Artículos de la ¨Revista de la Sociedad Geográfica y de Historia “TARIJA” Año 1944¨
El problema vial del departamento: La economía general de Tarija
Desde fines del siglo pasado y hasta la primera década del presente, Tarija fue un centro comercial importante, abarcando su influencia una amplia zona del sudeste y oriente del país y aún parte de las provincias de Salta y Jujuy de la vecina República Argentina; en todo ese tiempo era plaza importadora de toda clase de productos, desde las mercaderías de ultramar hasta los frutos del país, que luego repartía en un frecuente intercambio con el Chaco y Santa Cruz en el oriente, con Tupiza, Camargo Cotagaita, Camataquí y Potosí, al oeste y con Santa Victoria y Yavi y aún los pueblos de la Quebrada de Humahuaca al sud. Así recibía y transfería productos y mercaderías de ambos ex tremos en un comercio próspero que se incrementaba con la producción.
Cada una de estas zonas tenía una feria religiosa que servía para realizar las transacciones más importantes del año. Comenzaba la feria de Sauces, en la Provincia de Monteagudo del Departamento de Chuquisaca en los primeros días del mes de septiembre, donde concurría el comercio de esta ciudad con fuertes cargamentos de mercaderías de ultramar para surtir a todo el oriente recibiendo en compensación productos agrícola-ganaderos de la región, fomentando de este modo un activo intercambio comercial con parte del departamento de Chuquisaca, con el departamento de Santa Cruz y todo el Gran Chaco. A esta feria la seguía la de San Roque que se realizaba en esta ciudad, en el mismo mes de septiembre con una duración hasta de cinco semanas consecutivas en la cual los comerciantes del sud de los departamentos de Chuquisaca y Potosí hacían adquisiciones de mercaderías importadas, de ganado vacuno y caballar y de productos agrícolas de gran valor por su importante volumen. La tercera feria de importancia comercial para el departamento, se efectuaba en el Cantón Camacho de la Provincia Arce de este distrito, durante el mes de octubre de cada año, sirviendo especialmente al altiplano argentino y a las provincias de Chichas y Lípez del departamento de Potosí.
A cada una de estas ferias que tenían por objeto el servir de centro de intercambio comercial, se les fue acercando una vía férrea, que sustituyó completamente el sistema comercial, semi colonial, establecido hasta esa época; fue de este modo que pudimos ver que la feria de Camacho desapareció completamente con el FF. CC. Central Norte Argentino, que en su afán de llegar a nuestra frontera para unir sus rieles con el sistema ferrviario boliviano, llegó a La Quiaca, donde se formó un pueblo de comercio estable y regular que sustituyó la feria ocasional de Camacho. En igual forma sucedió con la prolongación del mismo FF. CC. Central Norte Argentino que se extendió de Perico a Embarcación en un nuevo ramal sustituyó la feria de Sauces ya citada y, por último la construcción del FF. CC. Río Mulatos-Potosí de la Bolivian Railway Co. nos privó de nuestro importante comercio de intercambio con la misma ciudad de Potosí, trayendo como efecto inmediato la desaparición de la importante feria de San Roque.
Vemos que fueron las líneas férreas que siempre nos pasaban por la periferia, como consecuencia de necesidades comerciales ajenas a nosotros, en las que teníamos que quedar al margen por nuestra posición geográfica, las que nos privaron de nuestro importante comercio; de nuestra próspera industria agropecuaria y del floreciente negocio de transportes, limitando todas nuestras actividades comerciales é industriales a una reducida área del departamento mismo.
Las consecuencias inmediatas de estos hechos fueron la atonía y disminución del comercio, la sobreproducción agrícola por falta de mercados y el abandono de los campos que se destruyeron al no ser ocupados por cultivos, por la falta de vegetación y los consiguientes ataques de los elementos que produjeron la erosión en grandes extensiones. Con la falta de mercados para nuestros productos de la tierra, el campesino se encontró en una situación imposible al producir y no tener a quien vender, buscando por tanto un nuevo campo a sus actividades, que lo encontró a la mano en el norte argentino, donde comenzaba la explotación de tierras vírgenes con caña de azúcar, las que contaban a la vez con vías férreas de fomento; esto produjo, pues, emigración de nuestros campesinos, poco menos que en masa, dejando abandonados nuestros campos.
Producido todo este desequilibrio industrial y comercial, los poderes públicos buscaban un remedio a nuestra situación, mediante leyes parciales que tenían muy buenas intenciones, pero que en ningún caso contemplaban la realidad de los hechos. Nadie se dio cuenta hasta la presente generación, que el problema básico de Tarija se hallaba en crearle nuevamente un sistema de vialidad moderno y apropiado a su progreso.
