Fútbol argentino
Boca e Independiente despidieron el año con un impreciso partido
Ambos equipos tuvieron oportunidades claras de gol, pero no hubo eficacia en las áreas. El Xeneize queda pendiente a lo que suceda el domingo.
Sí, era un clásico entre Boca e Independiente, dos que se reencontraban después de casi un año y medio y más de dos años después de haberse visto las caras por últimas vez en la Bombonera. Pero el partido (que terminaría en un pálido empate 0 a 0) estaba de más, y de eso eran conscientes las más de 50.000 personas presentes, esta vez para despedir un 2024 que para el Xeneize quedará en el olvido, sí. Pero que todavía guarda la ilusión de cumplir con el objetivo de mínima. Por esa esperanza (nunca mejor dicho que es lo último que se pierde), es que el clima del Alberto J. Armando fue lo más parecido a una fiesta.
Una fiesta que apenas rodó la pelota soltó un grito de guerra inconfundible: "Quiero la Libertadooooreeees", partió desde las tribunas y se extendió por cada uno de los asientos del estadio. Un mensaje claro, que más que a los jugadores pareció un grito, una súplica al cielo. Fueron unos minutos, pero suficientes para la continuidad de un repertorio positivo y de apoyo desde bien temprano en la tarde, a diferencia de las últimas veces que el Xeneize jugó de local, en las que se escucharon más bien reclamos que otra cosa.
Es que el contexto de ser un clásico con casi nada en juego despojaba de muchas de las presiones habituales que acompañan a los jugadores en estas instancias, pero no de las de defender el honor a la camiseta y de estar jugando un partido con mucha historia. Y también al de intentar cerrar el año de la mejor manera posible.
Por eso, el encuentro se hizo entretenido y de ida y vuelta. Por la propuesta de un Boca que salió con su esquema mixto que variaba entre el ambicioso 4-2-4 que Gago ya utilizó en varios pasajes de su incipiente ciclo y el más tradicional 4-4-2 con el doble nueve que este sábado conformaron Miguel Merentiel y Milton Giménez. Claro, de lo que pudieran soltarse y encontrar espacios tanto Zenón como el Changuito Zeballos dependía la peligrosidad de Boca.
Sin embargo, Independiente estuvo bien plantado desde el inicio y en las áreas casi que era más peligroso que el local. Primero lo perdió dos veces por arriba a partir de una patriada de Loyola, más tarde Tarzia obligó a lucirse a un fluctuante Brey, en una tarde donde sus manos inseguras pudieron haberle hecho pagar caro alguna de las veces que necesitó más de un tiempo para asegurar la pelota. Lo mismo en el inicio del complemento, cuando Rojo salvó milagrosamente en la línea una jugada que debió haber terminado en su arquero.
En el medio de todo eso, Boca aproximaba con mucho de Zeballos, aportes ofensivos de sus laterales y la voluntad errática de Merentiel junto a un Giménez cerca del gol pero también fuera de foco. Pero la paciencia tiene un límite. Y a falta de esa jugada que revolucione el partido, de un gol que baje las ansias presentes imperceptiblemente, el 0 a 0 empezó a ser un lastre para los protagonistas y la gente se los hizo sentir. Primero pidiendo un poco más ("Nosotros alentamooo, pongan huevo, que ganamoo"), y ya a falta de menos de 15 minutos con el reclamo manifiesto que representa el "Movete, Xeneize, movete".
El final estaba cantado, por más que una patriada de Maestro Puch pudo haber terminado en una victoria roja que no hubiera desentonado para nada. Lo que sí no estaba escrito era el veredicto final de muchos hinchas de Boca, quienes después de más de dos horas de vivir una fiesta propia esperando saber qué deparará el destino el domingo, se desquitaron silbando al equipo en su adiós definitivo 2024. Un adiós que todavía tiene final abierto.