Un reto para el Dios de lo imposible
Se dice que en la ciudad alemana de Hanover está el sepulcro de una condesa que negaba la existencia de Dios y se reía de la idea que existiera la resurrección. Para indicar su desprecio por el cristianismo, ordenó a sus súbditos que cuando muriera se hiciera su tumba de solida...



Se dice que en la ciudad alemana de Hanover está el sepulcro de una condesa que negaba la existencia de Dios y se reía de la idea que existiera la resurrección.
Para indicar su desprecio por el cristianismo, ordenó a sus súbditos que cuando muriera se hiciera su tumba de solida mampostería cubierta de grandes piedras unidas por grapas de acero.
Sobre esa tumba se grabaron las palabras de desafío que decían “Está tumba estará cerrada por siempre“.
Un día una semilla cayó en una de las grietas del sepulcro, y pronto comenzó a crecer una pequeña planta. Luego, como si la naturaleza se quería burlar del orgullo descrito en la tumba, aquella pequeña planta creció frondosa y poco a poco las raíces fueron penetrando por debajo de los sólidos bloques de piedra, levantándolos y sacándolos de su lugar.
Aunque apenas han pasado algunas generaciones desde que aquel sepulcro fue sellado, sólo bastó una pequeña semilla para que el poder de Dios se glorifique sobre aquellas palabras inscritas allí.
Aferra tu confianza en Jesucristo como aquella pequeña semilla, aunque para los demás parezca locura, es poder de Dios que nos trae salvación.
Para indicar su desprecio por el cristianismo, ordenó a sus súbditos que cuando muriera se hiciera su tumba de solida mampostería cubierta de grandes piedras unidas por grapas de acero.
Sobre esa tumba se grabaron las palabras de desafío que decían “Está tumba estará cerrada por siempre“.
Un día una semilla cayó en una de las grietas del sepulcro, y pronto comenzó a crecer una pequeña planta. Luego, como si la naturaleza se quería burlar del orgullo descrito en la tumba, aquella pequeña planta creció frondosa y poco a poco las raíces fueron penetrando por debajo de los sólidos bloques de piedra, levantándolos y sacándolos de su lugar.
Aunque apenas han pasado algunas generaciones desde que aquel sepulcro fue sellado, sólo bastó una pequeña semilla para que el poder de Dios se glorifique sobre aquellas palabras inscritas allí.
Aferra tu confianza en Jesucristo como aquella pequeña semilla, aunque para los demás parezca locura, es poder de Dios que nos trae salvación.