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Del Libro:

“La Fundación de San Bernardo De La Frontera” (Segunda parte)

Hasta aquí se ha señalado el déficit de mano de obra

Cántaro
  • Fernando Soto Quiroga
  • 13/11/2022 00:00
Portada La Fundación

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Capítulo 2: Toledo, los chiriguanos y la mita

 

La guerra contra los chiriguanos y la ampliación de la frontera

Hasta aquí se ha señalado el déficit de mano de obra, los problemas técnicos para la obtención de plata metálica, necesidad de una fuente complementaria de aprovisionamiento para Potosí, la acción guerrera chiriguana y su estrategia para la apropiación del tributo chicha y otros factores de primer orden, como el saqueo de las aldeas y el reclutamiento forzoso de indios por parte de los españoles para las entradas al Tucumán; cuestiones todas que incidían fuertemente en el deterioro demográfico. A todos los elementos citados hay que añadir dos asuntos que constituían para la Corona cuestiones de vital importancia: abrir una nueva ruta hacia los territorios del Río de la Plata y la ampliación de la frontera con el establecimiento de población española para proteger Potosí y La Plata (Oliveto 2019: 102).

El Virrey Toledo recibió en 1569 una Cédula Real para que declarase guerra a los indios rebeldes (chiriguanos), exigencia que fue luego reiterada el 6 de febrero de 1571 (Acuerdo de los oficiales de la Hacienda Real sobre las fronteras de Tarija y Tomina, Doc. 809: 233; ver también Oliveto 2019:101,102). Estaba en Lima, donde se encontraba preparando un largo y peligroso viaje a la audiencia de Charcas. Sobre las espaldas de la principal autoridad del Perú recaía la responsabilidad de encontrar solución a todos y cada uno de los problemas que afligían a los peninsulares, tanto de Charcas como de la Metrópoli.

Llegado a La Plata el Virrey no pierde tiempo y se aboca de lleno a organizar su ejército y diseñar la estrategia para la guerra contra los chiriguanos. Concede entrevistas a postulantes que los proponían como hombres idóneos para la fundación de una villa en el valle de Tarixa, como veremos en el capítulo siguiente. A su vez Toledo organiza los mecanismos legales para legitimar la introducción de la mita en las minas del Potosí, al tiempo que se preocupa de que se generalice la incorporación y uso del mercurio o azogue en los ingenios para la obtención de plata metálica (Dietrich 1990:157. Arduz Eguía 1985: 49-50).

La implantación de la mita y la introducción de la amalgamación en frío

Entre 1574 y 1575 el Virrey don Francisco de Toledo como respuesta al grave déficit existente de mano de obra para las minas, propone una política: la mita (Dietrich 1990: 157). El recreador de este sistema en condiciones de colonización fue el arzobispo de Lima don Jerónimo de Loayza. La mita implicó el reclutamiento forzoso y forzado de nativos, los que eran arrancados de sus caseríos y hogares. La mita se decretó obligatoria para todos los nativos comprendidos entre los 18 y 50 años (:159). Se constituyó en una forma de esclavitud y de explotación inhumana del hombre nativo. La mita se expandió rápidamente por toda la Hispanoamérica colonial, pero fue en las minas donde se la ejerció con una crueldad pocas veces vista.

El mitayo ingresaba a la mina a trabajar el día lunes y lo hacía hasta el día domingo siguiente por la mañana, sin distinción del día y de la noche. Cada mitayo recibía un salario semanal de 2 pesos y medio (regulado a dos) justo para pagarse tres panes de una libra por día (Arduz Eguía 1985: 88).

Con la puesta en vigencia de la mita España resolvió el déficit de la mano de obra en la explotación minera, y con la adopción del azogue o mercurio se inició el procedimiento de beneficiado por amalgamación en frío, introducido por Pedro Fernández de Velasco (Abecia 1988:144). Esto solucionó el problema técnico, experimentando la minería un gran desarrollo. Llegaron en pocos años a la producción de 6 millones de onzas troy finas de plata, un crecimiento equivalente a más del 500% respecto a los años 1572-1573 (Arduz Eguía 1985:16-18).

