6 de agosto: Por una Patria más Grande

La propia fecha de fundación del país, 1825, tan alejada de las fechas de sus revoluciones independentistas, da cuenta de lo complicado que ha sido siempre la política interna de este país. Todos parecían saber lo que querían ser y hacia donde debían ir, pero la cuestión era el cómo. La...

La propia fecha de fundación del país, 1825, tan alejada de las fechas de sus revoluciones independentistas, da cuenta de lo complicado que ha sido siempre la política interna de este país. Todos parecían saber lo que querían ser y hacia donde debían ir, pero la cuestión era el cómo. La historia de nunca acabar.

Esa indefinición se ha mantenido hasta nuestros días, todavía más vilipendiada luego de nuestra historia militar siempre narrada desde fuera, alimentando rencillas, rencores y desconfianzas. El resultado, desde cualquier indefinido camino de la interpretación, es casi siempre el mismo, una Patria que no se quiere demasiado a sí misma pero con un enorme potencial y potencia movilizadora. El problema casi siempre ha estado en los de arriba, no tanto en los de abajo.

Este 6 de agosto viene marcado por otra fecha en el imaginario, el 21F, la “fatídica” fecha del referéndum de 2016 en la que el Gobierno se jugó su razón de ser (sobrevivir en el poder), y perdió.

La oposición ha dejado a un lado la construcción de un proyecto diferente de país y se ha encomendado a la lucha por el respeto a la democracia, un valor cada vez más a la baja como recogen sistemáticamente los últimos latinobarómetros, pero que cuenta todavía con espectro suficiente como para considerarlo una línea roja. En ese contexto, el día de la Patria resulta un día tal vez más adecuado que el resto para ponerle las cosas difíciles al Gobierno del MAS.

El Gobierno, por su parte, ha hecho llamados a la paz. En su esquema de campaña está precisamente la reivindicación hegemónica de su proyecto. El Gobierno y sus seguidores sí dicen saber lo que quieren ser, donde tienen que ir y, simplifican, como hay que llegar: votando a Evo Morales. Es ahí donde el proyecto del MAS entronca con las debilidades históricas nacionales y su devenir, que siempre ha tropezado con piedras similares en su esfuerzo por conservar el poder dejando de lado el propio proyecto. Pasó en los años de los gobiernos mineros, en los del MNR nacionalista, en los del MNR liberal y su democracia pactada y pasa ahora.

Unos y otros parecen haber olvidado el sentido último del ejercicio del poder y no parece mal momento un 6 de agosto preelectoral para recordarlo. En ese sentido nos permitimos sugerir, como políticas urgentes, tres Pactos de Estado por una Patria más Grande.
Creemos necesario un Pacto de Estado por la Educación, que no solo priorice recursos en infraestructuras sino que se fije como objetivo la excelencia académica y dote todos los recursos y autoridad para lograrlo. Basta de complacencias que solo hacen del país un lugar más tolerante a la corrupción y la chicana. No puede ser que la UIF publique las cuentas de Evo un día nueve años después de su solicitud y que al día siguiente deba corregir porque estaba mal sumado.

Creemos necesario un Pacto de Estado por la Salud, y no se trata de un acuerdo para construir más hospitales sin personal. Se trata de crear una cobertura universal y gratuita para todos con medios de financiación públicos. El Susat en Tarija ha demostrado que es posible, y lo implementó un Gobierno nada sospechoso de socialista. No puede ser que una embajadora fallezca porque no encuentre un lugar donde le hagan un diagnóstico.
El tercero es un Pacto por la Industria Nacional, que priorice y fortalezca las competencias nacionales y locales, garantice un mercado laboral estable y solvente y evite la fuga de capitales y recursos en Bolivia.

Es tiempo de construir una Patria más Grande. Feliz 193 aniversario.

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