Don Luis de Fuentes y Vargas y la Fundación de Tarija (Primera parte)
El Concurso Nacional de Ensayo Histórico-Literario



El Concurso Nacional de Ensayo Histórico-Literario "Dn. LUIS DE FUENTES Y VARGAS Y LA FUNDACIÓN DE TARIJA", constituye el primer evento del Programa mencionado y fue realizado con el auspicio de la Presidencia de la República, la H. Cámara de Diputados, la Embajada del Reino de España y el Consulado del mismo, en Tarija, el Ministerio de Educación y Cultura y la Fundación para el Desarrollo de Bolivia (FUNDES- BOL), en coordinación con la H. Alcaldía Municipal, la Universidad Autónoma "Juan Misael Saracho" y la Casa de la Cultura de Tarija.
El Jurado Calificador compuesto por reconocidas personalidades de la Literatura y la historia nacional: Arq. José D. Mesa. Dr. René Arce y Dr. Carlos Ávila Claure, quienes comprendieron y valoraron la importancia del proyecto y aceptaron sin condiciones la responsabilidad encomendada. El análisis profundo de los catorce trabajos presentados dio el siguiente resultado:
Categoría mayores:
Primer lugar: Juan Carlos Terán López
Segundo lugar: Carlos Armando Humérez Ruiz
Mención honrosa: Zulema Bass Werner de Ruiz
Categoría juvenil: Ernesto Farfán Torres
INTRODUCCIÓN
Aunque resulte redundante, debemos recordar que el descubrimiento de América, fue el hecho de mayor importancia desde la caída del Imperio Romano. En sus efectos para la humanidad; tuvo mayor trascendencia que cualquier otro acontecimiento en la Historia del Hombre, amplió el horizonte de la humanidad y abrió las posibilidades para un rápido crecimiento cultural, institucional, económico y técnico que, Europa sola hubiese tardado en alcanzar y los pueblos americanos mucho más.
Sobre una cultura milenaria, pero estática, sobre una vida colectiva y privada regida desde arriba hasta en sus mínimos detalles, se sentó un nuevo tipo de sociedad basada en la prosecución de la riqueza y sociedad de la que, los conquistadores españoles, eran sus ávidos representantes.
El Virrey del Perú Don Francisco Toledo, fue el que más acuciosamente trató de desentrañar el pasado indígena para que su explotación fuera más en beneficio de la cruz y la espada y fue el mismo Virrey Toledo, que el 22 de enero de 1574, expidió una provisión mediante la cual Don Luis de Fuentes y Vargas quedaba encargado de fundar en el Valle de Tarixa, una Villa con el nombre de San Bernardo de la Frontera.
Para la composición del presente trabajo histórico, el autor ha tenido la suerte de acceder a bibliografía como la de Luis Peñaloza Cordero, Roberto Querejazu Calvo, Alipio Valencia Vega, Flerbert C. Klein y el gran aporte de Federico Ávila y Ávila; buscando siempre desentrañar y esclarecer pasajes importantes de la historia de Tarija y el rol de algunos hombres que hoy lamentablemente han sido olvidados como los Capitanes Andrés Manso, Diego de Rojas, Juan Ortiz de Zárate y el General Juan Núñez del Prado.
PERSPECTIVA HISTÓRICA.
Ochenta y dos años antes (1492), Cristóbal Colón puso pié en tierras desconocidas, dando comienzo a la colosal aventura de la conquista española de un nuevo mundo.
Cuarenta y nueve años antes (1525), los viejos y analfabetos conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro, con más el cura y maestro Hernando Luque, formalizaron en Panamá un contrato para la conquista del Perú.
Cuarenta y cinco años antes (1529), Francisco Pizarro después de fracasar con Diego de Almagro en sus primeros intentos, obtuvo en España licencia real para conseguir sus empeños y volvió a las costas, primero con el título de Marqués de Atavillos, la autoridad de gobernar y acompañado de más aventureros, entre ellos sus hermanos de padre, Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro y su hermano de madre, Fernando Martín de Alcántara.
Cuarenta y dos años antes (1537), Francisco Pizarro y su hueste, apresaron y condenaron a muerte al Rey Atahuallpa, descabezando la estructura del vasto imperio incaico, derrumbándolo como un castillo de arena abatido por impetuosa ola,
Treinta y nueve años antes (1535), Diego de Almagro, con 500 seguidores, cruzó la extensa y gélida altiplanicie andina por Paria y Tupiza, despreciando las noticias de la existencia de minas de Plata en Porco, creyendo que en Chile encontraría mejores riquezas.
