La magnanimidad del creador
Señor, dueño nuestro,



Señor, dueño nuestro,
¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¡Tu gloria se extiende más allá del cielo! -Salmos 8:1
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento las obras de sus manos. 19:2
Tuyos son los cielos y tuya la tierra,
colocaste el mundo con todo lo que encierra. 89:12
El día es tuyo y también la noche;
pusiste en su lugar la luna y el sol. 74:16
Él determina el número de las estrellas,
y a cada una le pone nombre. 147:4
¡Qué grande eres, Dios mío!
despliegas los cielos como un toldo,
levantas tus mansiones sobre las aguas;
las nubes son tu carroza
y vuelas en alas del viento. 104:3
Haces brotar los manantiales,
en los ríos beben los animales del campo,
las aves del cielo posan en las riberas,
y su canto suena en las frondas,
los montes riegas desde tu morada.
Tú haces crecer las plantas que el hombre cultiva
para que de la tierra obtenga su alimento,
vino que da contento al corazón,
aceite para darle brillo al rostro
y pan que da vigor a todo el cuerpo. 104:10-15
Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste,
y la estrellas que pusiste en él, pienso:
¿Qué es el hombre?
¿Qué es el ser humano?
¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él?
pues lo hiciste así como un Dios,
lo rodeaste de honor y dignidad,
le diste autoridad sobre tus obras,
lo pusiste por encima de todo. 8:4-7.
¡Cuán grandes son tus obras, oh Señor,
y cuán profundos tus pensamientos! 92:6
Grande es nuestro Dios, y grande su poder;
su inteligencia es infinita. 147:5
Las obras del Señor son imponentes,
y las profundiza el que las aprecia. 111:2
Abre mis ojos para que pueda contemplar
las maravillas de tu ley.
Soy un peregrino sobre la tierra;
no me ocultes tu voluntad. 119:18,19
¡Tú me has hecho feliz con tus acciones!
¡Tus obras me llenan de alegría! 92:5
Porque el Señor es bueno;
su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin. 100.5
Mas Tú, Tú eres sublime eternamente, oh Señor. 92:9
Padre de inmensa bondad,
propietario absoluto de mi vida,
qué extraordinaria y prodigiosa
es tu magna e inenarrable obra,
tan indescriptible,
como tu amor inigualable.
¿Cómo no admirar tu nombre?
¿Cómo no asombrarme de tus maravillas?
Insuficientes son todas las palabras
para trasuntar la majestuosidad
de tu creación perfecta.
Nunca alcanzaré, mi Dios,
a entender tanta benignidad
proveniente de tu excelsa grandeza,
me siento nada ante tu omnipresencia.
Al comparar mi poquedad
con tu grandiosidad divina, Señor,
sobrecogida me interrogo,
¿Qué méritos poseo mi Redentor
para recibir tan inconmensurable amor,
si mi pequeñez de criatura,
es incomparable con la tuya de Creador?,
¿Cómo corresponderte desde mi vida
y mi corazón a tu gracia, Señor?
¿Acaso no se contrapone
la humildad de la gente sencilla
que te invoca en sus oraciones,
y de los pequeños que te alaban
desde sus tiernos corazones;
con la arrogancia y autosuficiencia
de los ególatras y orgullosos,
que ciegos ante el mundo,
adormecidas sus conciencias,
pretenden regirse por sí mismos,
ignorando tu existencia?
¡Oh Dios, dadivoso Padre,
te alabo y glorifico eternamente!
De todo lo bueno eres el autor,
tu generosidad desbordante
es impagable, Supremo hacedor.
Mis días y horas jamás alcanzarán
para descifrar tu inefable amor,
ni mil tiempos bastarán
para contemplar tus obras, Señor.