Discurso del Dr. Mario Barragán
4 de Julio de 2019 Señor Representante del Gobernador del Departamento de Tarija, Señor representante del Honorable Alcalde Municipal de la ciudad de Tarija, Cuerpo Consular de los diferentes países que tienen representación en Tarija Autoridades religiosas, militares, civiles y...



4 de Julio de 2019
Señor Representante del Gobernador del Departamento de Tarija,
Señor representante del Honorable Alcalde Municipal de la ciudad de Tarija,
Cuerpo Consular de los diferentes países que tienen representación en Tarija
Autoridades religiosas, militares, civiles y representantes de las diferentes asociaciones civiles de nuestra ciudad.
Distinguidas señoras y señores, apreciados miembros de la Sociedad de Etnografía e Historia que me honro en presidir, amigos todos.
Estamos reunidos para rendir el más cálido homenaje que la Sociedad de Etnografía e Historia de Tarija, arrogándose la representación y el sentir de toda la población de Tarija, quiere rendir a los miembros de la familia Methfessel, residente en Tarija por más de dos generaciones que, en el curso de la última centuria, ha prestado los más eminentes servicios a nuestra comunidad. Nos complace sobremanera que este acto hubiera podido estar enmarcado justamente el día en que festejamos el CCCCXLV aniversario de la fundación de nuestra Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija al cual rendimos asimismo nuestro más sentido homenaje.
La brillante exposición de la Prof. Luz María Achá nos ha ilustrado acerca de la eximia labor desarrollada por Don Gerardo Methfessel, el feliz iniciador de esta progenie en nuestra ciudad, allá por los comienzos del Siglo pasado. He sido comisionado para destacar la desarrollada por su hijo Carlos, quien, junto a su respectiva familia, quedó en nuestra ciudad a continuar tan meritoria labor.
Varias fueron las actividades por él desarrolladas en nuestra ciudad pero las más destacables y que motivan fundamentalmente este Acto fueron las ligadas al estudio de nuestra riqueza arqueológica y, por lo tanto, de nuestro pasado.
Conforme sabemos, gran revuelo causó entre autoridades españolas de la Colonia la abundancia de “huesos de gigantes” petrificados en todo el entorno de Tarija. Este hecho ya fue observado en 1761 por el Padre Mingo de la Concepción y Juan del Pino Manrique, Gobernador Intendente de Potosí, envió el año de 1784 un cajón de dichos gigantescos huesos al virreinato de Buenos Aires
A partir de ese momento, diferentes personas, autoridades e investigadores fueron atraídos por esa riqueza fosilífera en diferentes épocas. En 1844, el botánico Weddell, reunió una importante colección de fósiles de la cuenca de Tarija que fue enviada al Museo de París. En 1880, el Padre Alejandro Corrado señala que en varios puntos de los valles tarijeños se encuentra “gran cantidad de huesos petrificados” que el vulgo cree de gigantes y los sabios afirman ser de animales cuyas especies se han perdido.
En 1886-1887, Enrique D’Charles llegó en búsqueda de fósiles para el Museo de Buenos Aires, material que fue estudiado por E. Burneister en 1889 y por Ameghino en 1902. En 1902-1904, Erland Nordenskiold reunió grandes colecciones de fósiles de Tarija que fueron enviadas a Suecia y en 1903, la Misión científica francesa de Crequi-Monfort adquirió la colección de fósiles del Sr. Luis Echazú que fue enviada a París y fue la base de la obra clásica escrita por Marcelin Boule, publicada en 1920 con el título de: “Mamíferos fósiles de Tarija”.
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A raíz de todas estas observaciones, en 1941, el señor Isaac Attié, Alcalde de Tarija, programó y llevó a efecto la construcción del edificio del Museo Paleontológico Arqueológico de Tarija en base a un diseño de elevada factura que termina el año de 1949 y, en 1956, se nombra al Prof. Hugo Galarza Paz como Director del Museo, cargo en el cual se mantuvo pese a que no existían fondos para pagar su salario.
