Supergoleada del Barça en La Meca llena de dudas al Madrid
El 2-5 infringido por los pupilos de Flick al Real Madrid deja tocado a Ancelotti, que no logra hacer funcionar al Real Madrid de Vinicius y Mbappé



El Barça reafirma su idea y al Real Madrid le entran las dudas. El Barça arrolla y el Madrid se rinde, impotente. La final de la Supercopa de España dio tanto de sí en el verde como todas las horas previas en los despachos. El equipo de Flick –ya van seis de seis en finales ganadas para el alemán en los banquillos– alcanzó el éxtasis en La Meca con una ostentación de superioridad para los anales, que regala al barcelonismo su primer título en los últimos 609 días.
Ya lo advertía Ancelotti en la previa, que los clásicos son imprevisibles. Cuando Barça y Real Madrid saltan a un terreno de juego evocan siempre a la famosa paradoja del gato de Schrödinger. Y en Yida, la ciudad más poblada de la provincia de La Meca, al abrir la caja el gato no sólo estaba vivo, sino que tenía más ganas de marcha que Bruce Springsteen. Y en el Barça no hay más boss que Lamine Yamal, que no tiene edad para conducir un coche pero ya maneja el transatlántico azulgrana con una superioridad que realmente asusta. 17 años tiene.
El de Rocafonda dio el pistoletazo de salida a una primera parte de vértigo con un disparo marca de la casa desde la frontal que Courtois, muy ágil, pudo desviar a córner. Sin tiempo para el pestañeo, Gavi regalaba un centro envuelto en papel de regalo que Raphinha sólo tenía que abrir con la cabeza pero no acertó. Tiempo al tiempo,
Las comparaciones con el 0-4 liguero empezaron a asomarse por Al Jawhara porque el Barça de Flick parecía un trueno. Pero un pequeño mareo azulgrana le puso pimienta al clásico. Una pérdida en la frontal del Madrid de Casadó ante Vinícius, tímidamente reclamada como falta, la convirtió el brasileño en un presente para Mbappé. Empezó a galopar el francés con Balde, que como en una subasta llevaba el cartel de ‘vendido’ como única oposición. Después se cobraría su vendetta el lateral pero entonces le tocó a Mbappé, que cruzó el balón ante Szczesny para firmar su tercer gol en tres finales blancas.
Lamine Yamal catapultó la goleada, que culminaron Lewandowski, Raphinha (2) y Balde
El marcador parecía sacado de una película de terror. El Barça no podía exigirse más, lo estaba bordando, pero era el Madrid el que había cazado el primero. A pesar de la juventud de la que presume sobre el verde, con Flick al mando desde la banda, dieron los azulgrana una lección de madurez. Lejos de acusar el golpe continuaron a lo suyo. Raphinha cruzaba en exceso un buen disparo para confirmarlo. Esos primeros veinte minutos habían sido un recital de Lamine Yamal, que dejaba atrás a todo aquel que osara ponerse por delante. Una exhibición que tendría su premio,
No sólo estaba el Barça fino, el Madrid parecía un flan a pesar del marcador y en defensa era incapaz de achicar un solo especio. Así, Lewandowski conectó con Yamal, que dejó helado a Tchouaméni y batió a Courtois con un toque sutil, como si cortara el mejor jamón del mundo con todo el cuidado. La igualada acabó de desatar a un Barça en trance. Ni siquiera la lesión de Íñigo Martínez le despistó. Lo quería todo.
Con pocas ganas de lío, Gil Manzano hizo la vista gorda ante un plantillazo de Camavinga a Gavi. No así el VAR, que reclamó su presencia para que señalara penalti. Lewandowski, sin saltito y con determinación, enchufó el balón en la red. El tercero llegó de inmediato, producto de la calamidad defensiva blanca y la pillería azulgrana. Un centro desde la Barceloneta de Koundé encontró la cabeza de Raphinha, que esta vez no desaprovechó la ocasión. La fiesta no había acabado. Ya en el añadido, después de que Gil Manzano perdonara la segunda amarilla a Camavinga, Balde, tras una contra eléctrica hacía saltar todo por los aires con el cuarto.
Tenía que recomponerse rápido el Madrid si no quería entrar en la historia negra, más aún después de que Raphinha culminara la manita en un santiamén. Con todo para festejar le tocó al Barça pasar un mal rato, fiel a su sufrida historia. De nuevo el VAR corrigió el árbitro, expulsado Szczesny en una acción con Mbappé. Y en esa misma falta, ya con Iñaki Peña de regreso a su puesto, Rodrygo acertó con el segundo. Quedaba media hora que amenazaba con hacerse muy larga para los de Flick. Pero habían trabajado y sufrido demasiado como para dejar escapar el premio. La entrada de Olmo, además del morbo, aportó tranquilidad al Barça con balón y permitió que tiempo se consumiera sin que Peña tuviera demasiado trabajo.
Los blancos no aprovecharon media hora de superioridad numérica ante un rival sereno y maduro
La peregrinación había concluido. El éxtasis azulgrana en La Meca era brutal. El rey de la Supercopa sigue vistiendo de azulgrana.