Se consolida la “Patria Grande” de los transgénicos
Cuando los precursores y promotores de la Patria Grande -desde Bolívar, Sucre y San Martín, pasando por Manuel Ugarte y más recientemente los gobernantes progresistas como Hugo Chávez- hablaban y luchaban por esta utopía de unión geopolítica continental, difícilmente podría haberse...



Cuando los precursores y promotores de la Patria Grande -desde Bolívar, Sucre y San Martín, pasando por Manuel Ugarte y más recientemente los gobernantes progresistas como Hugo Chávez- hablaban y luchaban por esta utopía de unión geopolítica continental, difícilmente podría haberse imaginado que serían ciertas transnacionales capitalistas quienes lo hagan realidad, pero bajo sus propios términos.
La multinacional Syngenta, que junto con Bayer-Monsanto controla el mercado mundial de semillas transgénicas y agroquímicos, se refirió al grupo de países sudamericanos productores de soya como “la república unida de la soja” en una publicidad corporativa del año 2003.
Esa república unida está conformada por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Estos cinco países, a los que se suman otros cinco (Estados Unidos, Canadá, India, China, Pakistán, y Sudáfrica) concentran el 98% de los cultivos transgénicos, con uso intensivo de agrotóxicos, según un documento publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el año 2005.
A su vez, “la patria grande sojera cuenta con 47 millones de hectáreas con soja transgénica”, revela otro texto de la Alianza Biodiversidad, una plataforma latinoamericana que reúne a 10 organizaciones y movimientos que trabajan en defensa de la biodiversidad.
Según la Alianza, estas plantaciones ocupan “el 66% de la tierra cultivada de Paraguay, el 52% de la de Argentina, el 35% de la tierra cultiva de Brasil, el 30% por ciento de Uruguay y el 24% de Bolivia”. Un verdadero logro de las transnacionales, el haber unido a distintos países de la región, superando las fronteras políticas, bajo el manto común del monocultivo, afirman.
Bolivia: Aumenta importación y uso de agrotóxicos
Según datos brindados por el director de la ONG Productividad Biosfera Medio Ambiente (PROBIOMA), Miguel Ángel Crespo, Bolivia triplicó el uso de agroquímicos para la producción de alimentos en los últimos 20 años: En 1999 se usaban 12 litros de agrotóxicos por hectárea cultivada y en la actualidad se aplica 36 litros; pero el rendimiento apenas se incrementó sólo en un 12%.
“Es decir el incremento en el uso de agroquímicos en estos últimos 20 años es de 400% y el rendimiento de un 12%. Son dos o tres productos que homogenizan la producción del país, en desmedro de la diversificación”, enfatiza Crespo.
Por otra parte, según el INE, en 1999 se importó 25 millones de kilos de agrotóxicos, fertilizantes sintéticos y pesticidas, y a junio de 2018 el registro fue de 152 millones de kilos. Además, con base en datos del INE y del Senasag, procesados por CEDIB, se estima que el 30% de esta cantidad ingresa adicionalmente a través del contrabando.
El polémico glifosato y otros
El año 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, de la Organización Mundial de la Salud, OMS) incorporó al glifosato -principio activo del grupo de herbicidas más utilizado del mundo- a la lista de substancias “probablemente carcinógenas para humanos”.
La decisión de la OMS se basa en que “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)” y de que el herbicida “también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”.
Las estimaciones de Crespo revelan que “el número de hectáreas en las que se usa glifosato en Bolivia es de un millón, porque está asociada al cultivo de soya transgénica que llega al 99,6 % de la soya cultivada”.
Considerando que el glifosato “se usa antes de la siembra 2,5 litros por hectárea, y luego en el cultivo establecido se usa 1,7 litros /hectárea”, ello equivale a unos 4,2 millones de litros anuales de glifosato vertidos a los alimentos y a la tierra sólo en el caso de cultivos de soya en Bolivia.
Esto sin contar con que el glifosato también se usa en otros cultivos asociados como es el girasol, chía, sésamo, etc., por lo que tanto el número de hectáreas y litros en realidad es aún mayor.
Asimismo, a la hora de la cosecha y desecamiento se usa Paraquat, otro peligroso químico “prohibido a nivel global pero muy usado en Bolivia, en una relación de 1,5 litros /hectárea”. Y adicionalmente, junto al glifosato se usa otro herbicida llamado 2-4-D, que está “prohibido internacionalmente pero que ayuda a desecar las supermalezas que ya se han vuelto resistentes al glifosato. O sea, son verdaderas bombas”.
Las condenas en EEUU
En 2018, en EEUU, se dio la primera condena contra Bayer-Monsanto: 78 millones de dólares de indemnización a un jardinero que contrajo cáncer tras utilizar glifosato en su trabajo.
En marzo 2019, un jurado de California condenó a la empresa a pagar 80 millones de dólares por “negligencia”, al haber ocultado los riesgos de su herbicida Roundup (marca comercial del glifosato de Monsanto), y debido a que el agrotóxico fue considerado un “factor determinante” en el cáncer contraído por otro ciudadano.
En mayo de 2019, tribunales de California determinaron que la multinacional debe pagar 2.000 millones de dólares a un matrimonio que utilizó Roundup y contrajo cáncer, y que Bayer-Monsanto actuó con “vicio, dolo o mala fe” al poner su herbicida en el mercado sin advertir sobre los riesgos que implicaba.
La multinacional acumula, sólo en EEUU, más de 13.000 demandas judiciales, que son en parte responsables de que Bayer haya perdido casi el 40% de su valor bursátil desde que adquirió a Monsanto, señala la Alianza Biodiversidad.