La finitud del ser humano
¿Qué es el hombre?
¿Qué es el hombre?
Poco más que un soplo. -Salmos 39:6
El hombre es como un suspiro;
su vida pasa como una sombra. 144:4
Porque mis días
se desvanecen como el humo. 102:4
Mis días son como una sombra fugitiva
y me voy secando como el pasto. 102:12
¡Los años pronto pasan,
lo mismo que nosotros! 90:10
Mas comprada su vida nadie tiene. 49:8
El hombre no es eterno. 49:13
Como sombra se pasea el mortal;
no es más que soplo,
pero se afana y almacena,
sin saber para quién. 39:7
Él sabe de qué barro fuimos hechos,
él recuerda que somos polvo.
La vida del hombre dura lo que la hierba,
florece como la flor silvestre.
Que sopla el viento sobre ella y ya no existe,
se ha ido para siempre. 103:14-16
¡Cuánta verdad existe en Ti, Padre!
Sólo Tú eres eterno y trascendente.
Tu palabra nunca es estéril,
¿Qué difícil es para el hombre aceptar
su naturaleza de ser frágil?
Atemporales se volvieron esos difíciles días
en que todo se detuvo e inmutó el universo,
y las calles estuvieron de tu presencia vacías.
¡Inexplicables tiempos de inciertos silencios!
Ante la humanidad aislada y distante,
el desasosiego y la incertidumbre;
es cuando más insignificante
me sentí frente a Ti, soberano Padre.
¿Dónde está el hombre con su inteligencia?
¿Qué lugar ocupa la investigación y la ciencia?
Se multiplican las preguntas,
y el ser humano ha quedado sin respuestas.
¿Será posible entender, por sí mismo,
la relatividad y finitud de la vida?
¿Que la existencia sólo dura
lo que dispone tu voluntad divina?
¿Cómo podré estar en tu gracia,
si no me detengo y reconduzco mi vida?
Renueva todo mi corazón, Señor,
Tú eres el dueño de mi efímera vida,
yo, en tus manos simplemente arcilla,
nada es mío, todo pertenece a tu gracia divina.
A la luz de tu sabia e iluminada palabra,
descubrí que es difícil escuchar tu voz
si estoy siempre ocupada.
Entendí que el pronombre yo
no debe anteponerse al tú,
porque me priva de ver tu luz.
Aprendí a valorar lo que más quiero,
cuando lo tengo y no cuando lo pierdo,
y que no todo se compra con dinero.
Que no debo esperar a decir lo que siento
quizá, después sólo sea, un lo siento,
que los gestos de cariño no se deben guardar,
porque tu amor ha sido creado para dar.
A preocuparme menos por lo que me falta,
disfrutar más lo mucho que ahora tengo,
que todo vacío lo llena tu presencia y basta.
A compartir lo que me das y soy sin individualismo,
salir al encuentro del otro y olvidarse de sí mismo,
porque tu abundante amor no sabe de egoísmo.
Que es irrelevante proyectar el futuro,
si sé que sin tu gracia, el porvenir es incierto
y el mañana no es seguro.
A darme por bendecida
por haber despertado de nuevo,
y estar contigo agradecida.
¡Que sólo Tú, mi Dios,
la oración, el amor y la fe,
mantienen por siempre viva
la luz de mi esperanza!