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Del Libro: JUEGOS DE LAS 4 ESTACIONES El folklore infantil Tarijeño

Myra Castrillo Colodro

Como pasa con las diversas festividades sagradas y profanas

Cántaro
  • Myra Castrillo Colodro
  • 20/09/2020 00:00
Portada Juegos de las 4 Estaciones

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Virgen de Chaguaya

Virgen de Chaguaya

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Virgen de Chaguaya
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EL DÍA DE LOS INOCENTES

Como pasa con las diversas festividades sagradas y profanas, el Día de Inocentes, los niños también participan en la "inocentada". Según la Biblia, Herodes ordenó victimar a todos los niños menores de dos años, con lo que pensaba eliminar al futuro Mesías, que según las profecías le arrebataría el trono.

En el "Día de Inocentes", los niños inventaban chistes y bromas de todos los gustos para "hacer creer" a sus congéneres, extendiendo muchas veces sus "bromitas a las personas mayores, ya dándoles falsos mensajes, simulando una caída para ser atendidos rápidamente, comunicando el "fallecimiento" de algún personaje notable, se simulaban paquetitos con golosinas cuando en el interior había nada más que basura, etc.

Los niños no hacían más que imitar las bromas pesadas de los mayores. La Hilaridad caracterizaba ese día cuando la broma salía bien y era comentada hasta tiempo después.

EL CARNAVAL

En el pueblo (ciudad o capital de provincia) y el campo, el carnaval es una fiesta democrática. Todo el mundo participa según sus costumbres, fortuna y edad. Los niños son los más entusiastas, se confeccionan disfraces de cualquier material, acompañados de caretas que representan animales o payasos. Se hacen de serpentinas, confeti y cohetillos por todos los medios posibles. A comienzos de 1930, se vendían a precios muy módicos, caretas que representaban a animales domésticos: vacas, caballos, aves de corral, perros, gatos, etc. Aquello era publicidad de la Cafiaspirina. Detrás de la careta se contaba la historia de Don Pancho adolorido a causa de un mal de cabeza decía:

Don Pancho que vive en su rancho/con su mula negra/su vaca barcina,/su perro/ su gato/su alegre cochina/ y otros animales/ de igual condición./ ¿Qué tiene don Pancho?/Dolor de cabeza/ pobrecito pancho/de mi corazón, etc., etc.,. La careta de Don Pancho era la de un hombre mayor vestido de etiqueta.

El corzo es una gran fiesta también para los menores que disfrazados o no, se divierten en grande, siendo una de sus principales actividades arrebatar a las mascaritas sus rollos de serpentina que les servía para confeccionar "farolitos" o "víboras".

En los siguientes días, cuando se jugaba con cascarones, harina y confeti (mixtura), los niños jugaban de igual modo, solicitando a los mayores que les compren los cascarones que solían estar llenos de agua perfumada. Los niños jugaban en pequeños grupos, algunos de ellos, disfrazados y cuando veían a algunos enmascarados los rodeaban cantando:

"chauchíta, chauchíta"

"Chauchita, chunicuti...

Con el objeto de obtener algunas monedas, pues, era costumbre que los que carnavaleaban, les arrojaran un puñado de monedas chicas que caían desparramadas mientras los chicos las recogían con algazara.

Los niños y niñas (estas en menor número) enharinados, con la harina hecha una masa en el cabello por haber sido mojado con agua de los cascarones, iban al río o a la quebrada del Monte a bañarse y ya regresaban limpios a la ciudad el desarrollo del carnaval, para seguir jugando. Los muchachitos de extracción popular, seguían el desarrollo del carnaval, participando en él con algunas limitaciones, hasta el entierro del carnaval, representado por un perro muerto, entre alaridos y llanto de su viuda que es un hombre disfrazado de mujer enlutada.

COMADRAZGOS Y COMPADRAZGOS

Semanas antes del carnaval, existe en Tarija la costumbre muy arraigada de los compadrazgos y comadrazgos. Las niñas y niños participan con tortitas pequeñas y bien decoradas, para hacer comadres o compadres entre sí, pudiendo también dirigirse a los adultos.

Las tortas "chapacas" son dulces, redondos, adornados con diversas figuritas también de masa, como pajaritos, muñequitos, víboras, ovejitas, etc. Se las decora también con serpentinas, dalias y albahacas. Están ubicadas en una cesta cubierta con un tapete de papel seda recortado especialmente.

Se practica la "tornavuelta", pues el compadre o la comadre tienen la obligación de devolver la torta en el momento señalado al efecto.

