Plegaria del Rosal
No tuve más pecado que enraizarme en la tierra y florecer. Me entregaba en perfume: era mi modo de querer. No tuve más pecado que amanecer con el alba en mis pétalos, y un asomo de luna al atardecer. Pero un día mis rosas se empinaron al viejo y alto muro, para ver las cosas de...



No tuve más pecado
que enraizarme en la tierra y florecer.
Me entregaba en perfume:
era mi modo de querer.
No tuve más pecado
que amanecer
con el alba en mis pétalos,
y un asomo de luna al atardecer.
Pero un día mis rosas se empinaron
al viejo y alto muro, para ver
las cosas de la calle...
(Toda rosa es, al fin, una mujer).
¡Qué brutal el saqueo!
En cada mano innoble vi crecer
el garfio y la cuchilla. Mis espinas
no me pudieron defender.
Y fue un deshojamiento
de estrellas, un caer
de pétalos del alba
y cercenados pechos de mujer.
¡Derríbame, Señor, con tus tormentas,
sobre la tierra que me vio nacer,
que también me robaron las espinas
que Tú llevaste ayer!
Señor, ¡a ras del suelo!
Pequeño, tan pequeño quiero ser,
que me ignoren las gentes si yo vuelvo
en otra primavera a florecer.
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que enraizarme en la tierra y florecer.
Me entregaba en perfume:
era mi modo de querer.
No tuve más pecado
que amanecer
con el alba en mis pétalos,
y un asomo de luna al atardecer.
Pero un día mis rosas se empinaron
al viejo y alto muro, para ver
las cosas de la calle...
(Toda rosa es, al fin, una mujer).
¡Qué brutal el saqueo!
En cada mano innoble vi crecer
el garfio y la cuchilla. Mis espinas
no me pudieron defender.
Y fue un deshojamiento
de estrellas, un caer
de pétalos del alba
y cercenados pechos de mujer.
¡Derríbame, Señor, con tus tormentas,
sobre la tierra que me vio nacer,
que también me robaron las espinas
que Tú llevaste ayer!
Señor, ¡a ras del suelo!
Pequeño, tan pequeño quiero ser,
que me ignoren las gentes si yo vuelvo
en otra primavera a florecer.
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