No es para nada natural

El crimen en Yacuiba no tiene freno, mucho se ha hablado de tráfico de drogas y por lo tanto de ajuste de cuentas, pero también se ha dicho que al tratarse de una ciudad frontera, donde reina el crimen, quienes lo comenten escapan fácil. La frase “ajuste de cuentas” parece haberse...

El crimen en Yacuiba no tiene freno, mucho se ha hablado de tráfico de drogas y por lo tanto de ajuste de cuentas, pero también se ha dicho que al tratarse de una ciudad frontera, donde reina el crimen, quienes lo comenten escapan fácil. La frase “ajuste de cuentas” parece haberse naturalizado.

En 2017 los sicarios en Yacuiba terminaron con la vida de Juan Pablo Gonzales Panoso, de 38 años de edad, quien había salido de su domicilio para comprar carne en la carnicería Romi, en San José de Pocitos, donde fue sorprendido por unos sujetos que dispararon a su humanidad quitándole la vida y posteriormente huyeron.

En 2018 otra vez las balas y la sangre corrieron. Esta vez un taxista fue abatido por varios disparos de arma de fuego propiciados por dos sujetos a bordo de una motocicleta de color rojo.

El pasado viernes sumó otro caso similar pero con “suerte”. El hecho se dio en la comunidad La Grampa, donde dos sujetos con armas de fuego y a bordo de una motocicleta trataron de matar a dos personas que se encontraban en el lugar.

Uno de los malhechores realizó un disparo al suelo para atemorizar a sus víctimas y al ver que trataban de huir, les propinó un disparo a cada uno, posteriormente los delincuentes abandonaron el lugar en su motorizado. Los vecinos socorrieron a tiempo a las víctimas.
Éstos son solo algunos ejemplos de lo que sucede en esta región fronteriza. La situación es preocupante más si hasta ahora no hemos hecho otra cosa que contar los crímenes y protagonizar acciones momentáneas.

En los últimos años, aunque es lamentable decirlo, Tarija ha llegado a ocupar el cuarto lugar de los departamentos más inseguros en el país. Así lo han concluido varias cumbres de seguridad a nivel nacional.

El primer lugar lo ocupa el departamento de La Paz, el segundo Santa Cruz, el tercero Cochabamba, el quinto Chuquisaca, después de Tarija (que ocupa el cuarto) vienen Oruro, Beni, Potosí y Pando. A raíz de esto todos se preguntarán ¿dónde va quedando la calmada Tarija?

Poco a poco en el olvido. Lo peor de todo es que en lugares donde a diario se suceden este tipo de cosas, los mismos hechos parecen naturalizarse y lo que antes generaba horror hoy ya no sorprende. Quizás es esto lo que sucede en Yacuiba y que va sucediendo de a poco en toda Tarija.

Más aún, esto de ninguna manera es natural, la gente no se siente segura ni en sus hogares ni en sus trabajos, ni cuando salen a sitios de diversión, ni nada de eso. ¿Cómo puede ser esto normal?

Tal vez lo es para quienes piensan que cosas así no les sucederá nunca, para las autoridades sumergidas en sus promesas electorales o para los policías y fiscales que se han acostumbrado a acumular casos sin resolver en sus escritorios.
Es hora de despertar. La suba del delito es también consecuencia de la impunidad, la falta de educación de los niños y la desatención de la sociedad y autoridades sobre estos hechos.

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