Treinta y ocho años antes (1536), un hermano de Atahuallpa Manco Inca, encabezó la primera reacción india contra la ocupación española de su territorio y sitió el Cuzco. En uno de los combates, murió Juan Pizarro, "de una pedrada que con honda le dieron en la cabeza, porque a causa de otra herida que tenía en la quijada, no se había puesto la celada”.
Treinta y seis años antes (1538), Francisco Pizarro y Diego de Almagro (vuelto este segundo de Chile, decepcionado por la pobreza de ese territorio), olvidando su juramento de conservar eterna amistad, se convertían en irreconciliables enemigos. En la cruenta batalla de "Las Salinas" (abril 6, 1528), Almagro cayó derrotado por los batallones que comandaba Hernando Pizarro.
Treinta y seis años antes (1539), encomendado por Francisco Pizarro y Pedro de Anzures, Diego de Rojas llegó a Tarija, si bien no pudo cumplir con la conquista de los Chiriguanos, con la colonización de sus tierras, con la comunicación con el Río de la Plata. Pero en cambio, había recogido en ella inapreciables experiencias acerca de los ilimitados territorios de ambos chacos.
Veintisiete años antes (1547), un grupo paraguayo había atravesado con éxito el Chaco avanzando sobre la región de Chiquitos y Mojos, chocando rápidamente con la oposición de los aventureros de Lima y el Cuzco, los conquistadores Paraguayos, se vieron finalmente forzados a aceptar como frontera las tierras bajas.
Quince años antes (1559), tuvo lugar la creación de la Audiencia de Charcas, pensando ya en el ensanchamiento de su jurisdicción, comunicaba al Rey de España: esta ciudad tiene entre otras un Río, que se dice "Pilcomayo" que va a salir donde están poblados los españoles del Río de La Plata.
Finalmente, el 22 de enero de 1574, el Virrey Francisco de Toledo expidió una provisión, mediante la cual Don Luis de Fuentes y Vargas quedaba encargado de fundar en el Valle de Tarixa una Villa con el nombre de: San Bernardo de la Frontera.
ANTECEDENTES.
Los Pizarro, necesitados de más tierras con las cuales satisfacer las demandas de sus leales y asegurar la lealtad de los almagristas vencidos, enviaron a sus capitanes a nuevas conquistas: a Pedro de Valdivia a Chile, a Gómez de Alvarado a Guanucu, a Francisco Chávez contra los Conchucos, a Pedro de Vergara a los Bracamoros, a Alonzo Mercadillo, a Mullubamba, a Pedro de Candía, al Collasuyo, a Pedro Anzúres, a la región de los Chunchos.
Sin embargo, los conquistadores de Perú, conocedores de la noticia que los soldados de Juan de Ayolas, hacía ya más de diez años, buscando una comunicación entre el Río de Solís y las sierras Plata, habían penetrado por el Pilcomayo donde fueron asesinados por los salvajes de esas regiones, decidieron encomendar a Pedro de Anzúres, abandonar a sus compañeros de la desgraciada expedición de los Chunchos, para ir a fundar la ciudad de La Plata y comprobar que por sus tierras se podría abrir camino al mar del norte. Entre la gente de Anzúres que acudió a la convocatoria y que más tarde jugaron rol importante en la Historia Americana, podemos nombrar a Pedro Candía, Francisco Villagrán, futuros descubridores del Tucumán, como Diego de Rojas, Francisco .de Aguirre, Nicolás de Heredia, Francisco de Mendoza y otros futuros fundadores de importantes metrópolis, como Juan de Garay, capitanes del llano como Andrés Manso y Lorenzo Suarez de Figueroa, descubridores de los Charcas, como Pedro Herrera, Gerónimo de Alderete, Rodrigo de Quiroga, Pedro de León y el mismo Diego de Centeno que más tarde sería nombrado Gobernador del Paraguay.
