Fronda Sonora
AMANCAY Florecita de amancay, florecita del valle y de la ofrenda chapaca, en tu cáliz fragancioso han comulgado las abejas la hostia del polen en un himno de trabajo y de alegría. Amancay, criolla plantita que tienes para mi corazón, viajero de distancias y de emociones, el suave perfume...



AMANCAY
Florecita de amancay, florecita del valle y de la ofrenda chapaca, en tu cáliz fragancioso han comulgado las abejas la hostia del polen en un himno de trabajo y de alegría.
Amancay, criolla plantita que tienes para mi corazón, viajero de distancias y de emociones, el suave perfume que recuerda a la carne chapaca, toda gallardía, toda donosura.
Florecita de amancay, flor de pasión y de ofrenda para la virgen aldeana, renace siempre en la vega cálida y tendrás un sitial en cada criollo corazón que te cante en coplas sencillas lo risueño y humilde de tu vivir.
AMANECER
Amanecer, primera estrofa del canto del día, voz prima que al clarear el alba nos habla de la vuelta a la luz y a la forma.
Amanecer, primeros trinos que enfocan las dulces avecillas del campo ante la promesa de un rayo de sol y la verdad de una nueva hora.
Alba, clara alba, gota de rocío, brisa suave y sentida, balidos de la manada que abandona el redil, hora prima en la que arde el fuego en el hogar campesino.
Nuevo día, promesa renacida para el himno del trabajo, canto que entonará el campesino mientras unce los bueyes para las faenas, que será canción mientras el arado rotura la tierra, o himno de la germinación en la belleza de las doradas gavillas.
Amanecer, ánfora de greda campesina que sacudes tus guedejas en las suaves ondas del río. Nuevo día, sortilegio que encierra una bella promesa, un dorado sentir cuando el sol va surgiendo por el horizonte!
MÚSICA
Música del valle mío, aires profanos de la tierra chapaca, erque, caja, quena, violín, caña y copla, muchas coplas con fragancia de rosas y sabor de tierra nueva.
Toscos instrumentos del criollo rincón, sentires que dicen todas las hondas emociones del valle, de la primavera, la cosecha abundante, la trova galana o el contrapunto de tu gracia.
Cancioncitas sencillas, de instrumentos hermanos de la pena o la alegría, de la luz o el color, de la pobreza o la abundancia, del alma de esta tierra sencilla y buena como las mieses doradas del maduro trigal...
VIÑETAS
EL GUADALQUIVIR
Suave se desliza sobre un lecho de piedras y arena, simulando un bello cuerpo de mujer, besado por las ramas de un sauce real. ¡Cuánta poesía lleva en sus ondas; su murmullo es el cantar de los siglos y la sabia leyenda de la tierra!
LA LOMA DE SAN JUAN
Viejo centinela de la ciudad, humilde anacoreta que en el sublime poema de tu silencio has dicho todo lo bello que encierra tu leyenda. A tus pies una vetusta capillita de muros agrietados, canta el advenimiento de una nueva vida.
flor de ceibo
Rojo augusto que en tu flor encarnas lo sublime del amor, yo te he visto galana en primavera, tachonando el verde de esperanza con la sangre de tu pasión.
ÁRBOLES
Arboles de mi valle, compañeros inseparables del paisaje, hermanos de verdes promesas que acrisolan una verdad, verdes paladines del color, de la flor, de la fragancia y del puro sentimiento que enclaustrado ora en la oquedad de la lomada, en el ribazo perfumado de flores campesinas o en la vega pletórica de matices, habéis dicho un canto que es fecundidad, dulce sortilegio de la semilla que en su miga fosforosa nos habla la palabra de la emoción del fruto y el canto que entona la brisa al rizar las hojas del bosque secular.
Arboles de esta tierra chapaca: molles, tarcos, jarcas, churquis, vilcaranes, armados caballeros del campo que evangélica prédica nos enseñáis una verdad, nos abrís la mente y el entendimiento para algo que linda con lo infrahumano: el bien derramado por vuestra sombra, por vuestros frutos, por la fragancia de vuestras flores y por la bondad de vuestra madera luz, y abrigo, que es escudo de fuertes y de humildes en el primero y en postrer alientos de la vida.