SAN ANTONIO DE PADUA

Esta fiesta que se celebra el 13 de junio se conmemora con la primera comunión de los niños. Es considerada una comunión popular porque se considera que San Antonio es el santo de los pobres. Luego de la misa de las ocho de la mañana, los que recibieron por primera vez la comunión, subían a un gran salón colonial que daba sobre la calle La Madrid, para servirse un desayuno que era servido por la comunidad franciscana, en cuya iglesia se celebrara cada año este acontecimiento religioso, siendo también franciscanos los que preparaban a los niños para este sacramento católico. Pero, también atraían a la gente y a los niños en especial los pequeños panes sin levadura, con su sello y bendecidos y se repartían después de la misa.

CORPUS CHIRSTI

Si los niños se interesaban por esta celebración católica era debido a los ángeles y angelitos, unos como protagonistas y otros como templadores. Las hermanas de Santa Ana, preparaban a las niñas para que salieran, numerosas, a la procesión de Corpus Christi, vestidas de túnicas blancas y provistas de alas. Las más altas tenían unas alas grandes, que recordaban las de los ángeles de los cuadros coloniales, las niñas pequeñas como yo, lucíamos unas alitas hechas de armazón de alambre y de una tela que llamaban tarlatán, que era atravesada por hilos de plata. Incluso había otras alitas hechas con pluma de paloma o patos.

SAN JUAN

La fiesta de San Juan Bautista es una de las más atractivas para los niños y los adultos. Veinticuatro de junio, cuando en el hemisferio norte es el solsticio de verano, día que era celebrado con grandes ceremonias en el tiempo de paganismo Era el apogeo del sol que debía traer como siempre fecundidad y purificación. El fuego representaba al astro incandescente y las muchachas y las jóvenes parejas, esperaban saltando encima de las llamas. Los campesinos podían volver con esos saltos, fértiles a sus animales de corral. La brujería tenía en ello también parte, pues la noche de San Juan era reputada favorable: se quemaban en ese fuego, gatos negros, ratas o zorros, como antes se quemaba las brujas. Era un rito de desembrujamiento, pues las brujas se oponían a la propagación de la vida. La iglesia cristiana debió adoptar muchos de los ritos paganos y bárbaros a fin de ganarlos al nuevo culto, entonces situó a San Juan Bautista en el solsticio de verano, también por ser el profeta más importante, ya que él bautizó a Jesús. Las autoridades de las ciudades y pueblos eran quienes encendían las fogatas. En las aldeas era el poblador más viejo quien tenía ese honor. Existían numerosas creencias en torno a esta fiesta, como por ejemplo que las almas de los muertos venían a descansar en unas piedras que se dejaban junto al fuego; que las cenizas de estas fogatas tenían poder curativo, etc. El agua que los sacerdotes echaban a los fieles representaba el bautismo sagrado.

En Tarija esta fiesta fue observada por siglos, tanto en el campo como en los pueblos y su capital. Los niños esperaban ansiosos la noche de las luminarias y el día del juego con agua, la adivinación con el plomo derretido. Con varios días de anticipación, los vecinos que habían decidido levantar sus luminarias se procuraban grandes cantidades de "suncho" (planta de tallo y ramas muy secos) y varias "cañas-huecas". En la traída del material participaban alegremente niños y niñas, quienes ya acompañando a los adultos o solos, se procuraban de los campos baldíos del río o de la quebrada de El Monte, grandes cantidades de suncho.

La víspera de San Juan, la noche del 23 de junio a eso de las 9 de la noche, en aquellos años anteriores a 1911 (cuando se instaló la luz eléctrica), se encendían las luminarias, luego de haber construido un castillo cuya armazón estaba construida de cañas-huecas y cubierto de grandes cantidades de suncho. En la cima, se ponían gran cantidad de cohetillos.

Los vecinos y los niños de cualquier barrio se aproximaban a calentarse en la noche más fría del año, "cuando las piedras se parten y lloran". La luminaria era permanentemente alimentada con la reserva de suncho que se hallaba cerca. Cuando esta se agotaba, iba disminuyendo la altura del "castillo" y entonces, según fuese el largo de las piernas y su audacia, niños y niñas saltaban por encima, entre los gritos y risotadas del público, hasta que solamente quedaban restos de las cañas y el suncho.

Después de un rato, y cuando ya las madres ordenaban el retiro de los niños (a eso de la media noche) se decía el "caspincho" que consistía en desparramar los restos -todavía ardientes- de la gran pira. Era algo sumamente divertido. Con esto, todo el mundo se retiraba pensando en la mañana siguiente.

