China: diez años creciendo con crisis y a costa de sí misma
Lo más sobresaliente de este periodo de crisis mundial a partir de 2008 “ha sido el continuo ascenso de China”, sostiene Jenny Clegg, profesora titular de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Lancashire (Inglaterra) y especialista en China. Aunque en un principio su...
Lo más sobresaliente de este periodo de crisis mundial a partir de 2008 “ha sido el continuo ascenso de China”, sostiene Jenny Clegg, profesora titular de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Lancashire (Inglaterra) y especialista en China.
Aunque en un principio su economía también fue “gravemente golpeada” por la crisis, China consiguió recuperarse rápidamente para emerger en la actualidad como “una gran potencia económica, avanzando sin pausa hasta adquirir una posición central en el orden mundial”.
En efecto, desde 2009, la economía china ha casi triplicado su volumen, pasando de 460.000 millones de dólares a más de 1,2 billones (millones de millones) actualmente. Ya el año 2011 superó a Japón como segunda economía mundial. Y hasta ese año, su economía creció entre un 9 y 10% anual, para estabilizarse en los últimos seis años en una “nueva normalidad” del 7% anual, aún muy superior al 3,9% de crecimiento medio mundial.
Clegg, como una ametralladora de datos sobre China, recuenta también que la renta per cápita china ha aumentado de 3.500 dólares en 2009 a 8.800 en 2017, a un ritmo de crecimiento anual entre el 10 y el 15%. De seguir así, situará al país entre las filas de los países de renta elevada en unos 8 años.
Por otra parte, la población urbana ha aumentado unos 15 millones al año, y se han creado entre 8 y 10 millones de empleos cada año. En 2017 se crearon ya 11 millones de nuevos empleos.
Y como es ya sabido mundialmente, desde 1978 China ha conseguido sacar de la pobreza a 800 millones de personas. “En los últimos cinco años, la pobreza extrema ha seguido reduciéndose, de 100 millones a 30 millones, lo que pone al país en camino de su total eliminación en los próximos 3 años”, agrega Clegg.
Nuevo modelo de crecimiento
En los últimos años, en que ha habido una recuperación mundial, China comenzó a cambiar su modelo de crecimiento, que estaba basado en la manufactura de productos baratos para la exportación y en la inversión, y está redirigiendo la economía hacia el consumo interno y la alta tecnología.
Según Clegg, esta transición en realidad “ya está bastante avanzada”, y cita como datos de respaldo el comercio, que ha pasado del 37% del PIB en 2008 al 20% en la actualidad, mientras que la cuota de consumo del PIB lleva aumentado constantemente desde 2012. “Ahora, los 400 millones de consumidores de renta media chinos son una de las principales fuerzas motoras de la economía mundial”.
Además de esto, entre 2011 y 2017, la cuota de los sectores económicos tradicionales -carbón, acero, hierro y cemento- en la economía se redujo de un 75% a un 50%, y los nuevos motores de crecimiento pasaron a ser los sectores de la energía, tecnología, sanidad y entretenimiento.
Según la base de datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la productividad laboral ha aumentado un 9,6% anual desde 2003. La inversión del gobierno está generando una expansión de las infraestructuras públicas, el comercio electrónico y los sistemas electrónicos de alto valor añadido. Y el empleo en el sector servicios ha crecido del 33 al 45%.
Desarrollo a lo occidental
En la actualidad, China cuenta con 109 empresas en la lista Fortune Global 500, “un formidable ascenso si consideramos que en 2001 solo formaban parte de esa lista 10 empresas y en 2008 eran 30”, destaca Clegg.
Además, la experta afirma que las industrias chinas “no solo se están acercando a la tecnología de vanguardia en sectores convencionales como la electrónica, la maquinaria, la automoción, el tren de alta velocidad y la aviación, sino que también están liderando innovaciones tecnológicas”.
Entre los sectores de nuevas tecnologías que están despegando se encuentran el de la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, los vehículos autónomos, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento avanzado de energía y la informática cuántica.
“Actualmente China ya está desafiando el monopolio de los países desarrollados en robótica e impresión en 3D. El gobierno está invirtiendo en campos como los chips electrónicos avanzados y los motores de aviación avanzados. De hecho, China pronto superará a EEUU en inversión en investigación y desarrollo”, agrega.
Entre lo verde y el hollín
La capacidad de generación eléctrica de China continúa aumentando anualmente un 10% desde 2008. Y mientras tanto, está “contribuyendo a liderar el camino hacia una nueva era de energía limpia”: Moviliza más de 100.000 millones de dólares al año en inversiones en tecnologías de energías renovables y la red eléctrica inteligente de ámbito nacional está bajo constante expansión.
En 2017, China tenía más de una tercera parte de la capacidad de generación de energía eólica del mundo, una cuarta parte de su potencia solar, una sexta parte de los mayores fabricantes de paneles solares y cuatro de los diez mayores fabricantes de turbina eólicas; y el año pasado vendió más baterías de automóviles que el resto del mundo en su conjunto, según datos de la experta.
Pese a ello, es el principal emisor de CO2 a nivel global, superando a EEUU, Rusia e India. Asimismo, hay un extenso listado de contaminación ambiental en las actividades desarrolladas por empresas chinas en otros países alrededor del mundo.
