Navidad “Adoración a los niños Dioses”
Esta fiesta es la más rica de nuestro folklore. Su tradición se la mantiene con mayor realce que antaño. Como se trata de una costumbre tan sana e inocente, el tiempo ha sido consecuente para conservarla en su auge y quizá ahora con mayor devoción. Todos los años va en aumento la cantidad...



Esta fiesta es la más rica de nuestro folklore. Su tradición se la mantiene con mayor realce que antaño.
Como se trata de una costumbre tan sana e inocente, el tiempo ha sido consecuente para conservarla en su auge y quizá ahora con mayor devoción.
Todos los años va en aumento la cantidad de “Niños Dioses”, ya esculpidos en yeso o cera de “Castilla” importada. Pero es el caso, que su número pasa de doscientos.
Esta solemnidad, comienza el 24 de diciembre desde la “Noche Buena” y termina a mediados de febrero. Quién puede dormir esa noche, sin rememorar el nacimiento de “Jesús” en su pesebre?.
“Papa Noel”, “Santa Claus”, El pino verde o árbol de navidad. El zapato viejo dejado en la ventana en espera del regalo para el hijo, el nieto, Las caricias de los padres, del abuelo, para el hijo, para el nieto. Las campanas de las doce de la noche, anunciando el advenimiento de Jesús, rodeado de sus ovejitas, alumbrado de la hermosa “Estrella de los Reyes Magos”. No es verdad que es un cuadro alucinante para la niñez, y con lágrimas amargas que empañan las pupilas del viejo con este reviviente recuerdo de su infancia?...!!!
Todo el tiempo que dura esta tradición, las calles de Tarija desde las seis de la mañana, están alegres con el traslado de los “Niños Dioses” a los templos de la ciudad; tocando la banda de música, aires de Navidad donde los niños van adorando con “Villancicos”, dando colorido y amenidad a nuestro ambiente.
Todo esto es muy atrayente si están acompañados con el palo de trenzar. Siendo éste, un mástil de seis metros de largo, con una rueda en la punta, de donde penden cintas de diversos colores, para trenzar y destrenzar. Son niños y niñas quienes con habilidad trenzando, lo envuelven y desenvuelven al palo. Esto es encantador y merece la atención de la gente que se para en el trayecto para expandir el espíritu, ante tan bella tradición. No obstante el fuerte gasto que demanda este ritual, va en aumento cada año, con mayor realce y entusiasmo.
De regreso el niño a la residencia del alférez o sea la casa de la adoración, los invitados son tratados con deferencia, sean niños, jóvenes o viejos que van a ver adorar a sus hijos y también a admirar la belleza del nacimiento.
En la calle entonan los “Villancicos” de su preferencia. Todos los niños van cantando siguiendo en el trayecto trenzando y destrenzando.
Aquí tenéis unas estrofas:
Niño Manuelito,
Qué bonito sois,
Cadenita de oro,
Clavelito sois.
En el portal de Belén
Hay estrellas, sol y luna,
La Virgen y San José
Y el niño que está en la cuna.
Ya viene la vaca
Por el callejón,
Trayendo la leche
Para el niño Dios.
Niñito bonito,
Nuestra adoración
De rodillas te pedimos
Tu dulce bendición.
Por aquí pasó María
Con su rayo Celestial
Alumbrando a todo el mundo
Con su niño sin igual.
A las doce de la noche,
Un gallo nos despertó
Con su Canto tan alegre
Diciendo Cristo nació.
A... a... vi va María
e. ...e...viva San José
O....o...viva el que nació.
[gallery type="slideshow" size="full" ids="214584"]
Se mantiene esta tradición, por ser devoción de niños, llena de poesía y encanto.
Existía en Tarija, un viejo amigo cultor de esta tradición de sobrenombre “Tirulas” que perdura en nuestro recuerdo.
Este señor, de joven había viajado de Tarija al Cuzco, un departamento del Perú, trayendo de allí dos hermosos “Niños Dioses”, esculpidos en cera de “Castilla”, que era una obra maestra. Igualmente todos los objetos necesarios para arreglar un suntuoso nacimiento.
En la casa del “Tirulas” el día de la adoración, se reunían una gran cantidad de niños para adorar.
Cantaban:
Hay guachi, guachi torito,
Torito del portalcito,
no me cornies con tus astas,
corniame con tus amores.
Arrurro mi niño,
Arrurro mi Dios
Que todo mi anhelo
Es pensar en vos.