El 24 se jugaba con agua, principalmente en el mercado y también en las calles, aunque no era en demasía, era algo simbólico. Los niños llevaban pequeñas vasija de agua para echarla a otros niños. Luego, a lo largo del día, se presentaban en las casas los adivinadores de la suerte, con su plomo y su cacharro, se ponían en cualquier parte de patio unas brazas con sus tres piedras para sostener el cacharro del adivinador, a su lado otra vasija con agua fría. Una vez que el plomo, calentado en el fuego, se derretía, se lo echaba en el agua fría, formando diversas figuras que el adivinador interpretaba ante el silencio de los mayores y el miedo asombrado de los niños; El adivinador decía cosas como esta: "aquí está la dueña de casa, estas figuras son sus hijitos, este es su marido....Estas cositas son dinero y estas otras son dificultades.... La suerte será más buena que mala..." Luego de recibir su paga, el adivinador se iba a otra casa, seguido por los niños en el cual pasa lo mismo, cuando saca el plomo convertido en figuras de diversa forma y comienza: "¡ Ay! ¿Qué estoy viendo? Hay un cajón y alrededor gente llorando... Este es el padre que está delante del cajón, ya lo va enterrar. No veo si será de la familia, el muerto o será de algún conocido... Pero no todo es lágrimas, por aquí estoy viendo a doña X, gorda, parece contenta, eso quiere decir que en algo tendrá suerte, le ira bién..."

Recibe su paga dejando a los de la casa con sus dudas y va a otra, donde lo han hecho llamar. De esa manera se pasa el día a los niños van aprendiendo las supersticiones populares.

SANTANITA

Mi abuela materna nos contaba que en el Siglo XIX (ella nació en 1884) existía una fiesta de miniatura que se celebraba en la Loma de San Juan. En este lugar la gente se congregaba, unos, para cambiar por lajitas sus miniaturas y otros para adquirirlas. Se construían casitas con sus huertos y corrales. En los huertos ponían hortalizas pequeñas, pollitos, pavitos y gallinas de alfarería. Los adquirientes por su puesto no tenían vivienda propia. Pero estas viviendas no eran transportables, puesto que con lajas de diversos colores y tamaños se las construía en el sitio. Las personas y con ellas los niños, se sentaban a cuidar su casita, sus hortalizas y sus animalitos, mientras se servían algunas bebidas: aloja de cebada, de maní o chicha. Lastimosamente no recuerdo si también se cambian otros productos, sean masa o artesanía.

Ya en nuestro Siglo XX, en la épocas de mi padres y siguientes, cambió la modalidad. Sabemos que la congregación de Santa Ana, llegada un siglo antes a Tarija, instituyó esta fiesta de miniatura en homenaje a la abuela de Jesús. La fiesta se trasladó a la "Calle Ancha". La moneda usada entonces eran "conchitas"-botones de camisa de hombre, con las que se podía adquirir todo lo que se ofrecía a la vista. Los campesinos que también tenían sus sitios, ofrecían productos del campo. Las vecinas exponían sus productos de panadería y golosinas y los artesanos sus preciosas obras, todo era en miniatura: las comidas se vendían en platos pequeños y eran preparados con pedazos pequeños de carne, papas chiquitas, etc. Las bebidas también eran vendidas en jarritas y vasitos de juguete o matecitos. En la esquina de la actual calle Daniel Campos. Los campesinos vendían deliciosas "chirriaditas"; bollitos de maíz cocido en piedra; quesitos y quesillos, además algo que nos gustaba de sobremanera y que sólo aparecía en esa ocasión era el tostado "coime", también se ofrecía pequeños costalitos (de uso 7 por l0 cm.) tejidos en el campo y llenos de maíz escogido, habitas y porotos secos, harina de maíz, etc. Siguiendo la "Calle Ancha", hacia arriba podíamos adquirir - con limitaciones- las golosinas especiales de la ocasión: empanadas blanqueadas, buñuelitos, sopaipillas, hojarascas tablillas etc. Todo ello en miniatura. También picante y otras comidas bien servidas, siempre en platos pequeñitos.

Lo que correspondía a la artesanía nos sumía en admirada contemplación: mueblecitos, zapatitos, miniaturas fabricadas por los herreros, sartas de ollitas de barro, figuritas de animales también de barro, ropitas y sombreros para muñecas. Los presos también hacían su parte, enviando sus miniaturas: pequeñitas, zampoñitas, violines y cañitas, etc.

