PSG demostró su vigencia con una goleada ante Atlético en el Mundial

Luego del empate sin goles que dejó la presentación de Lionel Messi en el Inter Miami ante Al Ahly de Egipto y de la aplastante goleada de 10 a 0 del Bayern Múnich sobre el modesto Auckland City de Nueva Zelanda, el histórico Rose Bowl entregó uno de los espectáculos más esperados de la fase inicial: Atlético de Madrid frente al PSG.

El último campeón de la Champions League arribó a Estados Unidos con la ambición de seguir ganando, mientras que el Colchonero llegó al país del norte con la misión de sumar la alegría que le fue esquiva durante toda la temporada. Un duelo de estilos, con el mismo objetivo: llegar a la final.

En los primeros movimientos, los de Diego Simeone demostraron una actitud agresiva. Una infracción de Vitinha sobre Julián Álvarez, a metros del área grande, le permitió a la Araña concretar la primera amenaza. El cordobés campeón del mundo intentó sorprender a Gianluigi Donnarumma con su ejecución y la pelota se fue a centímetros del poste del arquero italiano. Un aviso que encendió las alarmas francesas.

La respuesta del elenco liderado por Luis Enrique llegó a través de la presión de Désiré Doué, quien recuperó en territorio español y envió un centro venenoso para la llegada de Khvicha Kvaratskhelia. Fue entonces cuando el georgiano dominó de espaldas al arco y se las ingenió para exigir a Jan Oblak, quien respondió con máxima seguridad.

Unos instantes más tarde, las combinaciones ofensivas de la potencia francesa desarticularon a la defensa del Aleti y Fabián Ruiz festejó el 1 a 0 con un violento zurdazo cruzado que dejó sin posibilidades al arquero esloveno. Golazo.

Antes del descanso, cuando los protagonistas se disponían para ir a los vestuarios, el Atlético de Madrid logró poner 5 hombres en el área parisina y Antoine Griezmann capturó un rebote que terminó en los guantes de Donnarumma. Y en el contragolpe, Vitinha se asoció con Kvaratskhelia para encarar entre los centrales y sellar el 2 a 0 para ampliar la diferencia en la última escena. Otra gran conquista en la que nada pudo hacer Oblak.

Cuando se reanudó el espectáculo, el PSG estuvo cerca de convertir la victoria en goleada. En una acción que comenzó con una gambeta de Donnarumma dentro de su propia área, y continuó con las proyecciones de Willian Pacho y Nuno Mendes; Khvicha Kvaratskhelia sacó un violento disparo que tenía destino de red. Sin embargo, el guantazo de Oblak logró desviar la trayectoria de la pelota para que termine su dirección contra el travesaño. Fue una muestra más de la superioridad del conjunto de la Ciudad de la Luz.

El sonido metálico despertó al combinado del Cholo. Con la fuerza de Giuliano Simeone y la calidad de Julián Álvarez, el Colchonero logró descontar que permitía a la ilusión. Sin embargo, la intervención del VAR atentó contra la esperanza ibérica. Es que István Kovács anuló la conquista por una infracción previa de Koke sobre Désiré Doué en el inicio de la jugada. Una decisión que cayó como un mazazo en el sector español.

Cuando Clément Lenglet observó su segunda amarilla, debido a un reclamo hacia el árbitro a causa de sus constantes desconcentraciones, el Atlético de Madrid comenzó a pensar en su próximo compromiso. El fastidio generalizado, el agobiante calor y la jerarquía de su rival llevaron al Colchonero a la resignación. Sobre todo después de la clara chance que desperdició Alexander Sorloth y dejó a Diego Simeone de rodillas.

Cerca del cierre, Senny Mayulu revivió las mismas sensaciones que en la final de la Liga de Campeones, dado que el volante francés ingresó en lugar de Gonçalo Ramos y, al igual que contra el Inter de Milán, decoró un resultado para que la alegría fuera por goleada.

Con el penal que convirtió Lee Kang-in en la última escena del encuentro y selló el 4 a 0 definitivo, el PSG se posicionó como un serio candidato a quedarse con la cima de su zona para luchar por la gloria. El Aleti, en cambio, deberá reaccionar inmediatamente ante sus próximos dos rivales si desea continuar en el certamen. El destino está claro para los franceses y muy oscuro para los de España.