Hasta ese momento, las actividades realizadas en Tarija estuvieron predominantemente dirigidas al estudio de los fósiles de vertebrados del Pleistoceno que abundaban en el medio. Muy poco se hizo respecto a la investigación de los restos arqueológicos dejados por el hombre en todo el entorno.
Desde luego, este campo ya fue observado y abordado por los españoles que llegaron a Tarija con Luis de Fuentes ya que el Capitán Juan Rodríguez Durán indicaba que, al llegar a Tarija, indica que vio:
“… fortalezas muy grandiosas y pueblos poblados y fundados, como fue el propio de la villa de Tarija, donde a lo que parece, según los pueblos y casas, debieron [existir]… más de treinta mil ánimas…”
Los nuevos pobladores daban el nombre de “paredes, paredones, corrales y corralones o fuertes” a construcciones antiguas que fueron destruidas en la mayor parte de los casos.
Quizás las primeras observaciones propiamente arqueológicas hayan sido hechas por Erland Nordenskiold, el investigador sueco que llegó a Tarija 1902, fecha en la cual hizo varias observaciones y excavaciones de restos arqueológicos en Tolomosa.
Debe mencionarse también la visita de Arthur Poznansky, en 1941 y la de varios otros investigadores, entre ellos, Victor Oppenheim, más o menos por la misma época, quien fue comisionado por Paul Rivet, Director del Museo de París, a efectuar estudios en Tarija debido a que surgió por entonces la hipótesis de un “homo primigenius de Tarija” por una posible relación con mamíferos del pleistoceno.
Por entonces, igualmente, muchos otros, particularmente los hermanos Rosendo y Luis Echazú, realizaron actividades en el campo de la Arqueología recolectando superficialmente restos que fueron coleccionando, actividad que fue seguida por otras personas de manera esporádica. Algunos pudieron reunir gran cantidad de especímenes como fue el caso del Dr. Víctor Varas Reyes, quien logró coleccionar una gran cantidad de material procedente de varias zonas, particularmente, de la zona de San Blás. Esta colección se encuentra actualmente en posesión de uno de sus descendientes, el Dr. Oscar Varas Castrillo.
Se produjo, asimismo, la visita esporádica de diferentes investigadores, extranjeros y nacionales, que llegaron a hacer estudios de diversa complejidad, unos de prospección y recolección superficial, otros, de excavación. Entre los primeros hay que citar a Boman (1908), Schmieder (1926), Bennet (1936), Poznansky (1943), Ibarra Graso (1942), Arellano (1978) y Browman (1984). Este último postuló, en 1984: “… el desarrollo de entidades políticas poderosas e independientes, anteriores y contemporáneas a Tiwanaku en los valles del sur de Bolivia…”. Posteriormente llegaron Raffino (1995), Michel (2000, 2008), Delcourt (2003) y los esposos Gutierrez – Beierlein (2009).
No puede dejar de destacarse la labor
permanente y continua del Museo Nacional Paleontológico y Arqueológico de Tarija el cual, con su Director, el Ing. Freddy Paredes, realiza una encomiable labor de recolección y estudio de diferentes sitios de forma conjunta con grupos nacionales o extranjeros que visitan periódicamente la zona. Una de las labores de mayor significación fue el descubrimiento y estudio del llamado “Hombre de San Luis”, datado en 7640 año A.P. que se encuentra actualmente en sus bóvedas.
