El amargo 4 de julio del Gobierno Municipal

El afán revitalizador de la actual gestión municipal de la efeméride del 4 de julio, puente mediante, no deja de llamar la atención en tiempos de revalorización de la gesta libertaria, la construcción de soberanía nacional y la recuperación de una historia común. No es que en El País...

El afán revitalizador de la actual gestión municipal de la efeméride del 4 de julio, puente mediante, no deja de llamar la atención en tiempos de revalorización de la gesta libertaria, la construcción de soberanía nacional y la recuperación de una historia común. No es que en El País reneguemos de nuestras raíces, somos bien conscientes del devenir histórico y de la construcción del carácter tarijeño, pero puestos a elegir, nos ponemos antes al lado de Eustaquio Méndez que de Luis de Fuentes.

En lugar de que la fecha se diluya en la construcción del otro proceso, esta gestión municipal ha decidido recuperar su “esplendor”, no solo por los actos organizados sino también por aprovechar la “simbólica” fecha para hacer promesas y anuncios de esos que se suelen hacer en las fechas que se dicen importantes. Es tal vez esa forma de hacer las cosas sin pensar mucho lo que hay debajo, sin respetar los procesos y jerarquías, lo que está condenando a la gestión municipal al ostracismo de la irrelevancia.

Con todas las reservas del caso, celebrar la efeméride de la fundación suele ser una oportunidad para tomar nuevos impulsos, para empezar a crecer de nuevo, para recordar de dónde venimos y a donde vamos y todas esas metáforas que los políticos han venido adoptando para cuadrar “el relato” de su gestión y su contexto a la lucha política diaria.
Este 4 de julio encuentra a un Gobierno Municipal contra las cuerdas, sin apenas capacidad de reacción luego de haber perdido el Concejo Municipal, tal como se venía advirtiendo desde hace meses y a punto de perder la Alcaldía alterna, lo que privará al alcalde Rodrigo Paz de hacer una de las cosas que más le gustan: viajar, pero sobre todo, configurando un escenario de pre – inestabilidad ante cualquier intervención judicial.
¿Cómo un Concejo Municipal que contaba con ocho de los once votos a favor de la Alcaldía ha pasado a convertirse en su principal amenaza? Probablemente se trata de un cúmulo de torpezas en la gestión menuda. Probablemente, también, a una incapacidad general de entender la realidad tarijeña y sus necesidades y sí, probablemente también a una falta absoluta de autocrítica mezclada con un síndrome de superioridad que le ha llevado a alejarse de sus raíces.

La gestión municipal se da prácticamente por terminada desde el día en que perdió el Concejo al grito de que la alianza MAS – Montes pactaba la entrega de instituciones a cambio de la impunidad judicial del ex alcalde. El MAS y la mala palabra. Desde entonces poco o nada ha sucedido en un Gobierno Municipal que empieza a considerarse como transitorio hacia nadie sabe bien qué, que no toma decisiones y que trata de rodearse de los “buenos tarijeños” a cualquier precio para enfrentar a los “malos tarijeños”.
El 4 de julio es una fecha con regusto a pasado, que forma parte de la historia, queramos o no queramos. De una ciudad que se fundó sin oposición. Interesante de recordar. Difícil de emocionar. Algo así como la gestión actual.

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