La explotación intensiva de mano de obra trajo aparejada una sensible reducción de la población nativa. Desde la introducción de la mita en 1575 hasta el año 1633, de 81.000 indios registrados solo quedaron 40.115 y, el año 1683, el número de mitayos apenas alcanzaba a 10.633. La mita española dio así trágica cuenta con los “indios amigos”, hombres libres vasallos del Rey (Dietrich 1990:160).

Si bien la mita solucionó en esta etapa casi en su totalidad la demanda de brazos, la lucha chiriguana siguió su curso, disputándoles hombres y tributos a los colonizadores. Cerrándoles además el paso a la fundación de nuevas haciendas y villas. Por otro lado, bloqueaban la apertura de una nueva ruta hacia el Río de la Plata. Y por añadidura, en su avance amenazaban y hostigaban parajes cercanos a la Plata y Potosí. La cuestión chiriguana no deja al Virrey conciliar el sueño.

Capítulo 3: Luis de Fuentesy la capitulación de Tarija

Hay un personaje que actúa y mueve los hilos para llegar al Virrey y plantearle sus percepciones e inquietudes. Se trata de don Luis de Fuentes y Vargas, español nacido en Sevilla y afincado en Potosí, donde hacia trabajar minas de su propiedad en el Cerro Rico. Habiendo luego optado por el cargo de administrador o juez de minas en Apacheta, "probablemente en la región de Tupiza” (Doc. 796: 205).

Luis de Fuentes, en tanto propietario de minas, no formaba parte de la elite minera de Potosí. Este era un reducido segmento de “empresarios” que habían logrado adjudicarse las principales y las más ricas vetas de plata, tales como: La Centeno, Mendieta, La Rica, La Estaño o Veta Negra y Loca la Desbaratada (Arduz Eguía 1985: 82).

Hacia 1571, al igual que a la mayoría de los propietarios mineros, la crisis también había afectado a don Luis de Fuentes. Al igual que a los demás, le preocupaba encontrar soluciones a las dificultades que les agobiaba. Sin embargo, de Fuentes no se amilanaba ante la adversidad. Era un hombre activo y emprendedor. Percibió con claridad la trascendencia fundamental que podría desempeñar el valle de Tarija como proveedor de parte de los bienes necesarios tanto para la población como para la minería Potosina. Luis de Fuentes estaba muy bien informado de las potencialidades productivas del valle de Tarija y más aun de las urgentes necesidades del Potosí de entonces.

Hasta donde se conocía en Tarija no había el codiciado metal amarillo, pero Luis de Fuentes estaba decidido a transformar lo que allí se podría obtener -madera, carbón, leña, ganado y sus derivados- en oro. Y no se equivocó. Algunos años más tarde Luis de Fuentes se convirtió en el hombre más rico y el de mayor poder político de la villa de San Bernardo, con influencias en la sede de la Audiencia de Charcas (ver Testamento de Luis de Fuentes, Doc. 837: 395).

Desde el “descubrimiento” de las riquezas argentíferas del Cerro Rico, la villa al pie del mismo evolucionó rápidamente. Paralelo a su crecimiento poblacional corrían sus crecientes necesidades, las que muy bien podrían ser satisfechas, al menos en parte no desdeñable, de fundarse una villa en el valle de Tarija.

Potosí consumía y, en consecuencia, demandaba los siguientes productos susceptibles de ser obtenidos en Tarija: madera, carbón, leña y cebo en las cantidades ya citadas. Además, consumía 56.000 fanegas de maíz en grano anualmente, lo que “no es mucho porque hay más de 120.000 indios y más de otros 120.000 perros que es más lo que éstos consumen que no los indios”, además de 50 mil fanegas anuales de maíz para chicha (Arduz Eguía 1985: 91-92).