Arboles del valle mío, dadme la gracia de vuestra parábola de bondad y acogedme como algo que sea sabia, alba sangre de estos cuerpos que están más cerca cada día de Dios!
PRIMER VUELO
Con las sedosas plumas que cubrieron sus alas, esta mañana de lluvia, hicieron patria del cielo cuatro o cinco pichones moradores del viejo alar de mi casona.
Cuanta gracia y osadía tuvo esta primera aventura! Hinchando sus buches de tanto piar como diciendo: allá vamos.... se lanzaron al espacio en pos de azulados y bellos confines. Inseguros en la dirección, aún débiles en su afán de cielos, fueron a caer cerca del rosal donde en fragantes pimpollos se anunciaban a la vida unas rosas.
Tuve miedo cuando el runruneo del viejo gato se hacía sentir cerca de mis amigos alados, pero ellos cobrando energías, valor en sus pequeños corazones de pájaros, alzaron nuevamente el vuelo, extendiendo sus alas hasta posarse en el tejado rojo de una casa lejana. Pensé que acaso desde su refugio, con su piar vigoroso retaban al felino caballero como diciéndole: hemos vencido en nuestro primer vuelo que será el definitivo en nuestras vidas.
ALMA MÍA
Alma mía, parece que ya el invierno nos abandona pues el aire que sopla trae cálidos efluvios de una primavera próxima. Los árboles que crecen en los huertos y en los riscos de la montaña se comienzan a vestir de verde de diferentes matices y hay una orquestación de pájaros que saludan en la madrugada la llégada del padre sol. Un zumbido de moscardones y abejas pone en el ambiente una nota de emotividad que contagia a los espíritus callados y tristes a exteriorizar sus sentimientos, a vivir la vida en pletórico optimismo. Ya que la sangre bulle y se inquieta en el cuerpo, también la vida a vuelto a la primavera y florece en cada roja pulsación que por las venas corre.
Que despierte también el amor, que cante a los cuatro vientos su sentir, que viva sus instantes de floración nueva que se anuncia promisora, que se ría el alma con carcajada cristalina, con tañer de campana, con rumor de agua, porque la primavera ya se anuncia en el rosado de los durazneros en flor, en el amarillo de los pimpollos de penca, en el verde claro de los molles y en el oscuro de los sauces!
Que cante el amor su renovada canción de ensueño, que vibre el espíritu con todas sus fibras, que se alejen las penas, la bruma, el silencio, la nieve, porque la primavera ha vuelto hasta ti, alma mía, límpida serena y diáfana!
LLUVIA
Llueve, amor, y es la primera lluvia que ha caído en el valle. Un olor a tierra mojada, fresca, se levanta desde el suelo y pone en el alma el perfume de su humedad.
Llueve, corazón, y es una sinfonía de truenos que destilan una danza entre los riscos de la montaña. Mi alma ha volado hacia ti, y mi pensamiento fue como el relámpago que ha zigzagueado en esta dulce hora del recuerdo.
Llueve y mi soledad de tantas horas se ha visto llena con tu presencia, morena primavera, tan mía en las ansias y tan lejana en mis emociones.
Llueve, y tu alma y la mía tomadas de la mano han cruzado los campos, han sentido el fulgurante beso de los relámpagos y en el éter que todo lo confunde, tu ausencia fue presencia, alma mía, porque estás cerca a mi corazón en todos los instantes.
Llueve, corazón mío, y la bruma que tiene vendados mis ojos, se ha limpiado con el dulce manantial de la lluvia!
SIEMBRA
La tierra está removida por el arado Y en cada uno de los surcos, el esfuerzo del campesino y la mansedumbre de los bueyes han dejado el sortilegio de la semilla. Canta la vida remozada, los campesinos han dado todo el vigor de sus músculos para arrancar del seno profundo de la tierra la alegría de la germinación. Los dorados granos de maíz siguen cayendo en los surcos y los bueyes mugen por el cansancio, pues las picanas aguijonean sus lomos como incitándolos a dar fin con esta noble tarea.
Y será más tarde cuando la germinación sea una promesa, cuando los frutos hayan madurado y en el estío pase la brisa rizando las espigas del maizal, habrá para los bueyes, amigos generosos que con su esfuerzo nos han dado la bienaventuranza del pan de cada día, la recompensa del maíz y de la chala por todas sus fatigas llenas de grandeza y de humildad.