La expedición ya en marcha al mando de Anzúres, recibió órdenes de Pizarro para ir en su auxilio al Cuzco, comisionó entonces a su segundo Diego de Rojas para que tome su mando y pueda cumplir con el doble objetivo de penetrar por "las aguas de Tarija" para ir a "la conquista de los Chiriguanos" y ver si por allí se podría abrir camino al Río de La Plata, así pacificados los Chiriguanos, las fuerzas expedicionarias fraccionarían en dos tercios para ir a explorar los llanos orillando el Pilcomayo y el Bermejo con el objeto de constatar cuál de las arterias era más viable para establecer la comunicación entre Charcas y el Río de Solís. Si bien Rojas no encontró en su largo y fatigoso peregrinaje por el Pilcomayo y el corazón mismo del Chaco Boreal a dichos indios, en cambio, anduvo perdido entre los Tobas, los Lenguas, los Chanés, los Mbayos, los Guamás y Payaguas, no tan temibles como los indómitos Chiriguanos, pero no menos feroces algunos y que debieron ofrecerle seria resistencia, razón más para extraviarse en el camino y no dar nunca con éstos Últimos. En tanto, los valles de Tarija, habían sido ya descubiertos y reconocidos por los conquistadores españoles, como una de las rutas más probables para las futuras comunicaciones entre las sierras altas del Perú y las riquísimas tierras bajas.
Dieciséis años después, el General Juan Núñez del Prado entró en la población de Tarija en 1556, llevando como capitanes a Juan de Garay y Andrés Manso, quienes después de echar los cimientos de la primitiva población de Tarija donde permanecieron algunos meses acechando a los Chiriguanos, penetraron a los llanos por la Cordillera y el Pilcomayo.
Cerca de dos años estuvo Núñez del Prado en dichos llanos buscando un camino al Río de La Plata.
Parece que el cansancio de ambular por ambos Chacos y obligados por la soldadesca, se vio precisado a regresar a Tarija, para establecerse en Sorocha, donde fue apresado por orden de la Audiencia por tener alborotada esta provincia. En tanto Manso había quedado en el corazón mismo de los llanos, pensó desde luego en solicitar para él esos dilatados llanos, ya que como ninguno los había recorrido en todas direcciones y ésta fue la razón por la cual las autoridades coloniales le adjudicaron esas tierras, como parte integrante de su gobernación. El valeroso Capitán Manso no obstante de haber sufrido algunos altercados con el Capitán Nuflo de Chávez, sobre el mejor derecho de cada uno, emprendió nuevamente la conquista y pacificación de los naturales llanos, los chiriguanos viendo que Manso se disponía a señorear en la tierra de los llanos que ellos arrebataron a los pacíficos Chanés y sabedores de los planes del Conquistador, de ir tomando toda la tierra de los llanos, aprovecharon como era natural, la primera ocasión, para acabar con él y sus proyectos. En 1564, la muerte sorprendió al Conquistador a punto de iniciar el descubrimiento y la población de las vastas tierras que iban desde los Chiriguanos y el Parapetí, hasta el Pilcomayo, el Bermejo y el Paraguay y es que antes de conocerse la designación geográfica del Chaco, estas vastas tierras eran designadas con la simple anunciación de llanos, más tarde con la provincia de Chanés y cuando arribó a ellos Manso, con la de llanos de Manso, las tierras de Ñuflo de Chávez, formarían más tarde la provincia de Santa Cruz y los llanos de Manso, pasaron a formar parte de la soberanía tarijeña y su vasta jurisdicción.
3. LUIS DE FUENTES Y VARGAS.
Al comenzar el siglo XVI, Don Pedro de Fuentes y Doña Ana de Vargas, contrajeron nupcias, una mañana radiosa de primavera, en la Iglesia Mayor de Sevilla. De esa unión nació el 21 de junio de 1530, un niño que fue solemnemente bautizado con el nombre de Luis de Fuentes y Vargas. El ambiente espiritual que se respiraba en la solariega casa del nuevo matrimonio, era de lo más refinada cultura y elevada moralidad, tanto por parte de los Fuentes, como de los Vargas y el feliz hogar lucía preclaros títulos de nobleza.
Criado el pequeño bajo la severa y constante vigilancia de Doña Ana, sus únicas ocupaciones hasta entonces era acompañar a sus padres todos los días del año a la vieja Iglesia Mayor de la ciudad. Y cuando no era llevado por su progenitor a la tumultuosa Casa de Contratación, donde se complacía oyendo de sus propios labios a los conquistadores que regresaban de las Indias, sus fabulosas hazañas, solía acompañar a su madre al mercado público o a las casas de amigos o parientes, donde también, escuchaba muchos comentarios de los Imperios que iban ganando para la cristiandad, los españoles, para regresar siempre a su casa con la imaginación febricitante y llena de los legendarios sucesos del nuevo mundo conquistado por Colón, Magallanes, Cortéz, Pizarro y otros nombres, que en Sevilla adquirirían los contornos de la gloria y la epopeya. Fue por entonces que conoció el niño Fuentes al venerable Fray Bartolomé de las Casas, con motivo de su solemne consagración de Obispo de Chiapas.
