El Sedes suspendió las ferias de información
El embarazo en pandemia, la historia de una y mil adolescentes en Tarija
Julieta a sus 16 años espera confirmar en un laboratorio si se encuentra embarazada, mientras que, su hermana de 14 años hace unos meses atrás confirmaba una gestación ya de seis meses
Habían pasado como tres días y nadie tenía ningún rastro de Julieta, su familia se negó a hacer pública la situación con las autoridades atribuyendo la desaparición a la “rebeldía” de la edad, sin sospechar que el motivo real de aquella huida era un embarazo de cinco semanas y un mundo de hierro donde no había opción a equivocarse.
Julieta es justo la hija del medio, tiene cuatro hermanos, un mayor de 22 años, otra de 18, una menor de 14 y otra pequeñita de seis. Y aunque las edades deberían ser un dato pormenorizado, en su familia tienen cierta relevancia, pues una especie de cadena se forja alrededor de ellos, quienes en su mayoría ya son padres.
Detrás de ciertos lujos que estos cinco hermanos recibieron durante su vida, se encuentra la existencia sacrificada de dos padres, ambos vendedores en un mercado, ausentes en su hogar pero proveedores materiales sin falta.
Ellos aún no sabían si lo que pasó hace tres meses fue un golpe o un aviso, pues la hermana de Julieta a sus 14 años confesaba llevar ya seis meses de embarazo. Los mecanismos de alerta no se activaron, para la Ley un embarazo a esa edad es fruto de una violación, aunque hubiese consentimiento, más la pareja de adolescentes aseguraban amarse y que no hubo violencia de por medio.
Con ese carga que no era suya, Julieta a sus 16 años sentada en la sala de un laboratorio esperaba su prueba de embarazo, no sabía si saldría positivo, aunque deseaba con todo su ser que fuera lo contrario, aunque de algo si estaba segura, no podía haber otra noticia de ese calibre en su casa, ella no podía permitirlo.
Bolivia registró 19.233 embarazos adolescentes en medio de la pandemia del Covid-19 en la gestión 2020, según datos del SNIS, de éstos 953 fueron de menores de 15 años, lo que representa que cuatro menores en cualquier rincón del país se embarazan al día.
En medio de una sociedad postmodernista, los mitos y los tabúes aún son reales en cientos de familias tarijeñas, en el caso de Julieta a sus 16 años de edad, jamás tuvo una conversación de sexualidad, sexo, embarazo o enfermedades de transmisión sexual, ni con su familia, ni con las instituciones llamadas por ley para sensibilizar estos temas.
Carmen Rosa Ojeda, responsable del Área Continua de Atención del Servicio Departamental de Salud (Sedes) Tarija, indica que la afluencia de adolescentes a los centros de salud bajó por el coronavirus y la promoción de este servicio integral dependería por el momento solo a través de las redes sociales y spots, pues las ferias de información y capacitaciones se suspendieron sin tener hasta ahora una estrategia que busque sensibilizar a esta población con las limitantes de la pandemia.
Pasaron los 15 minutos de espera, tiempo en el que se entregan los resultados. Julieta empieza a llorar y es allí donde cuenta la verdad, el padre del bebé que espera es un amigo que por largo tiempo le había realizado proposiciones sexuales, no necesitaron más de un encuentro para embarazarse.
La relación sexual fue producto de un intercambio, “si accedía, él sería mi novio”, “era mi primera vez y no pensé que quedaría embarazada”, “nunca vi un condón”. Son las frases de esta adolescente, mientras que la misma situación se repite en laboratorios de Tarija, que han visto pasar menores de edad solas o acompañadas, que ocultan su edad y hasta su nombre cientos de veces.
Antes de que Julieta se escapará de su casa por temor a ser juzgada e incluso golpeada, como le había pasado a su hermana menor cuando confirmó su sexto mes de embarazo, decidió pedirle a su prima ayuda para abortar, el motivo, no ser una carga para su familia, sus sueños metas y un futuro nunca fueron mencionados.
Del 100 por ciento de adolescentes que ya son madres en Tarija, solo el 16 por ciento optó por un método anticonceptivo moderno tras su primer parto, según Ojeda. Este dato deja entrever que por falta de información y descuido una mujer menor a los 20 años ya podría ser madre de dos o más niños. Cuántas adolescentes optaron por un método anticonceptivo gratuito hasta la fecha, aún el Sedes no lo conoce.
Es difícil apuntar a algún culpable, lo cierto es que la suma de esfuerzos podría evitar que miles de adolescentes como Julieta salgan a escondidas de su casa rumbo a un laboratorio, se sienten en una sala rogando en los 15 minutos más largos de su vida que el resultado de su prueba de embarazo no cambie su futuro y muchos menos, que tengan que huir de casa a causa de ello.
En Tarija bajó el índice de embarazos en adolescente
Según datos reportados por el Sedes, el índice de embarazos adolescentes tendió a disminuir, en 2019 el porcentaje era de 14.6 por ciento, mientras que el 2020 fue de 13.2 por ciento. La responsable del área, Carmen Rosa Ojeda, señala que si bien la tendencia ha bajado, esto se debe a que las adolescentes no llegaron al centro de salud a reportar su estado gestante.
Ojeda atribuye a tres causas principales: la primera, a la limitante del acceso a servicios de salud por el Covid-19; la segunda, porque los embarazos son fruto de violaciones sexuales que han aumentado durante el confinamiento ya que el agresor convive más tiempo con la víctima y la tercera serían los embarazos que terminan en aborto.