CANTO UNÍSONO
Tierra mía, tú pusiste en mis venas el embrujo de tu valle ardiente y soñador: y yo te di el fruto de mi emoción tempranera.
Tú me diste la gracia de sentir todo lo bello, de embeber mi espíritu en amaneceres, en luz y colores; y yo te canté en mis poemas con la emoción que me hiciste conocer.
Tú le diste a mi alma la gracia de amar la bondad, al árbol, al agua cantarina y al ave parlera y ellos, en cambio me dieron sus colores, sus murmullos, sus trinos, con ellos mi alma remozada desató un madrigal.
Acaso lo que yo siento esté empapado de valle, de hierba tierna, de fragante verbena y de todo lo que es tuyo, tierra sacra. A veces eras un sueño que se adentra en mi corazón borboteando roja sangre que al unísono dice mi emoción.
POEMA NUEVO
¡Qué de alegrías desatan las campanas de la capillita aldeana, anunciando rara el mundo la renovación de los corazones!
Que gama de colores lucen los árboles del valle de donde llegan como viejos romances las canciones que desde el fondo de su corazón entonan los campesinos!
Para el alma es todo grato, las flores que han volcado el carcaj de su aroma para deleitarnos y un danzar de abejas en las corolas de las flores! Lánzase al aire de fiesta la sonora orquestación de los pájaros, al saludar en cantos la vuelta de la dulce primavera, de la princesa alegría!
LA VERDAD DE LA ESCUELA
Y no fueron un mito las palabras del viejo maestro en los corazones de los jóvenes campesinos. Él tuvo la verdad del entendimiento y el cálido anhelo del saber.
Maduraron los ideales como los trigos maduran en la amplia sementera; y así dorada y así en el azul, de cada corazón niño brotó la llama del saber y alumbró la vida como la aurora límpida y serena.
¡Y no fueron para ti, viejo maestro de la humilde pobreza, un mito tus palabras, ya que en la pequeña escuela, en la alegre casita, el abecedario de tu enseñanza puso fe en los corazones!
Y en tu alma sufrida, renació la alegría y hubo para ti comunión de matices, como en el agua de un alegre manantial.
PASCUA
Albura de resurrección, nuevo canto de la estrofa de la vida; argentinas campanas que anunciáis albricias en la mañanita de oro y de plata al místico rayar del alba. Profusión de rosas pascuas y albahacas que hermosean la sensitiva hora de la renovación de espíritu!
Rasga el violín la clásica ronda y por la calle cuajada de perfumes y alegrías desfila el cortejo: campesinas de tez blanca y airoso caminar; chapacos nobles e idealistas, quijotes de la vega que, con voz dulce y melodiosa, cantan sus canciones con la emoción del campo.
Yo quisiera ofrendar, para mi pascua del espíritu, una canción de sabor telúrico cantar y cantar para lo bello, y alejarme como ese bólido que le robó la luz a no sé qué lucero.
HABAL FLORIDO
Cuando florezcan los habales, habrá a campo bullicio de zumbadoras abejitas, tendremos cantos de aves desde el sol nos alumbre y en cada corazón un retoño de promesas.
Cuando los habales florezcan, tendrás una óptima cosecha de verdes bayas, las que llenarán tus canastos de esa verde esperanza convertida en semilla.
Cuando en tu campo, campesina, los habales florezcan, habrá en tu propia vida plenitud.
VALLE
Tibio recogimiento del valle, agua que murmura en la acequia veleidosa, olor a hierbabuena y mugidos de bueyes que pacienzudamente arrancan las primeras briznas del verde pasto que cubre la pradera.
Ha llegado la primavera cargada de albos jazmines, de rosados pimpollos de durazno, de amancayas y verdor; mucho verde que se hace promisora esperanza de la naturaleza renacida.
¡Vallecito mío!, capricho de sensaciones, yo he renacido también y llevo en el alma un mundo de coplas nuevas, fragantes como albahacas, dulces como la silvestre miel que son en mis sueños los aires de la tierra, promesas del valle, canto de una verdad!
TROVA CAMPESINA
¡Canción del campo, vida que se remoza, arrullo de aves, murmullo de aguas, zumbido de abejas del dulce panal!