Años más tarde Fuentes, ya trató y frecuentó a la familia de los Casas y tuvo repetidas ocasiones de escuchar y admirar al ilustre apóstol de los indios, quién, ya sea directamente o mediante sus libros, dejó honda huella en el espíritu del mozo que, como español de su tiempo era un fervoroso cristiano y un fanático católico, cual lo fueron todos sus antepasados, muchos de los cuales murieron heroicamente combatiendo a moros y judíos. Luis de Fuentes debía sostener una turbulenta y borrascosa lucha interior, antes de colgar la péñola del escritor de garra que podía haber madurado en él, o la cruz del calvario que tanto ambicionaba otras veces, por la flamígera y toledana espada con que pasó a la historia, blandiéndola en los rebeldes cuerpos de los terribles Chiriguanos de las fronteras de San Bernardo de Tarixa.
De esta manera, en un amanecer de septiembre de 1554, Fuentes se embarcó con algunos amigos, rumbo al Gran Perú, largas fueron las horas, los días y semanas que, en alta mar pasaron los viajeros antes de desembarcar en Panamá, donde prestó servicios dos años, Don Luis prosiguió viaje al Callao donde por fin desembarcó los primeros días de noviembre de 1556.
Al poco tiempo, ya en Lima, recibió el flamante Capitán su despacho y destino para pasar a la provincia de los Charcas, donde actuó en importantes comisiones, primero en la ciudad de La Paz y luego en los asientos mineros de Potosí, donde en más de dos años de trabajo, conquistó fama de leal vasallo y valeroso soldado. Pero, apenas cumplió exitosamente estas comisiones y regresó a Lima a dar cuenta de ellas, ocurrió para él un episodio que estuvo a punto de cambiar su destino.
Reunido en Lima con su amigo Juan de Tarifa, nieto del conquistador Francisco de Tarifa que llegara hasta los valles de Tarixa, conocieron ahí a un Capitán que deseando enganchar y reunir soldados, vino a proponerles que los acompañara en sus decubrimientos y otras muchas poblaciones que el Virrey del Perú le había concedido y que el Rey acababa de confirmarle. Era el dicho Capitán, Andrés Manso y quién después de varias tentativas para conquistar a los Chiriguanos y abrir un camino entre los Charcas y el Río de la Plata, había venido personalmente a Lima para organizar, una nueva entrada a los llanos por las aguas de Tarixa, donde estuviera el mencionado Tarifa, luego don Diego de Rojas, más tarde el General Juan Núñez del Prado.
Fuentes y su amigo Tarita, se informaron por Manso que Don Francisco de Tarifa, había desaparecido hacía mucho sin dejar de él, más rastro que su nombre en las aguas de Tarixa que, debido al parecido con su apellido y algunos llamaban ahora con ese nombre. Además Manso les contó a grandes rasgos su vida y sus andanzas por el Perú hasta que, en 1545 fue el descubrimiento de los llanos que, desde entonces eran su afiebrada obsesión. Así enteráronse que éste después de la fundación de la Plata entró con don Diego de Rojas por las aguas de Tarixa, que riegan unos valles muy amenos y fértiles, al descubrimiento de los Chiriguanos en busca de una comunicación directa entre la provincia de Charcas y el Mar del Norte. Pero esa empresa fracasó y tuvieron que volver por las mismas aguas de Tarixa, donde encontráronse con don Pedro de Anzúres, Garcilaso de la Vega y otros que informados de la muerte de don Francisco de Tarifa y de don Juan de Ayolas, desistieron por el momento la nueva entrada al Río de la Plata, pero otro aguerrido que abrigó la esperanza de fundar y poblar en estas edénicas regiones una grandiosa población para comunicar las altas tierras de los Andes con las nacientes colonias que se iban estableciendo en el Río de la Plata, fue don Juan Ortíz de Zárate, por lo cual obtuvo de las autoridades del Virreynato del Perú la misma encomienda que se había entregado a don Hernando Pizarro y luego a don Juan de Villanueva, comprometiéndose llevar a ella cientos de caballos, ovejas, vacas, corderos de castilla, cerdos y otros útiles animales.