Un hecho significativo ocurrió localmente puesto que surgieron, espontáneamente, personas y grupos de personas interesadas en la búsqueda de restos arqueológicos en diversos puntos de la geografía tarijeña. Uno de ellos fue la de Pablo Bass Werner y Arturo Cassal Maire, aproximadamente en la década de 1980, a quienes se sumaron luego Carlos Methfessel y Carlos Burry Estenssoro, los cuales competían entre sí por desarrollar la mayor cantidad de observaciones posibles. Carlos Burry falleció lamentablemente en un accidente ocurrido en el curso de una de sus expediciones exploratorias, razón por la cual murió cumpliendo tan meritorio servicio a nuestra comunidad. La historia de todos estos episodios está desde luego por escribirse pero es evidente que debe ser destacada y valorada por nuestra comunidad en su justa medida dado el gran valor que encierran.
El impulso decisorio dentro de todos estos esfuerzos fue el momento en que se estableció contacto con la Sociedad de Arte Rupestre de Bolivia (SIARB), hecho que permitió la planificación de actividades con mayor extensión y profundidad. Padre e hija volcaron casi por completo su interés en este campo dedicándole casi todo su tiempo y recursos a riesgo, inclusive, de descuidar intereses personales y familiares por casi 50 años de continua labor, recorriendo por todos los rincones imaginables y no imaginables de nuestra geografía.
Los trabajos que realizaron, los más extensos y de mayor aliento en esta época, cambiaron radicalmente la situación ya que permitieron un barrido sistematizado de casi toda la geografía de Tarija y sus zonas avecinantes, lo cual llevó a descubrir, describir y registrar una gran cantidad de sitios con pinturas rupestres en cuestas, quebradas, cuevas, etc., que llegaban hasta los más recónditos recovecos y profundidades, todos graficados con fotografías que incluían simultáneamente el registro GPS correspondiente para que pudieran ser ubicados adecuadamente. Se complementan, en muchos casos, con dibujos y anotaciones respecto a su ubicación precisa así como datos referenciales y comentarios adicionales.
La documentación que produjeron permitió registrar más de 500 sitios calificados como de arte rupestre en toda la geografía de nuestro departamento, colocándolo, por consiguiente, como uno de los de mayor densidad en ese tipo de actividad de todo el país.
Este fue el punto de quiebre en el estudio de nuestro pasado prehistórico: de la riqueza paleontológica se pasó al de la arqueológica, contribución que trajo un cambio cualitativo importantísimo puesto que permitió que nos diéramos cuenta de la enorme importancia que tuvieron los pueblos que originalmente habitaron nuestro territorio. Esta investigación nos permite, por lo tanto, ponernos en la pista de una gran cantidad de hechos, desconocidos por nosotros hasta el presente, que tendremos que investigar adecuadamente, labor que puede tomar muchas décadas de estudio permanente.
Sin embargo, no fueron solo las pinturas rupestres el único objetivo que los Methfessel persiguieron, se añadieron a ello los caminos pre-incaicos que encontraban y seguían, desde sus orígenes hasta su terminación, de dónde venían y adónde iban, qué puntos atravesaban, todo cuidadosamente fotografiado y documentado. La mayoría atravesaba la cordillera de Sama de Oeste a Este, desde el Altiplano y las cumbres andinas hasta el llano chaqueño, cruzando el valle de Tarija en todas direcciones, algunos de ellos con dirección sud, a unirse con caminos similares que llegaban hasta el noroeste argentino.
Se toparon, asimismo, con multitud de sitios habitacionales de diverso tipo que igualmente localizaron y registraron, permitiéndoles decir, con toda propiedad, que la cantidad de sitios arqueológicos, en Tarija, era “innumerable”, muy gráficamente por cierto.
Todos esos sitios fueron registrados en la SIARB como de “pinturas rupestres”, pero, en el fondo, no son de simple “arte rupestre” sino, de verdaderos sitios arqueológicos en toda la extensión de la palabra puesto que denotan una actividad antrópica del más elevado nivel de la especie humana cuya importancia es, desde luego, enorme. El estudio detallado de cada uno de esos “sitios” nos permitirá descubrir nuestro pasado más lejano en cada uno de los puntos señalados, lo cual muestra la gran profundidad y alcance de la actividad desarrollada por estas personalidades.
