de los próximos dos, tres o cuatro años en Tarija.
Salud y educación son temas que se prestan a la demagogia, pero lo cierto es que llevamos una vida sin hospitales de segundo nivel, por lo que nada hace dos o tres años más, y por colegios, hay en estos momentos colegios enormes y vacíos cuyos tiempos se han acomodado a agendas políticas. Por otro lado, nada es más importante para la salud y la educación que los profesionales que se encargan de ellos, algo que no está contemplado en el crédito, que se dedicará íntegramente a cemento, y cuya gestión de ítems será otro largo recorrido.
Sin embargo, y aun suponiendo que hay un interés quijotesco y altruista en la urgencia de tal tramitación, lo que no parece de recibo es que su gestión se realice en medio de presiones, amenazas, movilizaciones y hasta absurdas huelgas de hambre, como si de ello dependieran derechos fundamentales o el mismísimo fin del mundo.
La técnica de movilizar ciudadanos contra otros ciudadanos o directamente contra los legisladores es algo que el Gobierno Municipal ha puesto en marcha en esta gestión en diferentes momentos. Hubo tensión entre vecinos para que se aprobara el puente 4 de Julio y hubo presiones a concejales para que se aprobara la operación de las luces led. Hubo movilizaciones para decir que los camiones del campesino debían irse a otro mercado en la otra punta de la ciudad, y ayer se anunció que había estudiantes pasando clases en el piso – los que esperan beneficiarse con el colegio nuevo – y que la Fedjuve – ojo – empezaba una huelga de hambre.
La presión no deja de ser una forma de violencia, pero sobre todo, es una medida supuestamente desesperada, que en estos casos, donde realmente lo que hay en juego no es la vida o la muerte y ni siquiera un asunto trascendental para la mayoría, más parecen responder a intereses perversos de aquellos a los que les apura el tiempo.
Tarija es una ciudad honesta, el departamento en conjunto es tierra de tercos querendones, muchas veces obstinados, pero siempre idealistas. No conviene tratar de contaminar eso para ganar tal o cual batalla.