Así, aunque China exhibe logros económicos, éstos han venido mediante múltiples carencias y costos sociales y ambientales, además de las continuas violaciones de los derechos humanos y otros.
Aunque en un principio su economía también fue “gravemente golpeada” por la crisis, China consiguió recuperarse rápidamente para emerger en la actualidad como “una gran potencia económica, avanzando sin pausa hasta adquirir una posición central en el orden mundial”.
En efecto, desde 2009, la economía china ha casi triplicado su volumen, pasando de 460.000 millones de dólares a más de 1,2 billones (millones de millones) actualmente. Ya el año 2011 superó a Japón como segunda economía mundial. Y hasta ese año, su economía creció entre un 9 y 10% anual, para estabilizarse en los últimos seis años en una “nueva normalidad” del 7% anual, aún muy superior al 3,9% de crecimiento medio mundial.
Clegg, como una ametralladora de datos sobre China, recuenta también que la renta per cápita china ha aumentado de 3.500 dólares en 2009 a 8.800 en 2017, a un ritmo de crecimiento anual entre el 10 y el 15%. De seguir así, situará al país entre las filas de los países de renta elevada en unos 8 años.
Por otra parte, la población urbana ha aumentado unos 15 millones al año, y se han creado entre 8 y 10 millones de empleos cada año. En 2017 se crearon ya 11 millones de nuevos empleos.
Y como es ya sabido mundialmente, desde 1978 China ha conseguido sacar de la pobreza a 800 millones de personas. “En los últimos cinco años, la pobreza extrema ha seguido reduciéndose, de 100 millones a 30 millones, lo que pone al país en camino de su total eliminación en los próximos 3 años”, agrega Clegg.
Nuevo modelo de crecimiento
En los últimos años, en que ha habido una recuperación mundial, China comenzó a cambiar su modelo de crecimiento, que estaba basado en la manufactura de productos baratos para la exportación y en la inversión, y está redirigiendo la economía hacia el consumo interno y la alta tecnología.
Según Clegg, esta transición en realidad “ya está bastante avanzada”, y cita como datos de respaldo el comercio, que ha pasado del 37% del PIB en 2008 al 20% en la actualidad, mientras que la cuota de consumo del PIB lleva aumentado constantemente desde 2012. “Ahora, los 400 millones de consumidores de renta media chinos son una de las principales fuerzas motoras de la economía mundial”.
Además de esto, entre 2011 y 2017, la cuota de los sectores económicos tradicionales -carbón, acero, hierro y cemento- en la economía se redujo de un 75% a un 50%, y los nuevos motores de crecimiento pasaron a ser los sectores de la energía, tecnología, sanidad y entretenimiento.
Según la base de datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la productividad laboral ha aumentado un 9,6% anual desde 2003. La inversión del gobierno está generando una expansión de las infraestructuras públicas, el comercio electrónico y los sistemas electrónicos de alto valor añadido. Y el empleo en el sector servicios ha crecido del 33 al 45%.
Desarrollo a lo occidental
En la actualidad, China cuenta con 109 empresas en la lista Fortune Global 500, “un formidable ascenso si consideramos que en 2001 solo formaban parte de esa lista 10 empresas y en 2008 eran 30”, destaca Clegg.
Además, la experta afirma que las industrias chinas “no solo se están acercando a la tecnología de vanguardia en sectores convencionales como la electrónica, la maquinaria, la automoción, el tren de alta velocidad y la aviación, sino que también están liderando innovaciones tecnológicas”.
Entre los sectores de nuevas tecnologías que están despegando se encuentran el de la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, los vehículos autónomos, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento avanzado de energía y la informática cuántica.
“Actualmente China ya está desafiando el monopolio de los países desarrollados en robótica e impresión en 3D. El gobierno está invirtiendo en campos como los chips electrónicos avanzados y los motores de aviación avanzados. De hecho, China pronto superará a EEUU en inversión en investigación y desarrollo”, agrega.
Entre lo verde y el hollín
La capacidad de generación eléctrica de China continúa aumentando anualmente un 10% desde 2008. Y mientras tanto, está “contribuyendo a liderar el camino hacia una nueva era de energía limpia”: Moviliza más de 100.000 millones de dólares al año en inversiones en tecnologías de energías renovables y la red eléctrica inteligente de ámbito nacional está bajo constante expansión.
En 2017, China tenía más de una tercera parte de la capacidad de generación de energía eólica del mundo, una cuarta parte de su potencia solar, una sexta parte de los mayores fabricantes de paneles solares y cuatro de los diez mayores fabricantes de turbina eólicas; y el año pasado vendió más baterías de automóviles que el resto del mundo en su conjunto, según datos de la experta.
Pese a ello, es el principal emisor de CO2 a nivel global, superando a EEUU, Rusia e India. Asimismo, hay un extenso listado de contaminación ambiental en las actividades desarrolladas por empresas chinas en otros países alrededor del mundo.
Así, aunque China exhibe logros económicos, éstos han venido mediante múltiples carencias y costos sociales y ambientales, además de las continuas violaciones de los derechos humanos y otros.