Sobre la producción de maíz en el valle, existen referencias tempranas que hacen alusión a este importante cereal. Tenía Francisco de Retamoso 700 nativos “en el Valle de Tarixa son Indios de maíz i no tienen ningún ganado” (Julien et al. 1997: X). Los españoles tenían, entonces, la fundada suposición de que el valle en cuestión podría convertirse en un importante granero para Potosí.

La villa de Potosí consumía 4.000 cabezas de ganado vacuno por año. Los expedicionarios que llegaron al valle hacia 1540 trajeron consigo ganado vacuno. Luego tuvieron que abandonarlo durante el primer éxodo forzado por los chiriguanos (Doc. 717:1). Se puede inferir que tal ganado existió en número considerable, pues en 1594, en la fundamentación de una petición que hizo Luis de Fuentes a la Real Audiencia de Charcas, entre otras cosas asegura:

...por asistir en la dicha villa más de cien hombres que tienen labranzas y crianca en tanta cantidad quanto es público e notorio a Vuestra Alteza y a todo el rreino, en especial a la Villa de Potosí y su comarca donde de diez años a esta parte [h]an metido más de veinte y cinco mil cabecas de ganado bacuno e otros ganados, cecinas... (Petición de Luis de Fuentes a la Real Audiencia de Charcas, Doc. 833: 347).

Esto significa que, desde 1584 a 1594 Tarija comercializó o vendió a Potosí más del 50 por ciento de sus necesidades de carne vacuna, a razón de 2500 cabezas anualmente.

Además de ganado en pie, la villa de San Bernardo proveía a Potosí de charque, cecinas[9] y otros productos derivados del faeno de ganado vacuno y porcino. La villa minera demandaba además importantes cantidades de vino: 50 mil botijas anuales. Parte de esa demanda era cubierta desde San Bernardo. Don Luis de Fuentes llegó a ser el viñatero principal de la villa. Tenía un viñedo con más de 20.000 plantas en la banda del Guadalquivir, en la orilla opuesta a la villa (Doc. 837: 394). Don Luis de Fuentes sabía muy bien lo que hacía, no cabe duda.

En cuanto a los otros bienes que Potosí demandaba, existe un dato curioso: se consumía en la villa aproximadamente 18 mil arrobas de pescado anualmente, de las cuales 6.000 arrobas correspondían a “pescado salado de la mar”, 8.000 arrobas de “pescado de Titicaca” y 4.000 arrobas de “pescado fresco” (sábalos, dorados, etc.) (Arduz Eguía 1985: 92). El sábalo y el dorado no son peces posibles de encontrar en los ríos de gélidas aguas de las alturas de Potosí. Entonces, o se llevaba del Itika (Pilcomayo), del Pilaya o del río Tarija. La incógnita es: ¿Cómo transportaban y hacían llegar pescado fresco a Potosí desde distancia tan considerable?

Había algo más: la minería potosina utilizaba más de 20 mil llamas para dos de sus actividades fundamentales. La primera, para transportar todo tipo de bienes susceptibles de ser transportados en llama hasta y desde Potosí. La segunda, para transportar minerales desde bocamina hasta ingenio. Por último, existían 1.500 “cabalgaduras” como medio de transporte humano (Abecia 1988:31-32. Arduz Eguía 1985: 91).

20.000 animales de carga, como mínimo, requieren una cantidad significativa de forrajes y pasturas, lo cual resultaba un rompecabezas para los españoles mineros.

Era difícil encontrar lugares que no estuviesen ocupados en apacentar “carneros” (llamas), vicuñas y alpacas que en número de 90 mil cabezas se faenaban anualmente solo para consumo de Potosí (Arduz Eguía 1985: 91). También para esta dificultad el territorio de la jurisdicción de la villa de San Bernardo y zonas de influencia iban a ser la solución. Al respecto, años después Luis de Fuentes hacia la siguiente relación:

...y demas de esto, es de ynportancia para la villa de Potosí, así porque lleuan de Pazpaya comida e tablas, madera e carbón e otras cosas para los yngenios e beneficio de los metales, e se pastan en sus términos e comarca los carneros [llamas] que acarrean los metales del cerro de la dicha uilla de Potosí e otros ganados (Testimonio de Luis de Fuentes en la relación de servicios de Juan Ladrón de Leyba, citado en: Julien et al 1997: 354).