Las Conchitas se vendían en sartas y en sartas las entregaban los progenitores a sus pequeños para que corrieran a Santanita. Estas desaparecieron definitivamente en 1940, cuando el dinero las sustituyó, con lo que la fiesta fue mercantilizándose.

Actualmente (1999) Santanita está dando sus últimos estertores, víctimas de quienes fueron incapaces de preservarla, como las autoridades y de los comerciantes del interior del país que la confunden con las "alacitas" y exponen a la venta productos tradicionales y otros que no lo son. Lo único que queda es el "Coime" como un recuerdo de otros tiempos así como el vocablo "Santanita" de muy pequeño, chiquitito.

SAN ROQUE

La fiesta de San Roque comienza el día 16 de agosto. Los niños participan alegre y respetuosamente en la denominada "Fiesta Grande de Tarija", nombre que no es tradicional, pero que va ganando carta de ciudadanía en el corazón de creyente y no creyente.

Víctor Vargas Reyes en su obra "Huiñaypacha" dice que en la elección del patrono de la villa "Tarija" se eligió primero, por los señores del lugar, a San Bernardo, pero que el pueblo prefirió a San Roque para que lo preservara de la enfermedades. Los campesinos se quedaron con San Juan para que no les faltara la lluvia sobre sus campos. Pero poco a poco San Roque fue imponiéndose a los otros hasta convertirse en el taumaturgo en cuyo honor los fieles destinaron un mes de festejos.

El 16 de agosto se llama también "Día de los perros", pues se recuerda que fue un perrito el que alimentó a San Roque y lamiéndole sus llagas o curó de su mal. Los niños, asistidos por los mayores adornan con moños de trapo llamados "tikas" su perrito. Si es perrita, incluso le ponen uno en cada oreja o modo de sarcillos. El perro, bien bañado y lindo merece ese día de sus amos y en la calle la simpatía de los transeúntes.

Luego en la noche anterior al primer domingo de septiembre es cuando comienzan los grandes festejos. Los niños asisten por si, o con sus parientes, a la víspera. No obstante la fatiga de estar de pie (los pequeñitos en brazos) aquella suscita una maravillosa admiración. La iglesia de San Roque está iluminada, las campanas emiten sus repiques característicos. Los buscapiques hacen alborotar a las gentes, los fuegos artificiales, sobre todo los castillos, enmudecen a las mentes cuando se deshacen en estrellas multicolores y el globo llamado "lobo" por los niños y el pueblo, es lanzado con sus luces, se lo divisa elevándose ante la admiración de la colectividad y luego perderse en algún rincón según la voluntad caprichosa de la briza. El globo está confeccionado de papel de colores y lleva en su interior unas velas de parafina que lo iluminan bellamente.

Al día siguiente, las campanas de la iglesia llaman a los parroquianos a la misa mayor, cada una de las campanas tiene su propio canto, siendo el más gustado aquél que recibió unos versitos infantiles no tan sagrados que dicen:

"Chalequito verde

Talón con aca

Chalequito verde

Talón con aca..."

Los niños y también sus progenitores, se vestían con lo mejor que tenían para asistir a la misa o a la plazuela, ya sea en el gran espacio que hay delante del atrio o en la plazuela, la gente se aglomeraba porque el templo no era lo suficientemente grande, a un lado del templo se armaban carpas donde se vendían aloja de maní, rosquetes y empanadas blanqueadas.

El público hacía los debidos honores a estas golosinas y los niños se embadurnaban con el blanqueo de las empanadas. Una vez concluida la misa, sale la procesión. Se ve descender la imagen de San Roque, luciendo una hermosa vestimenta, su sombrero de plata, a su lado, su perro solidario, con el pan en la boca,

Las andas suponen una capilla. Detrás del Santo, los chunchos con sus coloridos trajes, el acompañamiento de cientos de cañeros, con su música melancólica que trae reminiscencias de tiempos remotos y multitud de fieles que acompañan la procesión. Los niños extasiados, se ubican cerca de los chunchos, admirando sus trajes y particularmente las Conchitas marinas y las plumas que se les sirven de adornos. Si se aproximan demasiado y hay tumulto, el diablo con su chicote les impone orden.

Todos los días, mientras dura la fiesta, muchos niños al salir de la escuela se van hasta el lugar para comprar rosquetes y empanadas, o gustar de una aloja de maní, blanca en el fondo y dorada en la superficie con sus pasas de uva.

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