Albricias, albricias
Albricias, nos den
Para el niño hermoso,
Nacido en Belén
“Tirulas” era un hombre de sentimientos muy nobles, tranquilo, alejado del mundanal ruido. Alto, gordo, blanco, ojos azules, cejas largas y blancas; llevaba una barba muy larga y tupida.
De noche se vestía con su manto que le cubría lodo el cuerpo. Se ponía una peluca enorme, sandalias adornadas con lentejuelas y aparecía en la adoración hecho un “Papa Noel” ¡Parecía un mesiánico!
Adoraba al igual que los niños tocando su acordeón y haciéndoles cantar los “Villancicos”. Todo esto después de una larga enseñanza.
Cantaban:
Este niño chiquitito
No tiene cunita,
Su padre es carpintero
se lo está haciendo unita.
Esta noche ha de nacer,
Manuelito de Jesús
Para morir por el hombre,
Enclavado en una Cruz.
La Virgen iba a Belén,
Le dio el parto en el camino,
Y entre la mula y el buey,
Nació el “Cordero Divino”
Este viejecito era un místico en este sentido Murió en la suma pobreza. No se llegó a saber nada de los “Niños Dioses” que tenía, ni del hermoso nacimiento.
Para el día de difuntos, su cruz de madera, era cubierta de flores llevadas por los jóvenes y niños al cementerio, recordando con cariño a quién supo endulzar los años de su infancia.
Por lo referido, esta tradición debe ser conservada a todo trance, por ser tan recatada y de mucha profundidad moral.
Toca a las autoridades estimular su mantenimiento, procurando cada año premiar al mejor nacimiento, ante concurso público.
Aquí cabe recordar los hermosos nacimientos de la “Marquesita” María Campero; de la familia Tórrez, Manuela Hernández, Las Vidaurre, Ángel Ichazo, Aurelio Arce, Montellano y otros.
También vivían en Tarija dos familias alemanas, don Guillermo Schnor y los hermanos Werner, Pablo y Rolando, que de acuerdo a su tradición europea, arreglaban el árbol de navidad y el nacimiento con mucho lujo y festejaban con música clásica.
Recuerdo también con emoción, la figura de don Ignacio Gutiérrez, era Escultor y llevaba una venda en el ojo, quién desde meses atrás venía preparando a los niños que tenían la tez morena y cuya selección la hacía él, llamándoles “los negritos”. Trenzaban y destrenzaban airosos en el patio de su casa en el barrio de San Roque, y el día de Navidad recorrían las calles de Tarija
Como se trata de una costumbre tan sana e inocente, el tiempo ha sido consecuente para conservarla en su auge y quizá ahora con mayor devoción.
Todos los años va en aumento la cantidad de “Niños Dioses”, ya esculpidos en yeso o cera de “Castilla” importada. Pero es el caso, que su número pasa de doscientos.
Esta solemnidad, comienza el 24 de diciembre desde la “Noche Buena” y termina a mediados de febrero. Quién puede dormir esa noche, sin rememorar el nacimiento de “Jesús” en su pesebre?.
“Papa Noel”, “Santa Claus”, El pino verde o árbol de navidad. El zapato viejo dejado en la ventana en espera del regalo para el hijo, el nieto, Las caricias de los padres, del abuelo, para el hijo, para el nieto. Las campanas de las doce de la noche, anunciando el advenimiento de Jesús, rodeado de sus ovejitas, alumbrado de la hermosa “Estrella de los Reyes Magos”. No es verdad que es un cuadro alucinante para la niñez, y con lágrimas amargas que empañan las pupilas del viejo con este reviviente recuerdo de su infancia?...!!!
Todo el tiempo que dura esta tradición, las calles de Tarija desde las seis de la mañana, están alegres con el traslado de los “Niños Dioses” a los templos de la ciudad; tocando la banda de música, aires de Navidad donde los niños van adorando con “Villancicos”, dando colorido y amenidad a nuestro ambiente.
Todo esto es muy atrayente si están acompañados con el palo de trenzar. Siendo éste, un mástil de seis metros de largo, con una rueda en la punta, de donde penden cintas de diversos colores, para trenzar y destrenzar. Son niños y niñas quienes con habilidad trenzando, lo envuelven y desenvuelven al palo. Esto es encantador y merece la atención de la gente que se para en el trayecto para expandir el espíritu, ante tan bella tradición. No obstante el fuerte gasto que demanda este ritual, va en aumento cada año, con mayor realce y entusiasmo.
