Don Luis de Fuentes y Vargas y la Fundación de Tarija (Segunda parte)
La región donde el flamante Capitán iba a continuar su carrera militar



La región donde el flamante Capitán iba a continuar su carrera militar, estaba situada al sud de La Plata, al norte de la extensa provincia de Tucumán y al oeste de los valles de Tarija de los que tanto había oído hablar. Los Chichas eran una nación belicosa y aguerrida que, no hacía muchos años, había sido sometida al dominio de los Incas. Por ese territorio habían transitado desde el descubrimiento del Perú muchos soldados y exploradores que, sabiendo de los Charcas, avanzando directamente del Cuzco, iban unos en busca de una comunicación con el Mar de Solís y otros al descubrimiento y conquista del Tucumán. Por esos conquistadores se tenía reiteradas noticias que en tan vasta provincia montañosa existían ricas minas de plata, oro y estaño, que algunos españoles habían solicitado ya a las autoridades, así como pidieron reiteradamente a ellos una tierra de guerreros, tanto para socorrer a los mineros de los frecuentes levantamientos de los naturales como para defenderlos de las acometidas cada vez más temibles de los feroces Chiriguanos, que se habían atrevido a llegar hasta cerca de la Villa Imperial de Potosí, entornes ya famosa y rica.
La misión que se confió a Luis de Fuentes y su pelotón de temerarios, era pues en extremo difícil y delicada. La audiencia le encargó especialmente la guerra a los Chichas, hasta someterlos, pero prefiriendo siempre la persuasión y los métodos pacíficos a fin de ganar la voluntad y más bien defenderlos del peligro común y mayor de los avances chiriguanos.
Lo que más contribuyó en sus éxitos militares, fue el hecho de haber librado a los Chichas de un descomunal asalto que, esos días, le hicieron los indios Chiriguanos, quienes desde hacía muchos años, los tenían sometidos al punto que los obligaban a pagar tributos, robándoles sus productos y mujeres. Como sus soldados y él mismo habían descubierto prometedoras minas en las proximidades del pueblo de Tupiza, que era además el paso obligado y más seguro entre la Plata, Potosí y el Tucumán, resolvió instalarse allí, para dejar segura a su gente y asentar su conquista. Además, le habían anoticiado que en las proximidades de Tupiza, se junta el río que él más tarde bautizaría con el Nombre de "San José del Oro", por las enormes pepitas de este metal que se hallaba en sus arenas.
Terminados los trece primeros meses de haber obtenido su flamante designación de los Chichas, Fuentes se dirigió nuevamente a la Plata a principios de Abril de 1564 llamado por la Audiencia para encomendarle dos importantes comisiones; hacer un bueno y seguro camino que comunique La Plata y Potosí con el gobierno de Tucumán y estar listo en cualquier momento con su gente para entrar en los llanos, tanto para auxiliar a don Ñuflo de Chávez y las fuerzas reales que corrían peligro de motines y guerras que venía promoviendo el Capitán Andrés Manso.
Grande fue la sorpresa y el desagrado de Fuentes al saber la situación de Manso y el tener que aceptar una comisión secreta contra su amigo en caso necesario. Las autoridades, le informaban a grandes rasgos, la entrada de Manso a los llanos, su encuentro con Chávez, la trágica disputa por la posesión de las vastas tierras, el viaje de Chávez a Lima donde había obtenido de su pariente el Marqués de Cañete la gobernación de Mojos con todas las tierras en las que se encontraban los conquistadores, la inútil y temeraria resistencia de Manso y como fue enviado preso por Chávez a Potosí, su posterior huida y su regreso a los llanos donde había fundado la población Cuzcotoro, la intervención de la Audiencia en el asunto, la pertinaz resistencia de Manso que era ya una franca rebelión, la llegada del obstinado Capitán de los llanos a la ciudad donde había terminado por someterse a las autoridades, pero, en vista de los temores que se tenían sobre su futuro conducto y el creciente peligro de los Chiriguanos, era vigente tomar las medidas que se habían adoptado, entre las cuales figuraba la comisión que se le confiaba a Fuentes. Comisión ésta que felizmente no se llevó a cabo.
Durante su largo corregimiento, la obra más trascendente que realizó Fuentes, fue la fundación de pueblos como: Calcha, Santiago de Cotagaita y Tolina, erigió también varios pueblos como Tomina, Villar, Lagunillas, Pzapaya y Pilaya.
Pero fuera de todo esto, Fuentes ya se destacó en su corregimiento de Chichas, como un gobernante inspirado y un experto militar que puso a raya las feroces acometidas de los bárbaros infieles. Es bien sabido que esos años, los chiriguanos por una parte y los aguerridos Diaguistas,
Calchaquís, Casabindos y Omaguacas por otra, hacían frecuentes asaltos, robos y guerras en las provincias de los Chichas, destruyendo sus poblaciones, iglesias y minas, matando sin piedad a millares de indios pacíficos y a los conquistadores españoles.
En 1571, los daños públicos y notorios que hacen los chiriguanos, son especialmente a las Estancias y Chacras que tenían algunos españoles en la jurisdicción de la Plata y la Villa Imperial de Potosí. Convencido de estos males que hacían los Chiriguanos en los valles subandinos y los llanos del Chaco, el Virrey Toledo a comienzos de 1582, encomendó a las Audiencias de Lima y la Plata reunir toda la documentación necesaria a fin de autorizar la guerra sin cuartel, que pensaba, él misino dirigir contra los temibles indios.