Emoción de campo que llegas hasta el alma con tu sencillez, y que traes radiante la alegre belleza en verdes, en luces de trinos que dicen todo un himno de paz!
¡Alma campesina, humilde y sencilla como el trigo bueno, como la blanca harina de las comuniones en las que el alma vibra pletórica de fe y ungida de esperanzas!
¡Tierra bendita, canción de fecundidad, verbo de la verdad! tu vibras en el canto que entonan los rudos campesinos al roturar tus entrañas, anhelantes de nuevas cosechas.
NAVIDAD
Día veinticuatro de diciembre, víspera de navidad, el sol, en gloriosos arreboles, se va ocultando lento tras los picachos de la lejana montaña que domina el valle.
La manada que apacentaba tranquila a la sombra de los “tacos” y molles que hermosean las lomas, emprende el regreso hacia el cerco de su vivienda. Cuánta paz reina en el ambiente, turbada a ratos por el tamtam de la caja de un campesino que, con giros suaves y armoniosos, enfila una tonada llena de color!
Balidos de impaciencia, algazara de perros y bullicio de la chiquillada que con ansia espera el atardecer y el regreso del rebaño al redil.
La noche viene llegando y en el patio de la pequeña estancia, la luna juega una danza de luz a través del ramaje de los cedrones, donde las chulupias en sonoros gorjeos rezan el credo de su amada la naturaleza.
La chapaqueada está lista y los caballos ensillados con chapeados aperos Hay profusión de flores de amancayas y congonas para llevarlas hasta la capilla campesina, en ofrenda al Dios-Niño que pronto llegará, y mientras tanto, allá en la lejanía rubricando la serenidad de la noche, las alegres campanitas elevan sus voces de bronces, anunciando Navidad.
Nochebuena campesina de perfumes y de ruegos, Nochebuena que es canto en los villancicos sutiles y buenos; que es poema que entonan los prístinos corazones, alabando al Dios-Niño...!
Amanece ya, un gallo lanza al viento su clarinada de gloria, y las campanas ríen, salmodian, anunciando al mundo que Jesús llegó ya.
INVITACIÓN AL AMIGO
Amigo:
Deja que hable mi corazón con hondo sentido emocional. Bajemos al valle que ya el invierno se alejó con sus blancas nieves y allí tú me dirás cuán bella se va poniendo la tierra, cuánta gracia y animación va cobrando el paisaje; cómo salta el agua traviesa entre los riscos, con que ritmo de gracia danzan las abejas en cada flor que se abre.
Bajemos al valle, amigo, que allí te espera una moza campesina que te ofrendará el ánfora de greda de sus senos en un verso. En cada copla que ponga el viento al pasar por el rojo ceibo, tañirán campanas de fiesta, mozas de rosados pollerines bailarán la rueda, atarán nuestra vida en un solo ruego, en un ansiado soñar.
Amigo, que hablen tus versos que en tus labios tienen floración de eternidad. Bajemos al valle, que octubre se ha enjoyado de rosas para verte pasar.
LA CAÑA
Vibra entre las rocas de las Huras que dominan al valle el rítmico sonido de la caña, a veces triste, llorón y sensiblero, y otras, su voz es ronca, fuerte, vigorosa, llena de hidalguía, pregonera de gestas heroicas.
En la voz angustiada de la caña está el símbolo de una raza; sus sonidos llenos de alborada o de ronca protesta tienen la sensible emoción del valle o son un reto que alza cuando la furia de la tempestad rompe la quietud de las vegas floridas. Hay en ella la cristalización de los ideales de una raza, el ritmo de un poema y en cada giro de su extraña música, la emoción vivida de un corazón trovero.
NOCHE DE SAN JUAN
Noche de San Juan, noche de fogatas que tienden su lumbre al azulado cielo; noche en la que los corazones criollos elevan su plegaria a la madre tierra por la benevolencia de la chacrita, del puñado de blancas ovejas o de alguna vaca bermeja que rumia paciente la chala debajo del churquial donde se cobija.
Esta noche todo el valle está despierto,—fogatas y más fogatas—chirriar de caña verde y sunchos no maduros. Coplas, caja, ruedas donde policromadas destellan las polleras de las chapaquitas que en acompasado ritmo danzan.