Una vez localizado el punto básico de nuestro problema, pusimos empeño en solucionarlo y desde el año 1920 venimos construyendo carreteras a medida de las posibilidades del país, pues no se puede pensar en la creación de un sistema financiero moderno por el que se hagan los trabajos con tasas y contribuciones directas a los usuarios, como es lo aconsejado por la técnica.
Ya van veintidós años que insistimos tenazmente en crearnos un sistema vial que pueda servir de instrumento para el fomento de las industrias agrícolas y ganadera y del comercio en general; claro que en estos 22 años de labor, solamente hemos podido ir aprendiendo que los caminos carreteros no sólo hay que construirlos, sino también conservarlos y mejorarlos a medida que se van haciendo de mayor tránsito y soportando mayores pesos; que nuestros caminos adolecen de muchas fallas, como ser faltas de obras de arte, que sus curvas son muy reducidas, lo que hacen el tráfico lento, que no tienen gradientes constantes, obligando a las máquinas' a hacer frecuentes cambios y por último, recién nos hemos convencido que es mejor construir un camino corto y caro y no uno largo y barato, porque luego en unos cuantos años se duplica su costo por el mayor recorrido.
Por mucho tiempo tratamos de resolver problemas fundamentales como si fuesen susceptibles de soluciones aisladas; de este modo creímos que la vialidad nos iba a proporcionar progreso rápido sin más que tener las carreteras; otras veces pensamos que nuestra agricultura y ganadería necesitaban fomentarla, y hasta un alto límite de producción que nos permita vender saldos fuera del departamento y en un momento dado, pensó todo el pueblo que solamente un ferrocarril nos sacaría de la triste situación económica que sufrimos, hasta que por fin pudimos llegar a observar que los factores de progreso son conexos é indivisibles y que solamente formando la cadena racional de PRODUCCIÓN, TRANSPORTE Y CONSUMO conseguiremos salir de nuestro estancamiento.
El Fomento Vial del Departamento de Tarija
El desarrollo comercial e industrial del Departamento de Tarija necesita una red de caminos que le permita movilizar sus productos agrícolas de los campos a los centros comerciales y de consumo, facilitar la explotación petrolífera y a la vez la conducción de mercaderías generales para el consumo de su población.
Esta red caminera se ha de basar en la construcción de dos carreteras nacionales que atraviesen todo el departamento. La primera, que se extenderá de oeste a este, partiendo de Balcarce sobre el FF. CC. Atocha- Villazón a Tarija, y de esta a Villa Montes, y la segunda que correrá del sudeste al noreste, saldrá de Oran en la Provincia de Salta de la República Argentina a Tarija y de esta a Potosí; construidas ambas carreteras se habrá dividido al departamento en cuatro zonas más o menos de igual extensión.
La primera carretera servirá para el transporte del petróleo de Sanandita y del algodón que se produzca en las 40.000 hectáreas a regarse con la presa de Villa Montes en actual construcción; estos dos productos darán el principal volumen de carga que tenga que soportar dicha vía, al que se agregará maderas y productos agrícolas del Gran Chaco, O'Connor y todo el valle de Tarija.
La segunda carretera nos servirá para la importación de mercaderías del exterior, acortando el transporte 1 800 kilómetros por vía ferroviaria, desde que la nueva ruta de importación será por vía fluvial de Rosario a Formosa, luego a Orán por 400 kilómetros del FF, CC. Central Norte Argentino; de donde luego vendrá por tierra a esta ciudad por la nueva carretera de 250 kmts. Pese a los trasbordos que tendrá que hacerse por esta vía siempre se rebajarán los fletes por lo menos en un 60% La misma carretera servirá para extraer los productos petrolíferos de Bermejo, actualmente en plena explotación; esta vía también es la escogida para la ruta Panamericana, que es la misma ruta No. 9 de la República Argentina que parte de Buenos Aires.
La segunda parte de esta vía unirá Tarija con la ciudad de Potosí, centro obligado para la venta de producción agrícola y ganadera.
Ambas carreteras se hallan construidas y en plena explotación; la primera completamente terminada y la segunda, faltándole solamente 40 kilómetros para ser terminada, aunque ambos trabajos, con tocias las deficiencias antes anotadas.
Para darles las características de carreteras de explotación comercial, se tienen votadas las leyes pertinentes que destinan los recursos necesarios.
La de Orán—Tarija Potosí se hará con el empréstito argentino proveniente de la venta del petróleo de Berme jo, con un costo de $ m/n 12,000,000,00 y más, el impuesto a la sucesión de la que fué Marquesa del Mérito
Para la carretera Balcarce — Tarija — Villa Montes se ha dispuesto por el H. Congreso Nacional una partida de cincuenta mil dólares para los estudios definitivos, que se tomará de los fondos de la Corporación Boliviana de Fomento; la misma ley determina que para emprender la construcción se tomarán fondos del segundo empréstito que hará a Bolivia, el Import & Export Banck de EE. UU de América.