Capitulación para la fundación de la villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa

En otro orden de cosas, Luis de Fuentes mantenía excelentes relaciones con los dominicos y agustinos. Fue precisamente este estrecho vínculo la llave que le abriría la puerta para entrevistarse con el Virrey Francisco de Toledo. Fray Thomas del Castillo, de la orden de los predicadores, en una declaración jurada ante presencia de un Oidor de la Real Audiencia de Charcas y de un Escribano del Rey, dijo:

[H]E visto por el dicho capitán Luis de Fuentes, que al presente estaua en la villa de Potosí, bio este testigo que trató con el prior de la casa de señor Santo Domingo de la dicha villa de Potosí, donde este hera súbdito, de que quería hazer la jornada e población del valle de Tarija, que en aquel tienpo estaba despoblado, para desde allí hazer guerra a los dichos yndios chiriguanaes... (Testimonio de fray Thomas del Castillo, Doc. 835: 364).

Con los buenos oficios del superior de los dominicos, el Virrey Toledo accedió concederle a Luis de Fuentes una entrevista. Allí tuvo la oportunidad de plantearle, con buen conocimiento de causa, los principales problemas que aquejaban a la villa de Potosí: crisis de producción de plata y los factores que incidían para que ello ocurriese, la amenaza chiriguana y la necesidad de hacerles la guerra y, finalmente, la urgencia de fundar una villa en Tarija para resolver los grandes problemas expuestos. El Virrey estaba, por supuesto, muy bien informado de la situación y de cuanto había que hacer. De tal modo que, por lo que luego aconteció, se puede conjeturar que entre ambos hubo coincidencia sustancial. El trámite realizado por de Fuentes dio los frutos por él esperados.

El Virrey Francisco de Toledo en comisión extendida a Luis de Fuentes en La Plata, el 22 de enero de 1574, entre otras importantes consideraciones dice: “porque [h]auiendo tratado con Luis de Fuentes, que al presente está en esta dicha ciudad de La Plata...” (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Doc. 729: 34). Se cita y subraya este párrafo para hacer hincapié que la fundación de la villa de San Bernardo no es, como se afirma con frecuencia, producto de la emisión y recepción de una orden emanada de un superior a un subalterno obediente, sino de la existencia y suscripción entre partes interesadas de una capitulación, una especie de contrato, resultado de una negociación, el que normalmente incorpora intereses y concesiones mutuamente convenidas entre las partes suscribientes (Dietrich 1990:132-133). En el caso que nos ocupa, entre el Virrey del Perú don Francisco de Toledo y el propietario y juez de minas don Luis de Fuentes y Vargas se suscribió una capitulación, bajo los términos y condiciones que luego se detallan. Tal capitulación aún no ha podido ser ubicada. De todos modos, es posible una reconstrucción fundamentada de la misma, facilitada por la existencia de la ya mencionada Comisión del Virrey a Luis de Fuentes y, además, por la frecuencia con que de Fuentes se refiere a partes importantes de la mencionada capitulación.