No hay palabras suficientes para valorar en su justa medida esta valiente y sacrificada labor a la cual Tarija debería premiar en la forma más elogiosa posible. Nuestra Sociedad, conocedora de todos estos magníficos hechos ha querido expresar su agradecimiento en las dos formas que le son posibles.
La primera fue la de llevar a cabo este Acto en el cual se otorgará una placa de Reconocimiento de nuestra Sociedad a la labor desarrollada por la familia Methfessel en beneficio de Tarija propiciando, al mismo tiempo, el cabal pronunciamiento de sus autoridades sobre hechos tan destacables.
La segunda es que, en el entendido de que una labor tan fructífera debería tener continuidad, la Sociedad, en uso de las atribuciones que le confiere la Personería otorgada por la Gobernación del Departamento determinó, en su última reunión, crear un Instituto de Investigaciones Arqueológicas en el cual pudieran trabajar y desarrollar actividades tanto Carlos como Lillo Methfessel, a quienes nos complacemos en ofrecer la dirección y conducción del mismo de acuerdo al tiempo que pudieran disponer en el marco de sus actividades personales. Debemos anotar el hecho de que, aunque la existencia de esta entidad es únicamente “virtual” en este momento debido a las limitaciones presupuestarias inherentes a su propia condición, la Sociedad se compromete a gestionar los medios físicos y económicos que fueran necesarios para su pleno funcionamiento ante la Universidad Juan Misael Saracho y la Gobernación del departamento así como, en última instancia, ante instituciones internacionales que pudieran participar en la materialización de este proyecto.
Agradezco, en nombre mío pero también, estoy seguro, de todo el pueblo de Tarija, la gran contribución efectuada a Tarija por la familia Methfessel, la de Carlos, de su hija, Lillo y de su distinguida esposa, Guerda pero, también, conforme vimos, la de su padre, Don Gerardo Methfessel, quienes dedicaron toda su vida a esta nuestra querida tierra, de la cual se convirtieron, finalmente, en parte constituyente.
Agradezco profundamente, asimismo, la atención que todos los asistentes tuvieron de hacerse presentes en este significativo acto.
4 de Julio de 2019
Señor Representante del Gobernador del Departamento de Tarija,
Señor representante del Honorable Alcalde Municipal de la ciudad de Tarija,
Cuerpo Consular de los diferentes países que tienen representación en Tarija
Autoridades religiosas, militares, civiles y representantes de las diferentes asociaciones civiles de nuestra ciudad.
Distinguidas señoras y señores, apreciados miembros de la Sociedad de Etnografía e Historia que me honro en presidir, amigos todos.
Estamos reunidos para rendir el más cálido homenaje que la Sociedad de Etnografía e Historia de Tarija, arrogándose la representación y el sentir de toda la población de Tarija, quiere rendir a los miembros de la familia Methfessel, residente en Tarija por más de dos generaciones que, en el curso de la última centuria, ha prestado los más eminentes servicios a nuestra comunidad. Nos complace sobremanera que este acto hubiera podido estar enmarcado justamente el día en que festejamos el CCCCXLV aniversario de la fundación de nuestra Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija al cual rendimos asimismo nuestro más sentido homenaje.
La brillante exposición de la Prof. Luz María Achá nos ha ilustrado acerca de la eximia labor desarrollada por Don Gerardo Methfessel, el feliz iniciador de esta progenie en nuestra ciudad, allá por los comienzos del Siglo pasado. He sido comisionado para destacar la desarrollada por su hijo Carlos, quien, junto a su respectiva familia, quedó en nuestra ciudad a continuar tan meritoria labor.
Varias fueron las actividades por él desarrolladas en nuestra ciudad pero las más destacables y que motivan fundamentalmente este Acto fueron las ligadas al estudio de nuestra riqueza arqueológica y, por lo tanto, de nuestro pasado.