Pero quién era este ilustre y ambicioso Capitán que proyectó la colonización de los valles tarijeños y la fundación de una ciudad cabecera de éllos, para después convertirse en el Tercer Adelantado de esas feroces llanuras y praderas regadas por caudalosos ríos navegables que iban todos a desaguar en el Océano Atlántico?
De 1544 a 1549, Juan Ortíz de Zárate desempeñó varias comisiones, tanto en Lima, Cuzco y provincias de los Charcas. También entre el Estado Mayor que organizó Núñez del Prado para su nueva entrada a Tarija y los llanos figuró en primer lugar como su maestro de campo Juan Ortíz de Zárate y luego los Capitanes Garay y Manso.
Cerca de dos años estuvo el General en esas regiones buscando abrirse paso, decepcionado regreso a los Charcas, donde levantó bandera de rebelión en los Chichas.
Entonces, le tocó al Capitán Ortiz de Zárate, desempeñar un desairado papel pero que le trajo justas recompensas; prender a su Jefe Núñez del Prado y demás gente que tenía alborotadas estas provincias. El premio obtenido por Zárate en recompensa a los servicios que prestó apresando al General Núñez y combatiendo a los Chiriguanos consistía en una Encomienda que comenzando en la provincia de los chichas, abarcaba los valles de Cinti, Tarija, Pzapaya, Pilaya, las provincias del norte argentino y los llanos de Manso, donde este Capitán fundó la Nueva Rioja que fue destruida por los feroces Chiriguanos.
El Hidalgo Juan Ortíz de Zárate, con terminantes títulos signados y sellados por el Rey de España entró a los amenos y fértiles valles de Tarija, con numerosos soldados, llevando además cientos de ganados de Castilla, caballos, vacas, ovejas, bueyes, cabras y cerdos, que se reprodujeron y proliferaron rápidamente.
Ortiz de Zárate, que se había comprometido con el Soberano a fundar varios pueblos en los valles de Tarija y las llanuras del Plata que había recorrido Diego de Rojas, y echó los cimientos de la ciudad de Tarija, al pie de las serranías del Chicmuri en el lugar denominado La Calama, donde pretendió hacerlo también Núñez del Prado, donde hoy mismo se ven los restos de pedrones, una fortaleza y otros edificios que don Luis de Fuentes encontró casi intactos, cuando en 1574 vino a fundar la ciudad de Tarija, que primero la erigió en el sitio donde tentó hacerlo don Juan Ortíz de Zárate, luego la trasladó a los amenos valles de San Lorenzo, donde se echó los cimientos de Tarija la Vieja que finalmente fue trasladada, al valle de los Tomatas, a orillas del río de Fuentes, acordándose de su añorada tierra natal, bautizó con el nombre de Guadalquivir.
De la población que venía haciendo Ortíz de Zárate y de su vasta encomienda, fue abandonada por el rico hidalgo por dos poderosas razones: la primera porque obtuvo del Monarca, nada menos que el codiciado rango de Tercer Adelantado del Río de la Plata y la segunda, porque esos valles eran permanentemente asoladas por los feroces Chiriguanos, y como estos indios durante la ausencia de Zárate, cuando fue a España a obtener su Adelantazgo, terminaron por asolar los valles tarijeños, destruyendo la población que iba haciendo Zárate, quemándolas y matando a casi todos los soldados y pobladores que dejó el hidalgo, ya en posesión de su títulos de Tercer Adelantado del Río de la Plata, delegó a su lugarteniente Juan de Garay para arrear hasta Paraguay y Buenos Aires, los ganados que dejó en Tarija y fueron la base de la futura riqueza agropecuaria del Río de la Plata.
Juan Ortíz de Zárate, quiso hacer la población de Tarixa, nunca pudo hacerlo como lo intentaron años antes otros hombres ricos que lo pretendieron y que sólo el Capitán Luis de Fuentes lo hizo.
Los primeros días de Febrero de 1560, Luis de Fuentes munido del nombramiento de capitán en la provincia de los Chichas, que él debía de someter, pacificar y poblar, con el objeto que ellas sirvan de defensa a los Charcas y de socorro a los exploradores de los llanos, salió de Lima con dirección a Potosí.