De regreso el niño a la residencia del alférez o sea la casa de la adoración, los invitados son tratados con deferencia, sean niños, jóvenes o viejos que van a ver adorar a sus hijos y también a admirar la belleza del nacimiento.
En la calle entonan los “Villancicos” de su preferencia. Todos los niños van cantando siguiendo en el trayecto trenzando y destrenzando.
Aquí tenéis unas estrofas:
Niño Manuelito,
Qué bonito sois,
Cadenita de oro,
Clavelito sois.
En el portal de Belén
Hay estrellas, sol y luna,
La Virgen y San José
Y el niño que está en la cuna.
Ya viene la vaca
Por el callejón,
Trayendo la leche
Para el niño Dios.
Niñito bonito,
Nuestra adoración
De rodillas te pedimos
Tu dulce bendición.
Por aquí pasó María
Con su rayo Celestial
Alumbrando a todo el mundo
Con su niño sin igual.
A las doce de la noche,
Un gallo nos despertó
Con su Canto tan alegre
Diciendo Cristo nació.
A... a... vi va María
e. ...e...viva San José
O....o...viva el que nació.
[gallery type="slideshow" size="full" ids="214584"]
Se mantiene esta tradición, por ser devoción de niños, llena de poesía y encanto.
Existía en Tarija, un viejo amigo cultor de esta tradición de sobrenombre “Tirulas” que perdura en nuestro recuerdo.
Este señor, de joven había viajado de Tarija al Cuzco, un departamento del Perú, trayendo de allí dos hermosos “Niños Dioses”, esculpidos en cera de “Castilla”, que era una obra maestra. Igualmente todos los objetos necesarios para arreglar un suntuoso nacimiento.
En la casa del “Tirulas” el día de la adoración, se reunían una gran cantidad de niños para adorar.
Cantaban:
Hay guachi, guachi torito,
Torito del portalcito,
no me cornies con tus astas,
corniame con tus amores.
Arrurro mi niño,
Arrurro mi Dios
Que todo mi anhelo
Es pensar en vos.
Albricias, albricias
Albricias, nos den
Para el niño hermoso,
Nacido en Belén
“Tirulas” era un hombre de sentimientos muy nobles, tranquilo, alejado del mundanal ruido. Alto, gordo, blanco, ojos azules, cejas largas y blancas; llevaba una barba muy larga y tupida.
De noche se vestía con su manto que le cubría lodo el cuerpo. Se ponía una peluca enorme, sandalias adornadas con lentejuelas y aparecía en la adoración hecho un “Papa Noel” ¡Parecía un mesiánico!
Adoraba al igual que los niños tocando su acordeón y haciéndoles cantar los “Villancicos”. Todo esto después de una larga enseñanza.
Cantaban:
Este niño chiquitito
No tiene cunita,
Su padre es carpintero
se lo está haciendo unita.
Esta noche ha de nacer,
Manuelito de Jesús
Para morir por el hombre,
Enclavado en una Cruz.
La Virgen iba a Belén,
Le dio el parto en el camino,
Y entre la mula y el buey,
Nació el “Cordero Divino”
Este viejecito era un místico en este sentido Murió en la suma pobreza. No se llegó a saber nada de los “Niños Dioses” que tenía, ni del hermoso nacimiento.
Para el día de difuntos, su cruz de madera, era cubierta de flores llevadas por los jóvenes y niños al cementerio, recordando con cariño a quién supo endulzar los años de su infancia.
Por lo referido, esta tradición debe ser conservada a todo trance, por ser tan recatada y de mucha profundidad moral.
Toca a las autoridades estimular su mantenimiento, procurando cada año premiar al mejor nacimiento, ante concurso público.
Aquí cabe recordar los hermosos nacimientos de la “Marquesita” María Campero; de la familia Tórrez, Manuela Hernández, Las Vidaurre, Ángel Ichazo, Aurelio Arce, Montellano y otros.
También vivían en Tarija dos familias alemanas, don Guillermo Schnor y los hermanos Werner, Pablo y Rolando, que de acuerdo a su tradición europea, arreglaban el árbol de navidad y el nacimiento con mucho lujo y festejaban con música clásica.
Recuerdo también con emoción, la figura de don Ignacio Gutiérrez, era Escultor y llevaba una venda en el ojo, quién desde meses atrás venía preparando a los niños que tenían la tez morena y cuya selección la hacía él, llamándoles “los negritos”. Trenzaban y destrenzaban airosos en el patio de su casa en el barrio de San Roque, y el día de Navidad recorrían las calles de Tarija