Arce Catacora y su doble aguinaldo, de vuelta

Ya hace unas semanas se conoció que el exministro de Economía Luis Arce Catacora había pasado a ocupar un cargo en el directorio de YPFB Transporte, una empresa solvente y rentable de perfil bajo que tal vez no requería de muchos cambios. Arce Catacora se apartó del gabinete por un problema...

EDITORIAL
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Ya hace unas semanas se conoció que el exministro de Economía Luis Arce Catacora había pasado a ocupar un cargo en el directorio de YPFB Transporte, una empresa solvente y rentable de perfil bajo que tal vez no requería de muchos cambios. Arce Catacora se apartó del gabinete por un problema serio de salud comunicado por el propio Evo Morales a la población. El nombramiento no vino acompañado de ninguna explicación oficial sobre el estado de salud ni los beneficios que encontrará en su nuevo cargo, pero se entiende que el ministro que más duró al lado de Evo Morales desde su victoria en 2005 ha recuperado el punch.

Con la salud a salvo, Arce Catacora parece dispuesto a retomar su carrera de alta incidencia política, pues era uno de los “candidatos in pectore” para suceder a Evo Morales o a Álvaro García Linera hace tiempo, cuando esta posibilidad acorde a la Ley se veía posible.

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El Ministro Arce Catacora contó con un inusitado aparato de propaganda personal y una ausencia absoluta de autocrítica. Arce Catacora se considera padre del “milagro económico boliviano” pese a haber iniciado su gestión bancando las nacionalizaciones y haberla acabado con halagos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, seducidos por las políticas de pensiones y la regulación de bonos frente a políticas estables.

En los once años que Arce Catacora, exfuncionario del Banco Central de Bolivia, acompañó los designios económicos del país, Bolivia pasó de ser un país ultrapobre con calificaciones que permitían la donación y la condonación de deudas bilaterales, a quien se le prohibían los endeudamientos y subordinaba toda su planificación a los países centrales y sus organismos multilaterales, a ser un país en vías de desarrollo, con indicadores positivos, PIB moderado y “permiso” para endeudarse en porcentajes medianos, como nunca antes. Esto es lo que hace a los demagogos alterarse con deuda del 30 por ciento del PIB contratada en el extranjero.

La cuestión con Arce Catacora es que su “milagro” se lee en términos de la más elemental ortodoxia neoliberal y, tras años de negar que el “milagro” tuviera que ver con los precios de las materias primas en el mercado internacional de la burbuja, abandonó el Gobierno en un tiempo en el que las fuentes multilaterales estaban colapsadas y las Gobernaciones y Municipios, como le habían anticipado desde Tarija, habían colapsado por la volatilidad de sus ingresos vinculados a las cotizaciones del crudo en Wall Street.

Luego de movilizar fideicomisos y pasar un par de años malos para empezar a atisbar la recuperación económica generalizada, Arce Catacora vuelve a la carga con su mantra preelectoral: doble aguinaldo. Esas palabras mágicas que destruyen la inversión productiva empresarial, paralizan la contratación, destruyen cualquier expectativa de mejora en la contratación y multiplica la informalidad.

Es una pequeña proporción de bolivianos quienes finalmente recibirán el doble aguinaldo y sus efectos son tan perniciosos para la economía real, que es difícil de entender que un Ministro tan experimentado vuelva a poner en agenda un asunto semejante. Nada frena más el supuesto motor de la economía boliviana, que a criterio del exministro es el tan ortodoxo concepto del consumo interno, que la incertidumbre laboral y el frenazo en la inversión productiva que el político anuncio genera. ¿Será, de verdad, proporcional a los votos que teóricamente moviliza? No lo parece.

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