La Arquitectura Financiera mundial es “obsoleta”
Los cambios en la economía internacional han transformado a las principales economías, o sea los países del G7 (EEEUU, Japón, Alemania, Francia, Italia, Canada y Gran Bretaña), de acreedoras a grandes deudoras con déficits fiscales masivos, pero la arquitectura financiera internacional no...



“Estos cambios (en la economía mundial) no están reflejados en absoluto en la estructura institucional de poder mundial, en los instrumentos financieros internacionales ni en el sistema monetario internacional”, destaca el economista Oscar Ugarteche, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).Los siete países que lideraban la economía mundial en 1975 por el tamaño de su PIB, hoy en día, según la terminología y categorías del Banco Mundial, pueden ser considerados como Países Ricos Altamente Endeudados (HIRC, por sus siglas en inglés), en contraposición a los países pobres altamente endeudados (HIPC).Los HIRC, dice Ugarteche, “han sufrido sostenidos déficits comerciales y fiscales durante más de una década y acumularon grandes deudas, mientras que a nivel global se revertía el flujo de créditos”. Por ello, el analista prefiere denominar a estos países como “viejo G7”, y se refiere a los países emergentes como el “nuevo G7” (Brasil, Rusia, China, India, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur).Sin embargo, la arquitectura e instituciones financieras no han evolucionado con la realidad económica y se mantiene anclada a los designios del viejo G7. Un claro ejemplo, cita Ugarteche, es el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha quedado “obsoleto” y funciona hoy como un “espantapájaros, que impone duras condiciones a la demanda empujando los salarios a la baja y exigiendo la privatización de empresas públicas”.Así, “el (viejo) G7 limita el rol del FMI al de ser guardián de sus intereses en el resto del mundo, y esto ha erosionado su credibilidad y ha creado un estigma a su alrededor. Tener un acuerdo con el FMI hoy en día significa lo mismo que estar casi en bancarrota”, advierte el economista de la UNAM. ¿Cómo ha cambiado la economía mundial?A partir de la década de los 1990s, los países emergentes que comenzaban a tener superávits fiscales y comerciales comenzaron a comprar bonos del tesoro de EEUU, manteniendo sus reservas parcialmente en esos instrumentos, y luego se extendieron a la compra de bonos japoneses, británicos y europeos.De esta manera, “el sobreconsumo de Japón, EEUU y los grandes países europeos fue parcialmente financiado por las crecientes reservas internacionales de los países emergentes”, explica Ugarteche. Al mismo tiempo, según datos del FMI, de la librería de publicaciones de la CIA y de indicadores del Banco Mundial, el nivel de reservas internacionales de los países del viejo G7 (1.844.265 millones de dólares) significaba sólo un tercio de las reservas de las principales siete nuevas economías emergentes, que ascienden a 4.499.322 millones de dólares el año 2008. Si se excluye a Japón de este análisis, el restante viejo G6 solo concentra la sexta parte de las reservas de las nuevas siete naciones emergentes, que en su mayoría son asiáticas.Otro cambio notorio es la proporción de la deuda pública neta con respecto al PIB, cuyo promedio para el año 2014 en el caso del antiguo G7 fue de 111.41%, mientras que el nuevo G7 fue de 46.76%.Todavía el PIB del antiguo G7 supera al del nuevo G7, aunque no por mucho tiempo, puesto que las perspectivas de crecimiento de largo plazo del antiguo G7 son de sólo la tercera parte del nuevo G7: 1.7% versus 5.4%, si es que continúan las tendencias observadas entre 2010 y 2013. Incluso si las tasas de crecimiento promedio fuesen anteriores a 2010, estamos hablando de 2.4% versus 6.2% para el viejo y el nuevo G7 respectivamente. “En ambos casos, el tamaño total del PIB de ambos grupos convergerá y será el mismo en menos de dos décadas”, considera Ugarteche.El milagro asiático ¿Estado o mercado?Hay una importante diferencia entre el crecimiento de Latinoamérica y el de Asia. El de Latinoamérica está basado en las exportaciones de materias primas, lo cual, según varios autores, ha traído consigo un proceso de desindustrialización y concentración en bienes primarios (reprimarización). Por otro lado, los países asiáticos se han enfocado en sustituir exportaciones de bienes primarios (como lo hace hoy Latinoamérica) por exportaciones de bienes complejos de alto valor agregado. Los economistas Robert Wade y Alice Amsden resaltan el rol que los Estados asiáticos han tenido a la hora de guiar la industrialización de sus países, permitiendo así la transición de ser importadores, a exportadores primarios y luego a exportadores de productos complejos.Durante años, el Banco Mundial difundió la idea de que el “milagro asiático” era producto del libre mercado. Sin embargo, Wade considera que en realidad esto fue una “tergiversación de la realidad, pues el Banco Mundial fabricó un paradigma (del libre mercado) tratando de encajar hechos aislados en un marco teórico neoclásico” (el neoliberalismo).
Nuevas tendencias, nuevas necesidades
Según Ugarteche, la creciente importancia de Asia y Latinoamérica en el comercio y las finanzas mundiales requieren que mínimamente los directorios del Banco Mundial y del FMI reflejen estos grandes cambios, disminuyendo el peso de Europa. “La democratización de las instituciones financieras internacionales debe incluir el peso poblacional y no solo el peso del PIB, y se debe eliminar el poder de veto que tiene EEUU desde 1944, porque eso ahora no tiene sentido”, recomienda el economista de la UNAM. Asimismo, considera que un sistema en el que las políticas macroeconómicas crearon masivos superávits para financiar déficits masivos creados por el propio modelo no puede funcionar para siempre, tal como lo demostró la crisis de 2007-2011.Los países ricos altamente endeudados (HIRC) tienen problemas más complicados que los HIPC, debido a sus déficits fiscales de largo plazo y a sus políticas económicas basadas en el sobreconsumo de las exportaciones de otros países. “En este nuevo contexto global, donde hay gran importancia de Asia, Latinoamérica, Medio Oriente, Rusia y sus vecinos, las nuevas naciones deudoras (viejo G7) ya no están en ninguna posición de fijar las reglas del juego”, concluye Ugarteche.