Podemos pues decir, que Tarija tiene asegurada la construcción definitiva de ambas carreteras básicas, sobre las cuales se desarrollará el sistema vial del departamento.
La segunda faz de la política caminera que actualmente se estudia se refiere a los caminos vecinales, o cantonales que necesariamente tienen que ser construidos con recursos propios, puesto que salen de las necesidades que determinan la construcción de carreteras con fondos nacionales.
Para esta obra que también se halla encarada a medias, puesto que en los últimos 22 años se han cortado caminos de tierra en todo sentido, aunque sin características uniformes, sin obras de arte ni calzada firme y que por tanto sólo sirven para el tránsito en los meses de invierno, se dispondrá de la Regalía del Petróleo que corresponde al departamento y que actualmente se extrae de los Yacimientos de Sanandita y Bermejo. El monto de este ingreso, alcanza según cálculos de los técnicos a la suma de DOSCIENTOS SESENTA MILLONES en diez años de explotación, suma de la cual se ha de invertir por lo menos en un 60% en la construcción de caminos vecinales.
Es indudable que los productos agrícolas casi siempre de bajo precio y de gran volumen necesitan fletes bajos, de modo que Tarija debe contar con las mejores carreteras posibles para poder movilizar su producción hacia los centros poblados donde se han de consumir De ahí pues, que los hombres públicos de este departamento se preocupan con tanto empeño en solucionar el problema vial que por fin nos ha de sacar del estancamiento económico.
Con el Plan Vial que acabamos de explicar, lo más sucintamente posible, creemos que Tarija impulsará su explotación petrolífera, incrementará su producción agrícola ganadera y podrá a la vez explotar su riqueza forestal del oriente.
No es necesario recalcar que este aumento de carga, que se hará normalmente acelerado, ha de traer la necesidad de unirnos al centro del país, mediante una vía férrea que nos permita recién en forma efectiva, explotar nuestras riquezas con beneficio satisfactorio, tanto para el departamento como para la nación.
Factores que influyen en el desarrollo Vial de Tarija
El Departamento de Tarija se halla ubicado en los últimos contrafuertes de los Andes, que corriendo de norte a sud forman las tres cordilleras de Iscayachi, Polla y Aguairenda; entre estas latas cordilleras se hallan los valles de Tarija, Tariquía, Entre Ríos, Salinas, Chimeo, San Simón, Chiquiacá é Itaú, que son los que tienen producción agrícola y ganadera y la mayoría de ellos bosques vírgenes.
Esta topografía abrupta nos obliga a construir caminos sumamente costosos y caros, desde que en todo su recorrido siempre son de montaña, siendo este quizá el factor más desfavorable al desarrollo de nuestra vialidad. Otros factores negativos que podríamos señalar someramente son: la poca densidad de población en muchas zonas que se deben abrir a la explotación de sus riquezas naturales como Salinas, Chiquiacá y Tariquía, luego no poder disponer de recursos propios de vialidad, como son: tasas a los usuarios, a la gasolina, etc., porque reunidos no alcanzarían a formar un monto apreciable; la imposibilidad de usar maquinaria moderna por las características del terreno; la enorme cantidad de obras de arte que requieren nuestros caminos de montaña y por último, el alto costo de conservación de las obras nuevas, por lo menos en los cinco primeros años.
En compensación de todos estos factores desfavorables al desarrollo vial de nuestro departamento, contamos con otros que son fundamentales aunque sean pocos; estos son: disponer de gasolina en abundancia y al más bajo precio del país; tener en nuestros yacimientos petróleo denso para aceitar la calzada de nuestros caminos y, por último, movilizar un gran volumen de carga aunque sea de poco valor, como es el proveniente de la producción agrícola, agropecuaria, petrolífera y maderera.
CONCLUSIÓN.
Resumiendo, podemos llegar en el problema vial de Tarija, a las siguientes conclusiones:
—Esforzarnos por concluir las carreteras nacionales, convirtiéndolas en un instrumento perfecto para el desarrollo de nuestra riqueza agrícola-ganadera, petrolífera y forestal.
— Terminar nuestra red de caminos vecinales y perfeccionarlos para que puedan servir a todo el departamento, uniéndolo y reuniéndolo no solo en una entidad política sino también económica.
—Crearnos la necesidad imperiosa de unirnos al país con un ferrocarril que pueda fundirnos en la nacionalidad.