San Juan de las fogatas, del calor, de la luz y de las coplas, cuánto te amo, porque tienes el alma de la tierra sencilla y generosa!
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Florecita de amancay, florecita del valle y de la ofrenda chapaca, en tu cáliz fragancioso han comulgado las abejas la hostia del polen en un himno de trabajo y de alegría.
Amancay, criolla plantita que tienes para mi corazón, viajero de distancias y de emociones, el suave perfume que recuerda a la carne chapaca, toda gallardía, toda donosura.
Florecita de amancay, flor de pasión y de ofrenda para la virgen aldeana, renace siempre en la vega cálida y tendrás un sitial en cada criollo corazón que te cante en coplas sencillas lo risueño y humilde de tu vivir.
AMANECER
Amanecer, primera estrofa del canto del día, voz prima que al clarear el alba nos habla de la vuelta a la luz y a la forma.
Amanecer, primeros trinos que enfocan las dulces avecillas del campo ante la promesa de un rayo de sol y la verdad de una nueva hora.
Alba, clara alba, gota de rocío, brisa suave y sentida, balidos de la manada que abandona el redil, hora prima en la que arde el fuego en el hogar campesino.
Nuevo día, promesa renacida para el himno del trabajo, canto que entonará el campesino mientras unce los bueyes para las faenas, que será canción mientras el arado rotura la tierra, o himno de la germinación en la belleza de las doradas gavillas.
Amanecer, ánfora de greda campesina que sacudes tus guedejas en las suaves ondas del río. Nuevo día, sortilegio que encierra una bella promesa, un dorado sentir cuando el sol va surgiendo por el horizonte!
MÚSICA
Música del valle mío, aires profanos de la tierra chapaca, erque, caja, quena, violín, caña y copla, muchas coplas con fragancia de rosas y sabor de tierra nueva.
Toscos instrumentos del criollo rincón, sentires que dicen todas las hondas emociones del valle, de la primavera, la cosecha abundante, la trova galana o el contrapunto de tu gracia.
Cancioncitas sencillas, de instrumentos hermanos de la pena o la alegría, de la luz o el color, de la pobreza o la abundancia, del alma de esta tierra sencilla y buena como las mieses doradas del maduro trigal...
VIÑETAS
EL GUADALQUIVIR
Suave se desliza sobre un lecho de piedras y arena, simulando un bello cuerpo de mujer, besado por las ramas de un sauce real. ¡Cuánta poesía lleva en sus ondas; su murmullo es el cantar de los siglos y la sabia leyenda de la tierra!
LA LOMA DE SAN JUAN
Viejo centinela de la ciudad, humilde anacoreta que en el sublime poema de tu silencio has dicho todo lo bello que encierra tu leyenda. A tus pies una vetusta capillita de muros agrietados, canta el advenimiento de una nueva vida.
flor de ceibo
Rojo augusto que en tu flor encarnas lo sublime del amor, yo te he visto galana en primavera, tachonando el verde de esperanza con la sangre de tu pasión.
ÁRBOLES
Arboles de mi valle, compañeros inseparables del paisaje, hermanos de verdes promesas que acrisolan una verdad, verdes paladines del color, de la flor, de la fragancia y del puro sentimiento que enclaustrado ora en la oquedad de la lomada, en el ribazo perfumado de flores campesinas o en la vega pletórica de matices, habéis dicho un canto que es fecundidad, dulce sortilegio de la semilla que en su miga fosforosa nos habla la palabra de la emoción del fruto y el canto que entona la brisa al rizar las hojas del bosque secular.
Arboles de esta tierra chapaca: molles, tarcos, jarcas, churquis, vilcaranes, armados caballeros del campo que evangélica prédica nos enseñáis una verdad, nos abrís la mente y el entendimiento para algo que linda con lo infrahumano: el bien derramado por vuestra sombra, por vuestros frutos, por la fragancia de vuestras flores y por la bondad de vuestra madera luz, y abrigo, que es escudo de fuertes y de humildes en el primero y en postrer alientos de la vida.
Arboles del valle mío, dadme la gracia de vuestra parábola de bondad y acogedme como algo que sea sabia, alba sangre de estos cuerpos que están más cerca cada día de Dios!
