La resaca del 11 de abril en el MAS
El cónclave del MAS se zanja con pedidos de “unidad” y más juicios
Las victorias de representantes del movimiento nacional popular al margen del MAS han inquietado a los dirigentes, que plantean mano dura contra el “golpe de Estado” mientras haya unidad de acción
Después de un inicio de año atribulado y una campaña con demasiados sobresaltos y malos resultados, el Movimiento Al Socialismo (MAS) intentó resetearse ayer en uno de esos eventos multitudinarios que se celebran en Cochabamba y convocan a todos los militantes del país, pero que esta vez no se realizó en el aeropuerto de Chimoré como las últimas, sino en las calles de la ciudad bastión del partido azul y cuartel general de Evo Morales.
Nada es casual, el MAS necesita encontrarse consigo mismo de nuevo y mientras tanto, hacerse ver lo suficientemente nutrido para que nadie dude que sigue siendo el partido hegemónico nacional con discurso y proyecto construido y legitimado en las ánforas, y con presencia real en todo el territorio.
El viernes fue la reunión de altos dirigentes donde la evaluación de los resultados y de los inicios del Gobierno de Luis Arce, que recién cumple seis meses, se volvió a mover en los mismos términos habituales: mano dura e integración, dos conceptos que parecen antagónicos pero que en el MAS diferencia entre el nosotros y ellos que rige el desempeño político. Lo expresó en público al día siguiente el presidente Luis Arce cuando desde el escenario cochabambino habló de las cosas que quedan por hacer después de volcar todo su discurso en Áñez, Senkata y Sacaba, aunque el proceso abierto y que la mantiene en prisión no pretende juzgar esos hechos, sino la “conspiración para un golpe de Estado” de 2019.
Del golpe, pero menos, habló Evo Morales, presidente del MAS y señalado por los malos resultados – producto de las malas decisiones sobre los candidatos -. En el escenario Morales habló del proyecto de la América Plurinacional, antiliberal y anticapitalista, un concepto que vienen mascando varios intelectuales de izquierda y que viene a superar el del socialismo del siglo XXI que marcó la primera década en el continente y del que Evo Morales es precisamente un símbolo. Los resultados del MAS en Bolivia son pobres, solo la Alcaldía de Sucre y las Gobernaciones de Cochabamba, Potosí y Oruro es un pobre bagaje para un partido hegemónico y territorial. El “alivio” pero a la vez la pesadilla, es que las derrotas no han sido a manos de la derecha tradicional, sino de otras fuerzas que emanan del movimiento nacional popular, pero libres de las taras que ha acumulado el MAS: Eva Copa en El Alto, Santos Quispe en La Paz, Damián Condori en Chuquisaca, etc., parten del mismo riñón y solo Luis Fernando Camacho puede considerarse un genuino representante de la derecha política. Ni siquiera Óscar Montes en Tarija elegido con el “fervor oligarca”.
Las tensiones
Un Ministro concentra las tensiones de los últimos días, Eduardo del Castillo del Carpio, ministro de Gobierno y quien ha coordinado las dos acciones más mediáticas de los últimos días, el encarcelamiento de Áñez y la aprehensión del Ministro Characayo, provocando la ira del poderoso movimiento intercultural cruceño. El propio Juan Ramón Quintana, exministro de la Presidencia erigido ahora en formador de cuadros, ha cuestionado esta acción por el desgaste para la organización, y otros líderes de la misma organización han cuestionado a Quintana precisamente por justificar la corrupción.
Como sea, el pulso en el MAS acaba de entrar en un nuevo estadio. El reparto salomónico de lo económico para Arce, lo político para Evo y lo discursivo para Choquehuanca no está funcionando. Las conclusiones del cónclave, en cualquier caso, se accionarán en los próximos días. Lo que pase en los Ministerios dará pistas de quien ganó y quién perdió.
Los guiños de Evo hacia el Perú
Evo tiró guiños a Pedro Castillo, el candidato que logró más votos en Perú el pasado fin de semana y que se batirá en la segunda vuelta con Keiko Fujimori, esta vez clasificada con menor apoyo tras radicalizar sus posturas.
Castillo representa al magisterio rural con posturas claras sobre la nacionalización de minas y la necesidad de convocar la constituyente, aunque se ha distanciado de Morales de quien no admite tutelajes para un proceso que considera diferente.