La fundación de una villa en las condiciones reinantes en el último cuarto de siglo de los 1500, conlleva acciones de conquista y colonización. Es el caso del valle de Tarixa. Así lo entendieron los españoles y para ello se prepararon: para enfrentar y “sujetar” a los aguerridos y temibles chiriguanos. Una empresa de esta naturaleza implicaba contar con importantes recursos materiales y monetarios para cubrir los gastos en comida, ropa y cobijas al menos para un año, tiempo necesario para establecerse, preparar la tierra y obtener las primeras cosechas. Luego la adquisición de cabalgaduras y armas diversas como arcabuces, lanzas, espadas, dagas, alabardas, adargas, escaupiles, celadas de acero, cotas y rodelas; tiendas de campaña y herramientas diversas como también ganado para recría, semillas, aperos de labranza y sinnúmero de otros utensilios, todo lo cual requería un “capital” que por lo general excedía las posibilidades materiales de una sola persona. Es factible que también esa era la situación de don Luis de Fuentes, más aún si tomamos en cuenta que en esos años en particular la minería se encontraba atravesando una dura crisis y peor aún si se considera que de Fuentes se desempeñaba, a sueldo, en un oscuro cargo de juez de minas en un recóndito paraje de los alrededores de Tupiza (Doc. 796: 205).

Se podría suponer, entonces, que la Corona financiaba la expansión de su Imperio. Pero no era así. Esta se encontraba en graves dificultades económicas, atravesando por un periodo de iliquidez; en 1575 al igual que en 1577 procede a la suspensión de pagos colocándose, en consecuencia, en una situación de mora, algo parecido a la declaratoria de quiebra financiera. Razón contundente que le evitaba autofinanciar empresas de expansión. Pero más aún, no era norma ni excepción hacerse cargo de los emprendimientos de descubrimiento y/o colonización. Para ello se habían instituido las capitulaciones, las cuales normaban las relaciones entre la Corona y los particulares o interesados en correr los avatares de convertirse en adelantados. Aceptaban con sus propios medios y riesgo ir en busca de poder, fortuna y eventualmente títulos y nombramientos y otras honras y privilegios (Dietrich 1990:133).

En el caso del “adelantazgo” de Luis de Fuentes, lo lógico es pensar en una forma de sociedad entre varios interesados a la cual él representaba y por la que accionaba. Además, era lo común y frecuente que los nombres de los que formaban tal sociedad no aparecieran en la capitulación, en la que sólo iba y suscribía el titular, en este caso Luis de Fuentes. Sin embargo, un socio visible era don Juan Porcel de Padilla, quien a su vez era, al igual que de Fuentes, propietario de minas y por otra parte mayordomo, esto es, administrador del hospital de la villa de Potosí. La asociación entre ambos es evidente. Don Luis de Fuentes murió en la casa de Porcel de Padilla, quedando este como su heredero universal, lo que incluía su vasta fortuna y el derecho a ocupar el cargo de Capitán, Justicia Mayor y Corregidor de la villa de San Bernardo. Años después de la muerte de Fuentes, Porcel de Padilla fue posesionado como la principal autoridad de San Bernardo y, con parte de la fortuna heredada emprendió luego la fundación de la villa de La Vega de La Nueva Granada, Entre Ríos, actual provincia O’Connor (Rivera 2015: 33. Porcel 2000: 9-11. Ávila Ávila 1975: 255).

Como quiera que hubiese sido, entre el Virrey Francisco de Toledo y don Luis de Fuentes de Vargas (así era exactamente su nombre) hubo entendimiento. Luego de cumplirse con las formalidades burocráticas del caso, se suscribió la capitulación, la que en líneas generales y en su contenido esencial podría reconstruirse de la siguiente manera:

Bases para la reconstrucción documental de la capitulación de Tarija

La siguiente es una reconstrucción hipotética del documento de la capitulación para la fundación de la villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa. El documento original de dicha Capitulación no ha sido encontrado a la fecha (Julien et al. 1997: 33). La siguiente reconstrucción fue realizada en base a referencias dispersas en fuentes primarias, que hacen siempre referencia al documento original.