PRIMER VUELO
Con las sedosas plumas que cubrieron sus alas, esta mañana de lluvia, hicieron patria del cielo cuatro o cinco pichones moradores del viejo alar de mi casona.
Cuanta gracia y osadía tuvo esta primera aventura! Hinchando sus buches de tanto piar como diciendo: allá vamos.... se lanzaron al espacio en pos de azulados y bellos confines. Inseguros en la dirección, aún débiles en su afán de cielos, fueron a caer cerca del rosal donde en fragantes pimpollos se anunciaban a la vida unas rosas.
Tuve miedo cuando el runruneo del viejo gato se hacía sentir cerca de mis amigos alados, pero ellos cobrando energías, valor en sus pequeños corazones de pájaros, alzaron nuevamente el vuelo, extendiendo sus alas hasta posarse en el tejado rojo de una casa lejana. Pensé que acaso desde su refugio, con su piar vigoroso retaban al felino caballero como diciéndole: hemos vencido en nuestro primer vuelo que será el definitivo en nuestras vidas.
ALMA MÍA
Alma mía, parece que ya el invierno nos abandona pues el aire que sopla trae cálidos efluvios de una primavera próxima. Los árboles que crecen en los huertos y en los riscos de la montaña se comienzan a vestir de verde de diferentes matices y hay una orquestación de pájaros que saludan en la madrugada la llégada del padre sol. Un zumbido de moscardones y abejas pone en el ambiente una nota de emotividad que contagia a los espíritus callados y tristes a exteriorizar sus sentimientos, a vivir la vida en pletórico optimismo. Ya que la sangre bulle y se inquieta en el cuerpo, también la vida a vuelto a la primavera y florece en cada roja pulsación que por las venas corre.
Que despierte también el amor, que cante a los cuatro vientos su sentir, que viva sus instantes de floración nueva que se anuncia promisora, que se ría el alma con carcajada cristalina, con tañer de campana, con rumor de agua, porque la primavera ya se anuncia en el rosado de los durazneros en flor, en el amarillo de los pimpollos de penca, en el verde claro de los molles y en el oscuro de los sauces!
Que cante el amor su renovada canción de ensueño, que vibre el espíritu con todas sus fibras, que se alejen las penas, la bruma, el silencio, la nieve, porque la primavera ha vuelto hasta ti, alma mía, límpida serena y diáfana!
LLUVIA
Llueve, amor, y es la primera lluvia que ha caído en el valle. Un olor a tierra mojada, fresca, se levanta desde el suelo y pone en el alma el perfume de su humedad.
Llueve, corazón, y es una sinfonía de truenos que destilan una danza entre los riscos de la montaña. Mi alma ha volado hacia ti, y mi pensamiento fue como el relámpago que ha zigzagueado en esta dulce hora del recuerdo.
Llueve y mi soledad de tantas horas se ha visto llena con tu presencia, morena primavera, tan mía en las ansias y tan lejana en mis emociones.
Llueve, y tu alma y la mía tomadas de la mano han cruzado los campos, han sentido el fulgurante beso de los relámpagos y en el éter que todo lo confunde, tu ausencia fue presencia, alma mía, porque estás cerca a mi corazón en todos los instantes.
Llueve, corazón mío, y la bruma que tiene vendados mis ojos, se ha limpiado con el dulce manantial de la lluvia!
SIEMBRA
La tierra está removida por el arado Y en cada uno de los surcos, el esfuerzo del campesino y la mansedumbre de los bueyes han dejado el sortilegio de la semilla. Canta la vida remozada, los campesinos han dado todo el vigor de sus músculos para arrancar del seno profundo de la tierra la alegría de la germinación. Los dorados granos de maíz siguen cayendo en los surcos y los bueyes mugen por el cansancio, pues las picanas aguijonean sus lomos como incitándolos a dar fin con esta noble tarea.
Y será más tarde cuando la germinación sea una promesa, cuando los frutos hayan madurado y en el estío pase la brisa rizando las espigas del maizal, habrá para los bueyes, amigos generosos que con su esfuerzo nos han dado la bienaventuranza del pan de cada día, la recompensa del maíz y de la chala por todas sus fatigas llenas de grandeza y de humildad.
