Lino Condori sí pasó

Los políticos quieren que la política sea cada vez más economía y menos ideología, como si una cosa se pudiera desligar de la otra y la otra de la otra, sin embargo, en los tiempos de guerra, estas cuadraturas son posibles. Tarija parece empieza a salir de una. El Gobernador Adrián Oliva...

Los políticos quieren que la política sea cada vez más economía y menos ideología, como si una cosa se pudiera desligar de la otra y la otra de la otra, sin embargo, en los tiempos de guerra, estas cuadraturas son posibles. Tarija parece empieza a salir de una.

El Gobernador Adrián Oliva presentó ayer su informe en la Asamblea Legislativa Departamental despojado de las categorías clásicas de las ideas y concentrado en las cifras; en mostrar un compromiso con el departamento y un manejo eficiente de los recursos. Han pasado cuatro largos años, y para las memorias cortas y frágiles, la etapa de Lino Condori parece ya el paleolítico, pero existió en un pasado muy reciente del que todavía no salimos.
El resultado es que el MAS hoy se queja de que Oliva hace política con sus obras y permite que se agite de nuevo el nombre de su partido como encarnación del monstruo de siete cabezas
La era Lino Condori existió; aquella en la que el precio del petróleo estaba por las nubes y sin aferrarse a un orden mayor, el Gobernador interino empezó a aprobar y aprobar proyectos con el único fin de repartir lo más posible en el territorio y disimular sus pocas habilidades para la gestión. Esto pasó. También pasó que el Ministerio de Economía dijo que la caída del precio del barril en 2014 era coyuntural y que en seis meses volvería a los 100 dólares, algo que nunca ha vuelto a suceder. Eso pasó. Y pasó que mientras el barril caía y las perspectivas se ensombrecían, se seguían firmando declaraciones de disponibilidad presupuestaria que avalaba la licitación de x o z proyecto y su consiguiente pago del adelanto del 20%. Pasó. Y pasó después que Lino Condori no fue candidato, que un desconocido MAS Tarija perdió las elecciones departamentales y que cuando se restableció la institucionalidad democrática en el departamento, los compromisos económicos firmados existían. No unas promesas de buena onda, sino unos documentos firmados que generan obligaciones y por tanto, deudas adquiridas.

En esas condiciones empezó a gestionar el departamento el Gobernador Adrián Oliva. Unos le pedían guerra total, otros le sugerían sin disimulo que se diera vuelta como tantos y otros, los menos, le sugirieron que gestionara nomás. El Gobierno central no apostó por ponerlo fácil y el MAS Tarija y sus aliados conversos nunca se hicieron responsables del desbarajuste generado.

Tuvo que ser en la gestión al frente de la Asamblea de Sara Armella cuando se lograron desatar varias trabas, entre ellas el tema de fideicomisos, créditos y otros subterfugios que permitieron ir atacando y reduciendo la herencia recibida con apoyo del Gobierno, pues como se advirtió desde el principio, no había otro camino.

El MAS perdió una oportunidad de oro de congraciarse con Tarija mostrando un lado más amable y comprensivo con el departamento, además de siendo responsable con lo generado y agradecido por la ingrata labor fronteriza de guardián del hidrocarburo. En lugar de eso, se aferró a débitos automáticos, descalificaciones varias y un mensaje tácito: ustedes se lo buscaron por no votar a Pablo Canedo.

El resultado es que el MAS hoy se queja de que Oliva hace política con sus obras y permite que se agite de nuevo el nombre de su partido como encarnación del monstruo de siete cabezas. El resultado es también que hoy se ve algo de luz al final del larguísimo túnel. Una luz que podía haber sido diferente. Haber llegado más rápida. O no haber sido. El resto es política.

 

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