Asientos capitulares o cláusulas contractuales:

  • Por ser de tanta importancia y reparo para la Corona y sus súbditos, se encarga a don Luis de Fuentes de Vargas fundar una villa en el valle de Tarixa, que para el cumplimiento de tan importante encargo, se haga con 40 o 50 hombres españoles y el número de indios libres vasallos del Rey que se consideren necesarios (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Doc. 729: 34).
  • Los gastos que conlleve la fundación de la villa: alimentos, ropa, tiendas de campaña, cabalgaduras, armas, semillas, ganados diversos, etc., se harán a costa de Luis de Fuentes, de su peculio y de su hacienda (Docs. 800 y 835: 211, 371, 377 y 382. Ávila Ávila 1975: 99. Oliveto 2019:112).
  • Se fija la fecha de 28 de febrero de 1574 para salir a hacer la mencionada población “y antes si fuere posyble” por resultar así conveniente (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Doc. 729: 34).
  • Se fija la jurisdicción de la villa a fundarse, 20 leguas hacia los indios chichas, de paz y, hacia los chiriguanos, 30 leguas (Doc. 729: 34).
  • Se fija el día 29 de enero de 1574 años para que don Luis de Fuentes comparezca ante Su Excelencia, el Virrey del Perú don Francisco de Toledo, para que jure por Dios Nuestro Señor, y por la señal de la cruz que servirá fiel y abnegadamente a Su Majestad en lo oficios y cargos que constan y tienen asiento en la presente Capitulación (Doc. 729: 36-37).
  • ♦♦♦ En “nombre de Su Majestad [...] elijo y nombro y probeo por capitán y justicia mayor de la dicha villa de Sant Bernardo de Tarija [...] por tiempo de seis años” (Doc. 729: 34-35)-
  •  Una vez establecida la villa de San Bernardo, el Capitán don Luis de Fuentes tomará los recaudos necesarios y suficientes para “para salir a la ofensa de los dichos chiriguanaes quando viniesen a hazer los dichos daños, por ser éste el mas ynportante rremedio que parece se podia y devia dar para que de aqui adelante no se les haga” (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Doc. 733: 50).
  • Es compromiso del capitán y justicia mayor ir abriendo la ruta hacia los territorios del Río de La Plata y Paraguay
  • Es obligación de Luis de Fuentes, organizar y ofrecer "defensa de los españoles e indios, vasallos de Su Magestad” (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Docs. 729 y 730: 34, 50).
  • Como tal Capitán y Justicia Mayor podréis tener en paz y en justicia a las personas de españoles e indios que estuvieran y residieran en la dicha villa y su jurisdicción (Doc. 729: 35-36).
  • Se hará “predicar el sagrado evangelio y enseñar las cosas de nuestra sancta fee catholica a los naturales e infieles”. Se conviene en incorporar un sacerdote para el bautizo de los indios que hubiere y que hay en la jurisdicción de la villa. Se tomarán todos los recaudos para que los naturales “se subjeten, [en] quanto a lo [e]spiritual, a la obediencia de la sancta madre yglesia rromana, y en lo temporal, al señorío y dominio de la magestad del Rey don Phelipe, nuestro señor, y a la corona de Castilla” (Doc. 729: 35).
  • Como Justicia Mayor, Luís de Fuentes queda investido con los poderes generales y particulares que de su señoría tiene, para administrar justicia real de Su Majestad, en lo civil y criminal. (Doc. 729: 35) Como Capitán don Luis de Fuentes queda facultado para coadyuvar a elegir, en nombre de Su Majestad, regidores, tenientes, escribano, alguacil, alcalde, alcaldes ordinarios, mayordomo y otras autoridades. Luis de Fuentes, munido del cargo de Justicia Mayor, con poder y comisión en forma y suficiente queda habilitado para “dar y rrepartir tierras, solares y chacaras, huertas, estancias” y encomendar indios “a las personas que con vos fueren a la población y a los demás que en ella rresidieren y fueren a rresídir [...] como os paresgere que cada vno lo merece y más convenga al seruicio de Dios y de Su Magestad” (Docs. 729 y 734: 35, 52 sig.).
  • Se otorga a Luis de Fuentes, además de las honras y privilegios señalados: Merced de la cuarta parte de las tierras de su circunscripción de las cuales será su señor (Doc. 837: 394), con lo cual don Luis de Fuentes se convertiría en el Señor del Valle así como en España los Mendoza eran los Señores de la Alcarria.
  • Su Alteza compromete, a expreso pedido y en el momento que considere oportuno Luis de Fuentes, la entrega y puesto en la villa a fundarse, mil fanegas de maíz para sustento de sus pobladores, hasta tanto hagan sus sementeras (Provisión del virrey Francisco de Toledo para entregar mil fanegas de maíz para el sustento de Tarija, Doc. 731: 42).