CANTO UNÍSONO
Tierra mía, tú pusiste en mis venas el embrujo de tu valle ardiente y soñador: y yo te di el fruto de mi emoción tempranera.
Tú me diste la gracia de sentir todo lo bello, de embeber mi espíritu en amaneceres, en luz y colores; y yo te canté en mis poemas con la emoción que me hiciste conocer.
Tú le diste a mi alma la gracia de amar la bondad, al árbol, al agua cantarina y al ave parlera y ellos, en cambio me dieron sus colores, sus murmullos, sus trinos, con ellos mi alma remozada desató un madrigal.
Acaso lo que yo siento esté empapado de valle, de hierba tierna, de fragante verbena y de todo lo que es tuyo, tierra sacra. A veces eras un sueño que se adentra en mi corazón borboteando roja sangre que al unísono dice mi emoción.
POEMA NUEVO
¡Qué de alegrías desatan las campanas de la capillita aldeana, anunciando rara el mundo la renovación de los corazones!
Que gama de colores lucen los árboles del valle de donde llegan como viejos romances las canciones que desde el fondo de su corazón entonan los campesinos!
Para el alma es todo grato, las flores que han volcado el carcaj de su aroma para deleitarnos y un danzar de abejas en las corolas de las flores! Lánzase al aire de fiesta la sonora orquestación de los pájaros, al saludar en cantos la vuelta de la dulce primavera, de la princesa alegría!
LA VERDAD DE LA ESCUELA
Y no fueron un mito las palabras del viejo maestro en los corazones de los jóvenes campesinos. Él tuvo la verdad del entendimiento y el cálido anhelo del saber.
Maduraron los ideales como los trigos maduran en la amplia sementera; y así dorada y así en el azul, de cada corazón niño brotó la llama del saber y alumbró la vida como la aurora límpida y serena.
¡Y no fueron para ti, viejo maestro de la humilde pobreza, un mito tus palabras, ya que en la pequeña escuela, en la alegre casita, el abecedario de tu enseñanza puso fe en los corazones!
Y en tu alma sufrida, renació la alegría y hubo para ti comunión de matices, como en el agua de un alegre manantial.
PASCUA
Albura de resurrección, nuevo canto de la estrofa de la vida; argentinas campanas que anunciáis albricias en la mañanita de oro y de plata al místico rayar del alba. Profusión de rosas pascuas y albahacas que hermosean la sensitiva hora de la renovación de espíritu!
Rasga el violín la clásica ronda y por la calle cuajada de perfumes y alegrías desfila el cortejo: campesinas de tez blanca y airoso caminar; chapacos nobles e idealistas, quijotes de la vega que, con voz dulce y melodiosa, cantan sus canciones con la emoción del campo.
Yo quisiera ofrendar, para mi pascua del espíritu, una canción de sabor telúrico cantar y cantar para lo bello, y alejarme como ese bólido que le robó la luz a no sé qué lucero.
HABAL FLORIDO
Cuando florezcan los habales, habrá a campo bullicio de zumbadoras abejitas, tendremos cantos de aves desde el sol nos alumbre y en cada corazón un retoño de promesas.
Cuando los habales florezcan, tendrás una óptima cosecha de verdes bayas, las que llenarán tus canastos de esa verde esperanza convertida en semilla.
Cuando en tu campo, campesina, los habales florezcan, habrá en tu propia vida plenitud.
VALLE
Tibio recogimiento del valle, agua que murmura en la acequia veleidosa, olor a hierbabuena y mugidos de bueyes que pacienzudamente arrancan las primeras briznas del verde pasto que cubre la pradera.
Ha llegado la primavera cargada de albos jazmines, de rosados pimpollos de durazno, de amancayas y verdor; mucho verde que se hace promisora esperanza de la naturaleza renacida.
¡Vallecito mío!, capricho de sensaciones, yo he renacido también y llevo en el alma un mundo de coplas nuevas, fragantes como albahacas, dulces como la silvestre miel que son en mis sueños los aires de la tierra, promesas del valle, canto de una verdad!
TROVA CAMPESINA
¡Canción del campo, vida que se remoza, arrullo de aves, murmullo de aguas, zumbido de abejas del dulce panal!
Emoción de campo que llegas hasta el alma con tu sencillez, y que traes radiante la alegre belleza en verdes, en luces de trinos que dicen todo un himno de paz!
