Una oportunidad para el Prosol

“Año de nieves, año de bienes” dice el romancero popular. De momento ha empezado bien, a un año de mucha lluvia le ha seguido un inicio de invierno de frío moderado y nieves en las cumbres, como se pudo disfrutar ayer de la vista de Sama, lo que permite cargar los acuíferos y sostener...

“Año de nieves, año de bienes” dice el romancero popular. De momento ha empezado bien, a un año de mucha lluvia le ha seguido un inicio de invierno de frío moderado y nieves en las cumbres, como se pudo disfrutar ayer de la vista de Sama, lo que permite cargar los acuíferos y sostener por tanto las reservas más tiempo.

En definitiva, después de varios años malos, se espera un año agrícola notable aunque nunca es bueno anticiparse, pues las temperaturas pueden cambiar en cualquier momento y convertir el invierno en más duro, con el recurrente impacto en la producción anual.
Lo que no tiene tan buena pinta es precisamente la gestión del Programa Productivo Solidario Comunal (Prosol), que después de dos años de discordia, todavía no se ha logrado consolidar una solución a largo plazo.

La pelota está ahora en el tejado de la Asamblea Legislativa Departamental para aprobar una Ley Transitoria que arregle temporalmente la situación, que sin embargo no tiene acuerdo sobre el monto y cuya solución a largo plazo, el ponerse de acuerdo en objetivos y horizontes, sigue siendo un debe de Gobernación y Federación Sindical Campesina.
Por el momento, la Federación ha aceptado una reducción del monto y ajustar los listados de beneficiarios que, con el paso de los años, se había convertido en un exceso intolerable y de difícil sostenibilidad.
Por el otro lado, la Gobernación ha aceptado sostener el programa, que no es poco dado el estigma que acarrea entre la población urbana, fruto de los continuos desmanes y denuncias interpuestas sobre el mal uso de los recursos.

El goteo constante del mal uso de los fondos ha dañado especialmente a la credibilidad campesina y la sincera relación entre campo y ciudad que siempre se ha entrelazado en Tarija, tan querendona de sus costumbres y sus raíces. Durante años se han desvelado inversiones en salas de fiesta, micros a medio uso, taxis y un largo etcétera de destinos no previstos en la norma. Claro que también se han oído situaciones como la invención de medio centenar de comunidades fantasmas, literalmente, sin que haya habido ningún procesado ni esclarecimiento alguno del tema.

El Prosol tiene un componente ideológico que se ha ido modificando en función del ejecutivo de turno. Del apoyo individual y directo a cada campesino para que este cubriera sus necesidades urgentes (que en ocasiones convirtió el bono en una heladera, útiles escolares, o cajas de cerveza) se pasó a una decisión comunitaria dejando el consenso en manos de un grupo de sabios, que también derivó en no pocos desmanes y malos gastos.
El Prosol, por el momento, seguirá siendo comunitario, pero se pretende tomar las medidas para evitar los “intermediarios”, que se convirtieron en una gran máquina de hacer dinero a costa de los intereses de la comunidad.

Es necesario que unos y otros lleguen a acuerdos fundamentales para hacer del programa algo sostenible y que dé resultados. Es necesario que ambas partes conozcan las líneas básicas que orienten el gasto público y que toda la sociedad lo conozca, de forma que no quepan sorpresas y que, realmente, permita que la producción abastezca los mercados tarijeños sin sobresaltos. Y es necesario alcanzar un acuerdo sobre montos y porcentajes que, sobre todo, eviten bloqueos, molestias y otras acciones que realmente no conducen a ninguna solución.

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