Arte y política

Carlos Villagómez Hace poco escuché un debate sobre arte y política con frases categóricas como “todo arte es político” o “toda acción humana es política”, que huelen a polilla y suenan a eslóganes sesenteros. Por ello, me permito hablar de ello con la advertencia de que apenas...

Carlos Villagómez

Hace poco escuché un debate sobre arte y política con frases categóricas como “todo arte es político” o “toda acción humana es política”, que huelen a polilla y suenan a eslóganes sesenteros. Por ello, me permito hablar de ello con la advertencia de que apenas rascaré el tema.

Según los entendidos, existen dos maneras de interpretar la realidad: las ciencias y el arte. Ambas coexisten desde el principio de los tiempos y parece que continuarán por muchos años más. En el primer grupo estarían los cultores del pensamiento lógico y en el segundo, los del pensamiento libertino y libertario. Por ambos rumbos caminamos para tratar de comprender los misterios de la vida y, es obvio, esos caminos pueden encontrarse en algún momento: arte/tecnología, arte/ciencia o arte/política, arte/activismo, etc. Pero, y esto se debe enfatizar, confluencia no es preponderancia.

La apropiación del arte para fines políticos es vieja y depende de momentos y circunstancias. Para el poder político, económico o religioso, el arte siempre fue un instrumento idóneo y con mucha pegada. En algunos casos, fomentado y articulado desde el poder; y en otros, como simple apropiación circense. No por nada Hitler dijo: “Estoy convencido de que el arte, dado que configura el reflejo más incorrupto y más inmediato del alma del pueblo, ejerce inconscientemente y con diferencia la mayor influencia directa sobre las masas”.

Por otro lado, la teo-estética de Mark C. Taylor explica los periodos artísticos con las creencias; por ejemplo, el arte del medioevo como catarsis de temores oscurantistas; el arte colonial como didáctica para extirpar idolatrías; el arte del nazismo como búsqueda de la supremacía racial; y en la actualidad (y sirve para todos los medios artísticos) el arte se postra ante el dios dinero. Según ese autor, a los artistas ahora los guía la fama y la fortuna. Para desplegar tan ofensivo pensamiento cita a Andy Warhol y sus famosas frases: “Hacer plata es hacer arte” y “Todos tendremos nuestros 15 minutos de fama”.

Ahora, en este nuevo milenio, más allá de vociferar eslóganes de izquierda o derecha, lo cierto es que el mundo se globalizó de norte a sur creyendo en el valor mercantil de la vida, en el sentido “neoliberal” de don dinero; y a diario consumimos productos y símbolos propios de esa nueva deidad. Por ello creo que, en esa línea de pensamiento, podemos comprender esta nueva etapa de arte y política donde vemos a grupos musicales y artistas plásticos engalanando al poder circunstancial, y asistimos estupefactos a insuperables happenings artísticos de parlamentarios que se desnudan en aeropuertos o se visten de chola.

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