¡Alma campesina, humilde y sencilla como el trigo bueno, como la blanca harina de las comuniones en las que el alma vibra pletórica de fe y ungida de esperanzas!
¡Tierra bendita, canción de fecundidad, verbo de la verdad! tu vibras en el canto que entonan los rudos campesinos al roturar tus entrañas, anhelantes de nuevas cosechas.
NAVIDAD
Día veinticuatro de diciembre, víspera de navidad, el sol, en gloriosos arreboles, se va ocultando lento tras los picachos de la lejana montaña que domina el valle.
La manada que apacentaba tranquila a la sombra de los “tacos” y molles que hermosean las lomas, emprende el regreso hacia el cerco de su vivienda. Cuánta paz reina en el ambiente, turbada a ratos por el tamtam de la caja de un campesino que, con giros suaves y armoniosos, enfila una tonada llena de color!
Balidos de impaciencia, algazara de perros y bullicio de la chiquillada que con ansia espera el atardecer y el regreso del rebaño al redil.
La noche viene llegando y en el patio de la pequeña estancia, la luna juega una danza de luz a través del ramaje de los cedrones, donde las chulupias en sonoros gorjeos rezan el credo de su amada la naturaleza.
La chapaqueada está lista y los caballos ensillados con chapeados aperos Hay profusión de flores de amancayas y congonas para llevarlas hasta la capilla campesina, en ofrenda al Dios-Niño que pronto llegará, y mientras tanto, allá en la lejanía rubricando la serenidad de la noche, las alegres campanitas elevan sus voces de bronces, anunciando Navidad.
Nochebuena campesina de perfumes y de ruegos, Nochebuena que es canto en los villancicos sutiles y buenos; que es poema que entonan los prístinos corazones, alabando al Dios-Niño...!
Amanece ya, un gallo lanza al viento su clarinada de gloria, y las campanas ríen, salmodian, anunciando al mundo que Jesús llegó ya.
INVITACIÓN AL AMIGO
Amigo:
Deja que hable mi corazón con hondo sentido emocional. Bajemos al valle que ya el invierno se alejó con sus blancas nieves y allí tú me dirás cuán bella se va poniendo la tierra, cuánta gracia y animación va cobrando el paisaje; cómo salta el agua traviesa entre los riscos, con que ritmo de gracia danzan las abejas en cada flor que se abre.
Bajemos al valle, amigo, que allí te espera una moza campesina que te ofrendará el ánfora de greda de sus senos en un verso. En cada copla que ponga el viento al pasar por el rojo ceibo, tañirán campanas de fiesta, mozas de rosados pollerines bailarán la rueda, atarán nuestra vida en un solo ruego, en un ansiado soñar.
Amigo, que hablen tus versos que en tus labios tienen floración de eternidad. Bajemos al valle, que octubre se ha enjoyado de rosas para verte pasar.
LA CAÑA
Vibra entre las rocas de las Huras que dominan al valle el rítmico sonido de la caña, a veces triste, llorón y sensiblero, y otras, su voz es ronca, fuerte, vigorosa, llena de hidalguía, pregonera de gestas heroicas.
En la voz angustiada de la caña está el símbolo de una raza; sus sonidos llenos de alborada o de ronca protesta tienen la sensible emoción del valle o son un reto que alza cuando la furia de la tempestad rompe la quietud de las vegas floridas. Hay en ella la cristalización de los ideales de una raza, el ritmo de un poema y en cada giro de su extraña música, la emoción vivida de un corazón trovero.
NOCHE DE SAN JUAN
Noche de San Juan, noche de fogatas que tienden su lumbre al azulado cielo; noche en la que los corazones criollos elevan su plegaria a la madre tierra por la benevolencia de la chacrita, del puñado de blancas ovejas o de alguna vaca bermeja que rumia paciente la chala debajo del churquial donde se cobija.
Esta noche todo el valle está despierto,—fogatas y más fogatas—chirriar de caña verde y sunchos no maduros. Coplas, caja, ruedas donde policromadas destellan las polleras de las chapaquitas que en acompasado ritmo danzan.
San Juan de las fogatas, del calor, de la luz y de las coplas, cuánto te amo, porque tienes el alma de la tierra sencilla y generosa!
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