Conforme sabemos, gran revuelo causó entre autoridades españolas de la Colonia la abundancia de “huesos de gigantes” petrificados en todo el entorno de Tarija. Este hecho ya fue observado en 1761 por el Padre Mingo de la Concepción y Juan del Pino Manrique, Gobernador Intendente de Potosí, envió el año de 1784 un cajón de dichos gigantescos huesos al virreinato de Buenos Aires
A partir de ese momento, diferentes personas, autoridades e investigadores fueron atraídos por esa riqueza fosilífera en diferentes épocas. En 1844, el botánico Weddell, reunió una importante colección de fósiles de la cuenca de Tarija que fue enviada al Museo de París. En 1880, el Padre Alejandro Corrado señala que en varios puntos de los valles tarijeños se encuentra “gran cantidad de huesos petrificados” que el vulgo cree de gigantes y los sabios afirman ser de animales cuyas especies se han perdido.
En 1886-1887, Enrique D’Charles llegó en búsqueda de fósiles para el Museo de Buenos Aires, material que fue estudiado por E. Burneister en 1889 y por Ameghino en 1902. En 1902-1904, Erland Nordenskiold reunió grandes colecciones de fósiles de Tarija que fueron enviadas a Suecia y en 1903, la Misión científica francesa de Crequi-Monfort adquirió la colección de fósiles del Sr. Luis Echazú que fue enviada a París y fue la base de la obra clásica escrita por Marcelin Boule, publicada en 1920 con el título de: “Mamíferos fósiles de Tarija”.
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A raíz de todas estas observaciones, en 1941, el señor Isaac Attié, Alcalde de Tarija, programó y llevó a efecto la construcción del edificio del Museo Paleontológico Arqueológico de Tarija en base a un diseño de elevada factura que termina el año de 1949 y, en 1956, se nombra al Prof. Hugo Galarza Paz como Director del Museo, cargo en el cual se mantuvo pese a que no existían fondos para pagar su salario.
Hasta ese momento, las actividades realizadas en Tarija estuvieron predominantemente dirigidas al estudio de los fósiles de vertebrados del Pleistoceno que abundaban en el medio. Muy poco se hizo respecto a la investigación de los restos arqueológicos dejados por el hombre en todo el entorno.
Desde luego, este campo ya fue observado y abordado por los españoles que llegaron a Tarija con Luis de Fuentes ya que el Capitán Juan Rodríguez Durán indicaba que, al llegar a Tarija, indica que vio:
“… fortalezas muy grandiosas y pueblos poblados y fundados, como fue el propio de la villa de Tarija, donde a lo que parece, según los pueblos y casas, debieron [existir]… más de treinta mil ánimas…”
Los nuevos pobladores daban el nombre de “paredes, paredones, corrales y corralones o fuertes” a construcciones antiguas que fueron destruidas en la mayor parte de los casos.
Quizás las primeras observaciones propiamente arqueológicas hayan sido hechas por Erland Nordenskiold, el investigador sueco que llegó a Tarija 1902, fecha en la cual hizo varias observaciones y excavaciones de restos arqueológicos en Tolomosa.
Debe mencionarse también la visita de Arthur Poznansky, en 1941 y la de varios otros investigadores, entre ellos, Victor Oppenheim, más o menos por la misma época, quien fue comisionado por Paul Rivet, Director del Museo de París, a efectuar estudios en Tarija debido a que surgió por entonces la hipótesis de un “homo primigenius de Tarija” por una posible relación con mamíferos del pleistoceno.
Por entonces, igualmente, muchos otros, particularmente los hermanos Rosendo y Luis Echazú, realizaron actividades en el campo de la Arqueología recolectando superficialmente restos que fueron coleccionando, actividad que fue seguida por otras personas de manera esporádica. Algunos pudieron reunir gran cantidad de especímenes como fue el caso del Dr. Víctor Varas Reyes, quien logró coleccionar una gran cantidad de material procedente de varias zonas, particularmente, de la zona de San Blás. Esta colección se encuentra actualmente en posesión de uno de sus descendientes, el Dr. Oscar Varas Castrillo.
