¿Aires renovadores? Empresarios bolivianos ya cuestionan el PIB

La necesidad tiene cara de hereje. Y por fin una herejía renovadora asoma en la dirigencia de las organizaciones empresariales bolivianas, tanto de las micro, pequeñas y medianas empresas, como de las grandes, siempre que sean bolivianas. Y esa herejía va acompañada de un resurgimiento casi...

La necesidad tiene cara de hereje. Y por fin una herejía renovadora asoma en la dirigencia de las organizaciones empresariales bolivianas, tanto de las micro, pequeñas y medianas empresas, como de las grandes, siempre que sean bolivianas.
Y esa herejía va acompañada de un resurgimiento casi instintivo, pero refrescante, de la necesidad de existir dignamente en el propio país en el que se desenvuelven y en el que generan empleos, valor agregado y bienestar.

Se trata, en suma, de enfrentarse a políticas económicas concretas que ha ejercitado el actual gobierno que han puesto en estado de inanición, en medio de la abundancia aparente, a la empresa privada boliviana (recalcamos lo boliviano).
¿Está en condiciones de volver a “regalar” el micro, pequeño o mediano empresario boliviano, que constituye el 98% de la cantidad de empresas bolivianas vigentes, un tercer segundo aguinaldo, cuyo pago está basado en el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB), tal como ahora se lo calcula anualmente?.

¿Es el PIB un indicador adecuado, confiablemente calculado, pertinente o revelador del crecimiento de economías como la boliviana, de características persistentemente primario exportadoras y con presencia predominante de empresas extranjeras en los sectores estratégicos?.

¿El uso que hacen los beneficiarios del segundo aguinaldo queda en Bolivia o pasa a engrosar, en suma, los bolsillos de empresarios extranjeros, fabricantes del 90% de los bienes en los que se gasta ese “beneficio”, con lo que Bolivia se da el lujo de acrecentar el déficit de balanza comercial y disminuir más aún las reservas de divisas?.

El primer pronunciamiento empresarial formal y directo contra el PIB como base de toma de decisiones de política económica vino desde la voz del presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Marco Antonio Salinas. El dirigente denunció que el Gobierno “infla” PIB cuando elabora el cálculo de ese indicador con el método devengado, exigiendo utilizar el flujo de caja para que el resultado “refleje la realidad”.

“De una forma que en ningún otro país ha pasado, el Gobierno ha casado el crecimiento del PIB al pago de un segundo aguinaldo. Como sector privado hemos hecho un análisis de la fórmula de cálculo del PIB y hemos encontrado una variable que hace que esté inflado y no corresponda a una realidad concreta”, reveló y denunció Salinas.

Si bien el cuestionamiento apunta a la forma de cálculo del PIB, es el primer paso para ahondar en la validez conceptual del uso de ese indicador para determinar si nuestra economíarealmente crece y puede darse el lujo de obligar al sector empresarial privado boliviano a descapitalizarse a favor de industrias y empresas extranjeras (los beneficiarios son, en este contexto, una correa transmisora del dinero), acentuando, a la vez, la brecha tecnológica histórica (o sea, profundizando nuestra dependencia y falta de soberanía en diversas áreas).

Recordemos que en los peores momentos de nuestra reciente historia económica, los gobernantes neoliberales de entonces informaban de sendos crecimientos del PIB de Bolivia.
“Recordemos: el PIB boliviano creció en 5,27% el año 1991 y también el año 1998 (5,03%), cuando Jaime Paz Zamora gobernaba y cuando Gonzalo Sánchez de Lozada - Hugo Bánzer “capitalizaban” (información tomada del Instituto Nacional de Estadísticas - INE). Sin embargo, en ambos casos, sobre todo en el último, Bolivia parecía extenuarse.

“De hecho, según datos del INE y UDAPE, la tasa promedio de crecimiento anual del PIB en el periodo 1993-1998 fue de 4.66%, y en los años 1997 y 1998 llegó al 5%. Pero poco tiempo después, las empresas privadas exigían perdonazos tributarios y reprogramación de pagos de deudas bancarias, pues en los hechos el Estado boliviano no pagaba sus cuentas y la falta de liquidez era generalizada.”, alertó basado en datos oficiales el economista Alejandro Zegada en un reporte de junio de 2016 publicado en este medio de comunicación.

Es obvio que la dirigencia empresarial boliviana ha empezado, por fin, a cuestionar el fondo de las medidas que afectan no sólo a su sector, sino, fundamentalmente a la economía boliviana en la que prevalece la influencia de capitales transnacionales en sectores estratégicos como la minería, hidrocarburos, energía y hasta agronegocios.

El cálculo del Producto Nacional Bruto (PNB) para la toma de decisiones de política económica asoma como más consistente y coherente. La reorientación del uso del ahorro interno, la “nacionalización” de la inversión pública a favor de empresas bolivianas en vez de extranjeras, la industrialización basada en capitales y fuerzas productivas nacionales, el acortamiento de la brecha tecnológica en el sector industrial y de servicios, etc, etc, son medidas básicas que apuntalarán estructuralmente nuestro crecimiento y harán crecer el PNB (de paso el PIB).

Pero cualquier propuesta, diálogo, acción o lo que corresponda, pasa por un detalle importantísimo: la dirigencia empresarial boliviana debe tomar conciencia plena de que intenta dialogar con gobernantes que han declarado al sector como enemigo político al cual buscan neutralizar primero y diluir después. Cuidado sea tarde.

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