Cuidados para pie diabético
Elías Vidaurre Médico Se estima que el 15% de los diabéticos presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético, que es el resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las arterias (artropatía periférica)....
Elías Vidaurre Médico
Se estima que el 15% de los diabéticos presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético, que es el resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las arterias (artropatía periférica). Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco. El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos son los más proclives a desarrollar úlceras.
Conociendo más
Dichas alteraciones facilitan que un mínimo traumatismo o herida provoque úlceras o heridas de difícil cicatrización, y que originan infecciones graves, dolores y, en situaciones avanzadas, incluso amputaciones. Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas que no mejoran, y que finalmente se ulceran.
El control estricto de la diabetes y del resto de factores de riesgo mencionados con anterioridad disminuyen notablemente la incidencia de estas complicaciones. Los pacientes diabéticos deben ser examinados con periodicidad a este respecto por sus médicos de Atención Primaria, y deben ser educados para una correcta higiene y cuidado de sus pies. En este sentido algunos consejos son:
Ante la aparición de callosidades o algunas deformidades, no se debe dudar en remitir a la consulta de un podólogo o de un traumatólogo, según sea el tipo de lesión. Cuando se detecten lesiones de este tipo se indicarán antibióticos y una eliminación cuidadosa de la piel infectada o necrótica mediante curas diarias en su centro de salud, o curas más complejas que precisan de un cirujano vascular.
El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme avanza la diabetes
Las amputaciones por este motivo llegan hasta 1.000 pacientes por año
El seguimiento a las lesiones es fundamental para evitar perder un miembro
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Se estima que el 15% de los diabéticos presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético, que es el resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las arterias (artropatía periférica). Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco. El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos son los más proclives a desarrollar úlceras.
Conociendo más
Dichas alteraciones facilitan que un mínimo traumatismo o herida provoque úlceras o heridas de difícil cicatrización, y que originan infecciones graves, dolores y, en situaciones avanzadas, incluso amputaciones. Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas que no mejoran, y que finalmente se ulceran.
El control estricto de la diabetes y del resto de factores de riesgo mencionados con anterioridad disminuyen notablemente la incidencia de estas complicaciones. Los pacientes diabéticos deben ser examinados con periodicidad a este respecto por sus médicos de Atención Primaria, y deben ser educados para una correcta higiene y cuidado de sus pies. En este sentido algunos consejos son:
Ante la aparición de callosidades o algunas deformidades, no se debe dudar en remitir a la consulta de un podólogo o de un traumatólogo, según sea el tipo de lesión. Cuando se detecten lesiones de este tipo se indicarán antibióticos y una eliminación cuidadosa de la piel infectada o necrótica mediante curas diarias en su centro de salud, o curas más complejas que precisan de un cirujano vascular.
El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme avanza la diabetes
Las amputaciones por este motivo llegan hasta 1.000 pacientes por año
El seguimiento a las lesiones es fundamental para evitar perder un miembro
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