Se produjo, asimismo, la visita esporádica de diferentes investigadores, extranjeros y nacionales, que llegaron a hacer estudios de diversa complejidad, unos de prospección y recolección superficial, otros, de excavación. Entre los primeros hay que citar a Boman (1908), Schmieder (1926), Bennet (1936), Poznansky (1943), Ibarra Graso (1942), Arellano (1978) y Browman (1984). Este último postuló, en 1984: “… el desarrollo de entidades políticas poderosas e independientes, anteriores y contemporáneas a Tiwanaku en los valles del sur de Bolivia…”. Posteriormente llegaron Raffino (1995), Michel (2000, 2008), Delcourt (2003) y los esposos Gutierrez – Beierlein (2009).
No puede dejar de destacarse la labor
permanente y continua del Museo Nacional Paleontológico y Arqueológico de Tarija el cual, con su Director, el Ing. Freddy Paredes, realiza una encomiable labor de recolección y estudio de diferentes sitios de forma conjunta con grupos nacionales o extranjeros que visitan periódicamente la zona. Una de las labores de mayor significación fue el descubrimiento y estudio del llamado “Hombre de San Luis”, datado en 7640 año A.P. que se encuentra actualmente en sus bóvedas.
Un hecho significativo ocurrió localmente puesto que surgieron, espontáneamente, personas y grupos de personas interesadas en la búsqueda de restos arqueológicos en diversos puntos de la geografía tarijeña. Uno de ellos fue la de Pablo Bass Werner y Arturo Cassal Maire, aproximadamente en la década de 1980, a quienes se sumaron luego Carlos Methfessel y Carlos Burry Estenssoro, los cuales competían entre sí por desarrollar la mayor cantidad de observaciones posibles. Carlos Burry falleció lamentablemente en un accidente ocurrido en el curso de una de sus expediciones exploratorias, razón por la cual murió cumpliendo tan meritorio servicio a nuestra comunidad. La historia de todos estos episodios está desde luego por escribirse pero es evidente que debe ser destacada y valorada por nuestra comunidad en su justa medida dado el gran valor que encierran.
El impulso decisorio dentro de todos estos esfuerzos fue el momento en que se estableció contacto con la Sociedad de Arte Rupestre de Bolivia (SIARB), hecho que permitió la planificación de actividades con mayor extensión y profundidad. Padre e hija volcaron casi por completo su interés en este campo dedicándole casi todo su tiempo y recursos a riesgo, inclusive, de descuidar intereses personales y familiares por casi 50 años de continua labor, recorriendo por todos los rincones imaginables y no imaginables de nuestra geografía.
Los trabajos que realizaron, los más extensos y de mayor aliento en esta época, cambiaron radicalmente la situación ya que permitieron un barrido sistematizado de casi toda la geografía de Tarija y sus zonas avecinantes, lo cual llevó a descubrir, describir y registrar una gran cantidad de sitios con pinturas rupestres en cuestas, quebradas, cuevas, etc., que llegaban hasta los más recónditos recovecos y profundidades, todos graficados con fotografías que incluían simultáneamente el registro GPS correspondiente para que pudieran ser ubicados adecuadamente. Se complementan, en muchos casos, con dibujos y anotaciones respecto a su ubicación precisa así como datos referenciales y comentarios adicionales.
La documentación que produjeron permitió registrar más de 500 sitios calificados como de arte rupestre en toda la geografía de nuestro departamento, colocándolo, por consiguiente, como uno de los de mayor densidad en ese tipo de actividad de todo el país.