La entrada y fundación de Tarija por Luis de Fuentes

Desde fines de enero de 1574, Luis de Fuentes se dedicó a organizar la entrada[10] al valle de Tarixa[11]. Reclutó hombres españoles, primero en La Plata, para lo cual utilizó cuatro elementos de convencimiento:

a)      Dotación gratuita de ropa realizada en la tienda de Samaniego (Relación de servicios de Luis de Fuentes, Doc. 800: 211).

b)     La promesa de merced de solares en la villa a fundarse y tierras extensas y fértiles; encomienda de indios para trabajarlas y riquezas que allí se encontrasen.

c)     Dotación de criados de servicio y carga; caballos para algunos, arcabuces, municiones, implementos de ataque y defensa (ídem).

d)      Los alimentos necesarios para el travesío y para la subsistencia hasta que se pudiese cosechar los primeros frutos de la tierra, lo cual implicaba también la dotación de aperos de labranza, semillas y bueyes para trabajarla (ídem).

Luis de Fuentes completó su contingente de hombres en Potosí, donde procedió de idéntica forma y manera a lo realizado en La Plata; repartió ropa fina de Castilla de la tienda de Rodrigo de Escobar e hizo las mismas promesas. a sus potenciales acompañantes (ídem). En Potosí, en esos años de crisis, había gente española desocupada, y por ello muy pobre (Doc.835: 382), así que Luis de Fuentes no tuvo mayores inconvenientes para completar el número de miembros necesarios para su expedición.

Antonio Esquete, miembro de los fundadores de San Bernardo, en una declaración jurada dice lo siguiente:

....vio este testigo que [e]l dicho capitán Luis de Fuentes juntó çinquenta honbres muy bien aviados de todo lo neçesario y entró a hazer la dicha poblaçión donde al presente está (Relación de servicios de Luis de Fuentes, Doc. 841: 409).

Algunos años más tarde, Juan Fernández de Castro dirá sobre San Bernardo y la gente que fue a poblarla:

[E]s público e notorio que es vno de los buenos pueblos que [h]ay en toda esta provinçia, de sitio, temple e fertilidad, de manera que [h]a sido rremedio de mucha gente pobre que andaba por esta provincia; y están agora rremediados y hazendados, e tienen hechas muchas heredades y viñas [y] estançias de ganados de todas suertes; y [h]a bisto que [h]an sacado y sacan a esta dicha çiudad e villa de Potosí toçínos, quesos y ganados e comida para los naturales [se refiere a maíz y harina de maíz], espeçialmente los años estériles, que si no fuera por la dicha saca y probeymiento del dicho valle, padeçieran gran neçesidad (Relación de servicios de Luis de Fuentes, Doc. 835: 382).

Otra parte de hombres, los de servicio, la mano de obra para los españoles, fue reclutada entre los que estuvieron en la frontera, casi todos chichas que habían despoblado el valle por presión de los chiriguanos en el año 1564 (Doc. 723 y 794:19,187). El comisionado por Luis de Fuentes para reclutar a los chichas fue Juan Rodríguez Duran, quien el año 1604, en una presentación de una relación de servicios, como testigo de Porcel de Padilla, declaró:

...este testigo sabe que los dichos yndios chichas pagaban tributo a los dichos yndios chiriguanaes infieles; e porque [e]ste testigo sacó para la dicha poblaçion de Tarixa muchos yndios, que fueron cantidad de más de setenta, de quebradas y guaycos, y los rreduxo y llebó a la dicha poblaçón de Tarija donde [h]oy están poblados (Relación de servicios de Luis de Fuentes, Doc. 841: 418).

