¿La lectura en decadencia?

La lectura ha sido siempre uno de los grandes placeres. Forma parte del placer y de la felicidad tan ajenos a las felicidades y los placeres que nos ofrecen las multinacionales del consumo, de aquellos que tienen más que ver con la plenitud que otorga la utilización de las facultades mentales...

La lectura ha sido siempre uno de los grandes placeres. Forma parte del placer y de la felicidad tan ajenos a las felicidades y los placeres que nos ofrecen las multinacionales del consumo, de aquellos que tienen más que ver con la plenitud que otorga la utilización de las facultades mentales como son la fantasía, la memoria, la imaginación, la emoción, el raciocinio y la inteligencia cuando se unen para construir un mundo de ficción autónomo de la realidad en que se fundamenta y al mismo tiempo tan real como la misma realidad.

En nuestro país, tres de cada 100 bolivianos lee dos libros al año, según análisis que realizaron escritores de La Paz. En Europa cada persona lee entre 25 a 30 libros al año. De esto también tiene la culpa el Internet y su nuevo lenguaje, en el que leer mucho ya no es importante como acceder a una información multimedia, ya digerida.

Lo contradictorio es que mientras unos se esfuerzan por aprender a leer otros son lectores en desuso. Desde que se inició el programa de alfabetización un millón de personas nuevas encontraron el mundo de la lectura y escritura.

Pero, la tecnología está revolucionando el hábito de la lectura, lo está simplificando y haciendo de lo profundo superficial. Eso también está afectando la costumbre de leer. A menudo encontramos resúmenes simples de un libro en imágenes.

Entre los años 2008 y 2010, el editor Nicolas Carr se hizo célebre por un artículo titulado: “¿Está Google haciéndonos estúpidos?” y un libro llamado: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? La idea básica contenida en ambos textos es que el uso de las tecnologías de la información está generando un tipo de cultura lectora caracterizada por la rapidez e intertextualidad, pero sacrificando los niveles de concentración y reflexión.

En otras palabras, los jóvenes son cada vez más capaces de leer múltiples enlaces a la vez, pero la rapidez propia de la lectura virtual está rompiendo con el hábito de detenerse a procesar y analizar la información leída.

Sí es así, estaríamos asistiendo a una verdadera crisis espiritual, a nada más y nada menos que a la crisis de la cultura humanística tal, conformada a través de una sucesión de interpretaciones de los textos transmitidos por la tradición. Estaremos ante el surgimiento de una cultura caracterizada por profundas carencias interpretativas y reflexivas, generadora de consumidores de información diversa y rápida, superficial, incapaces de dialogar críticamente con la tradición y su entorno.

Por todo esto es muy importante reforzar el hábito de la lectura. Esto se trata de un problema reciente llegado con la nueva era digital pero si no lo tratamos a tiempo continuará en crecimiento como los muchos otros problemas estructurales que tenemos. La lectura es la base para mejorar la educación de un país, es hora de que padres y maestros exploten de manera positiva las nuevas tecnologías al punto que no afecten aspectos tan importantes como el hábito de leer.

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