Este fue el punto de quiebre en el estudio de nuestro pasado prehistórico: de la riqueza paleontológica se pasó al de la arqueológica, contribución que trajo un cambio cualitativo importantísimo puesto que permitió que nos diéramos cuenta de la enorme importancia que tuvieron los pueblos que originalmente habitaron nuestro territorio. Esta investigación nos permite, por lo tanto, ponernos en la pista de una gran cantidad de hechos, desconocidos por nosotros hasta el presente, que tendremos que investigar adecuadamente, labor que puede tomar muchas décadas de estudio permanente.
Sin embargo, no fueron solo las pinturas rupestres el único objetivo que los Methfessel persiguieron, se añadieron a ello los caminos pre-incaicos que encontraban y seguían, desde sus orígenes hasta su terminación, de dónde venían y adónde iban, qué puntos atravesaban, todo cuidadosamente fotografiado y documentado. La mayoría atravesaba la cordillera de Sama de Oeste a Este, desde el Altiplano y las cumbres andinas hasta el llano chaqueño, cruzando el valle de Tarija en todas direcciones, algunos de ellos con dirección sud, a unirse con caminos similares que llegaban hasta el noroeste argentino.
Se toparon, asimismo, con multitud de sitios habitacionales de diverso tipo que igualmente localizaron y registraron, permitiéndoles decir, con toda propiedad, que la cantidad de sitios arqueológicos, en Tarija, era “innumerable”, muy gráficamente por cierto.
Todos esos sitios fueron registrados en la SIARB como de “pinturas rupestres”, pero, en el fondo, no son de simple “arte rupestre” sino, de verdaderos sitios arqueológicos en toda la extensión de la palabra puesto que denotan una actividad antrópica del más elevado nivel de la especie humana cuya importancia es, desde luego, enorme. El estudio detallado de cada uno de esos “sitios” nos permitirá descubrir nuestro pasado más lejano en cada uno de los puntos señalados, lo cual muestra la gran profundidad y alcance de la actividad desarrollada por estas personalidades.
No hay palabras suficientes para valorar en su justa medida esta valiente y sacrificada labor a la cual Tarija debería premiar en la forma más elogiosa posible. Nuestra Sociedad, conocedora de todos estos magníficos hechos ha querido expresar su agradecimiento en las dos formas que le son posibles.
La primera fue la de llevar a cabo este Acto en el cual se otorgará una placa de Reconocimiento de nuestra Sociedad a la labor desarrollada por la familia Methfessel en beneficio de Tarija propiciando, al mismo tiempo, el cabal pronunciamiento de sus autoridades sobre hechos tan destacables.
La segunda es que, en el entendido de que una labor tan fructífera debería tener continuidad, la Sociedad, en uso de las atribuciones que le confiere la Personería otorgada por la Gobernación del Departamento determinó, en su última reunión, crear un Instituto de Investigaciones Arqueológicas en el cual pudieran trabajar y desarrollar actividades tanto Carlos como Lillo Methfessel, a quienes nos complacemos en ofrecer la dirección y conducción del mismo de acuerdo al tiempo que pudieran disponer en el marco de sus actividades personales. Debemos anotar el hecho de que, aunque la existencia de esta entidad es únicamente “virtual” en este momento debido a las limitaciones presupuestarias inherentes a su propia condición, la Sociedad se compromete a gestionar los medios físicos y económicos que fueran necesarios para su pleno funcionamiento ante la Universidad Juan Misael Saracho y la Gobernación del departamento así como, en última instancia, ante instituciones internacionales que pudieran participar en la materialización de este proyecto.
Agradezco, en nombre mío pero también, estoy seguro, de todo el pueblo de Tarija, la gran contribución efectuada a Tarija por la familia Methfessel, la de Carlos, de su hija, Lillo y de su distinguida esposa, Guerda pero, también, conforme vimos, la de su padre, Don Gerardo Methfessel, quienes dedicaron toda su vida a esta nuestra querida tierra, de la cual se convirtieron, finalmente, en parte constituyente.
Agradezco profundamente, asimismo, la atención que todos los asistentes tuvieron de hacerse presentes en este significativo acto.
4 de Julio de 2019