Es de suponer que Luis de Fuentes comprometió y organizó a los españoles que lo acompañaron en la marcha al valle y a la fundación de la villa de San Bernardo, no de cualquier modo ni con gente que no cumpliese ciertos requisitos. Eligió a los que supuso adecuados para lo que en la frontera les esperaba. Por una parte, una dura confrontación con los aguerridos e irreductibles chiriguanos. Por otra parte, la lucha por sacarle a la naturaleza los frutos de sobrevivencia. La gente seleccionada era apta para las faenas agroganaderas por su origen campesino. En cambio otros lo eran para la actividad militar, pues eran soldados licenciados de múltiples batallas.

Los resultados demostraron, al menos, que una buena parte de los que se aventuraron en la dura misión poseían los suficientes conocimientos y experiencia rural-campesina. Ello explica el éxito alcanzado en la crianza de ganado vacuno, ovino, caprino, porcino y sus múltiples derivados, como quesos, cecinas, etc. Y el éxito en la obtención de productos agrícolas como maíz, harina de maíz, uva, vinos, etc., de calidad y cantidad suficientes para el consumo propio y para proveer a Potosí. No cabe duda de que la fundación de la villa de San Bernardo fue para los españoles y para el desarrollo de la minería potosina un acierto sustentado en el bagaje de conocimientos de los ibéricos.

Los españoles estuvieron directamente involucrados en la sobrevivencia material de la naciente villa, pero con la explotación de mitayos y yanaconas[12]; cuya utilización en haciendas (chacaras) y en obrajes (establecimientos textiles) en la Tarija colonial es innegable. También, no podemos olvidar la importancia de la introducción de los huertos bajo riego como soporte de la alimentación familiar, ) que en una situación de amenaza era el espacio productivo protegido por los muros de la casa.

El compromiso asumido por Luis de Fuentes de salir a hacer la población se fijó, como ya está señalado para el 28 de febrero de 1574 “y antes si fuere posyble” por resultar así conveniente (Comisión del virrey Francisco de Toledo a Luis de Fuentes, Doc. 729: 34). Es evidente la urgencia y e1 carácter estratégico que el Virrey le asignaba a la fundación de San Bernardo. Sin embargo de tal premura, de Fuentes decidió realizar primero una entrada de reconocimiento y sólo con soldados (Doc. 835:356). A este respecto y en declaración jurada Fray del Castillo afirmaba

...entró en el dicho valle con soldados que lleuó en su compañía, enarbolando banderas [...] e después vino a esta dicha ciudad [La Plata] de donde salió e fue hazer la dicha jornada (Relación de los servicios de Luis de Fuentes, Doc. 835: 364).

Finalmente, Luis de Fuentes con la gente española que reclutó en La Plata y Potosí y la nativa que mandó sacar de quebradas y huaycos, emprendió viaje. Llegó al valle y fundó la villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa, según lo estipulado en la capitulación. Se afirma que tal acontecimiento tuvo lugar el 4 de julio de 1574, en el lugar que consideraron, finalmente, el más apropiado.

 

9 Carnes secas de origen español. Formas de james elaborados en base a carnes de diferentes orígenes, salados y secados al sol o al humo.

[10] Una entrada, en este contexto histórico, es el proceso de salida y llegada a un lugar donde se quiere realizar una acción, en este caso la fundación de Tarija en tierra de chiriguanos, en territorio hostil.

[11] En el castellano antiguo se utilizaba la x como j. Una forma muy común de escribir Tarija durante la colonia temprana fue Tarixa.

[12] “Una institución muy importante del régimen de trabajo forzoso en el Virreynato del Perú era el yanaconazgo, que había nacido en el proceso de la conquista a través del simple apoderamiento de indios "vagantes" por parte de los conquistadores, o también por su reparto efectuado por gobernadores y magistrados” (Dietrich 1990:165).

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