Cuando el Virrey Toledo en 1572 resolvió hacer la guerra a los Chiriguanos y esta era ya una poderosa Nación, con más de 40,000 guerreros que se había establecido en los llanos del Oriente boliviano y en todas las últimas estribaciones andinas, que comenzaron a llamarse con el nombre de cordillera de los Chiriguanos. Algunos habían llegado a las proximidades de los valles de Cochabamba y ocuparon gran parte del actual departamento de Santa Cruz, en todas las riberas del Guapay y Parapetí, los otros se instalaron en las fronteras de Charcas y una tercera fracción se avecinó en el Chaco Boreal, llegando hasta el río Pilcomayo. La otra gran provincia de los Chiriguanos estaba repartida en tres fronteras: Tomina, Pomabamba y Tarija. Estos fueron los que mataron a Manso, despoblaron Nueva Rioja, destruyeron Cordillera y otros pueblos y estos sobre todo, los que entraron a castigar al Virrey Toledo.
El resultado de la guerra ha sido arrasar sus casas y sembradíos de los Chiriguanos, pero sin lograr escarmentarlos y, al contrario los escarmentados fueron los españoles, pero la guerra desde el punto de vista militar, había sido el más rotundo proceso sino tuviera el Virrey y sus capitanes la excusa de la naturaleza hostil, el clima inclemente y las mortíferas enfermedades, que en gran parte influyeron más en el sonado fracaso que los temibles Chiriguanos.
Cuando el Virrey, aunque enfermó de gravedad, atravesó los amplios y magníficos valles de Tarija y vio que eran la mejor entrada a los Chiriguanos y al Río de la Plata, no sólo quedó deslumbrado por la belleza de ellos, sino que decidió de inmediato fundar una hermosa y floreciente ciudad, cabecera de otras muchas poblaciones que, como cuentas de un bello rosario, vayan enlazadas por la cuna del cristianismo hasta las nacientes colonias de Asunción y el puerto de Nuestra Señora de Buenos Aires, venciendo a los Chiriguanos que, realmente, era mejor someter con maña y medios pacíficos, antes que con costosas y grandes guerras como la que él acababa de hacer.
El Virrey asegurado por los oidores de la Audiencia de Charcas, pasó casi los dos últimos meses de 1573 buscando los hombres que se atreverían a ir a dichas fundaciones. El nombre de Luis de Fuentes y Vargas, de quién le habló en términos tan elogiosos el General Mosquera, al que se apresuró hacer llamar de su corregimiento de los Chichas aun sabiendo que su persona era allí más que nunca necesaria para contener, por ese lado a los temibles Chiriguanos.
Llegó por fin don Luis de Fuentes, los primeros días de enero de 1574 y como se esperaba fue solemne y jubilosamente recibido por el Virrey Toledo, la impresión que recibió el Virrey que lo examinó prolijamente durante la primera y larga entrevista, fue no sólo favorable, sino que descubrió en el candidato para la guerra de los Chiriguanos, amplios conocimientos históricos, literarios y jurídicos. Además el Virrey encontró en Fuentes un militar sencillo y modesto, con rasgos de estadista y ribete de gobernador y político que confirmaba que él era el hombre más indicado para la proyectada Fundación.
Fuentes para emprender la obra que le aguardaba, tuvo sus pretensiones, pidió su ascenso al grado de General, alegando que necesitaba ir investido de la autoridad suficiente, solicitó que, en vista de que los gobiernos al Tucumán y las nuevas poblaciones de Salta y Jujuy no marchaban como era necesario por los altos fines de la corona, se le diera una vez vencido el peligro Chiriguano y fundada la Villa de Tarija, el gobierno de una gran provincia que podía conquistar Tucumán, Salta, Jujuy, Tarija, Los Chichas y los llanos de Manso, que estaban abandonados. De esta manera, reunidas todas estas regiones bajo una sola autoridad, se podría hacer una jurisdicción más grande y rica que los Charcas y asegurar definitivamente la anhelada comunicación entre Potosí y el río de La Plata. Pidió también el Corregimiento y Justicia Mayor de Tarija para todos los días de su vida, con derecho a nombrar su heredero, con más todas las otras franquicias, derechos y premiscencias que se dan a todos los nuevos pobladores, como ser facultad discrecional para repartir tierras en todas las jurisdicciones, reservándose él la cuarta parte de ellas, el derecho de administrar justicia, tanto civil como criminal y otras facultades conocidas.
Toledo, sin herir en lo más mínimo las pretensiones del hidalgo y haciéndole más bien entrever mayores cosas para el futuro, se apresuró a decirle que, si cumplía lo prometido dentro de los seis primeros años, no sólo se le daría lo que solicitaba, sino que Dios y sus Majestades, sabrían muy bien recompensar sus fatigas y servicios.
Como el tiempo apremiaba, Fuentes, que ya contaba con la decidida cooperación del Padre Estrada, su amigo Antonio Esquete y otros conocidos suyos, procedió al contrato de la gente. Comprometió desde luego a don Antonio Domínguez, a Gutiérrez Velázquez, a Rafael de Luez, Blas Gonzales Cermeño, Francisco Ortiz, Hernán Gonzales, Diego de Palacios, Juan de la Vega, Francisco Fernández Maldonado, Alonso de Avila. Con la ayuda de estos, pronto se sumaron más voluntarios, entre los cuales figuran Francisco Chávez, Juan Durán, Alonso de Palza, Pedro Fernández, Gonzalo Martín Machuca, Pablo Rodríguez, Diego Gonzales, Francisco Bravo, Domingo Hernández, Jorge Guerrero, Samuel Macías, Álvaro Ortiz, Vicente Añez, José Aguirre, Aníbal Pizarro, Hernán López, Francisco Soliz, Pedro Zuárez, Álvaro Sánchez, Abel López, Pío Cortéz, Rodrigo Quiroga y otros muchos cuyos apellidos y descendientes no han desaparecido y están vigentes en Tarija.